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Hay momentos en la vida intrascendentes que sin ningún motivo aparente se te graban en la mente y se te presentan en el recuerdo sin saber por qué. Me ocurre a mí e imagino que también a los lectores. Al analizar la razón por la cual ―España ha dejado de ser católica‖ –ahora sí, y no cuando lo proclamó Azaña—–, me viene a la imaginación instintivamente un viaje en tren desde Tarragona a Gavá. Del otro lado del pasillo iban una mamá y su hijita de unos tres años y, durante todo el trayecto la pequeña no paró de comentar cuanto veía–el mar y los veleros, los turistas en las playas, lo que veía en el vagón, lo que le ocurría en el colegio, etc., y siempre terminaba sus observaciones con un ―¿Por qué mamá?‖. Con la paciencia de las madres, ella trataba de responderle a todo…aunque algunos niños hacen preguntas que te dejan descolocado. La curiosidad infantil es insaciable. Y, más, si son muy inteligentes como me pareció aquella chiquilla por sus preguntas.
Debemos reconocer que esa realidad tan humana de buscar el ―porqué‖ de las cosas nos ha llevado a la luna y a vivir, hoy, a una distancia infinita de la prehistoria.
Mientras vivimos tenemos siempre pendiente alguna pregunta y, la mía es muy importante: ¿Por qué España ha dejado de ser católica”? O, dicho de otro modo: ¿Por qué la Sinagoga de Satanás ha derrotado a los españoles y nos gobierna como dueña y señora?
Evidentemente, el hombre inteligente y cabal, habitualmente no se hace preguntas para distraer su tiempo, sino para obrar luego en consecuencia si encuentra la respuesta.
Puedo garantizarles que esa pregunta me la vengo haciendo desde muy joven, al ver como inevitable el rumbo previsible de nuestra patria y la modorra de los españoles, Y esa realidad estimulaba mi actividad política y religiosa, La he tenido siempre muy presente y me ha movido a la acción. Y, ahora, en vísperas de la partida, después de ochenta años en las trincheras sigo creyendo fundamental exhortar a los españoles a meditar en la desgracia de ver a nuestra Patria gobernada por su mortal enemigo y, al mismo tiempo, pedirles volver a luchar como lo hacían nuestros antepasados.
He disfrutado –como no se pueden imaginar las nuevas generaciones—viviendo la segunda “Edad de Oro” de nuestra Historia, como fruto de la Cruzada y de la Victoria sobre los rojos, los separatistas, la masonería y todos los canallas que la odian y combaten.
Gracias, también al Caudillo; aquel militar que a los treinta y tres años era ya General y que, el Mariscal Petain — triunfador en la Primera Guerra mundial y héroe de Verdún–, proclamó “la espada más limpia de Europa”. Han tratado de presentarlo como un militar mediocre, pero, por los frutos se conoce el árbol y el ―comandantín‖ de veintitrés años –por méritos propios– ganó todas las batallas, algunas con estrategias utilizadas veces por primera vez, luego estudiadas en West Point y aplicadas por los generales USA en la Segunda Guerra Mundial.
Pero volvamos al análisis de la apostasía de España que es el tema de este escrito… Hemos pasado de ser la nación católica por antonomasia, a la más corrupta y descreída de la Cristiandad. Algo tristísimo y de fatales consecuencias para nuestra Patria. Aunque lo peor –y que no parece preocupar a nuestro pueblo—es haber llegado a pensar que estamos en una situación de imposible retorno. Únicamente cuantos – tomados por ilusos— todavía creemos en la lucha por la Unidad Católica de España. Y personalmente, convencido de que es posible esa ―Reconquista‖, sigo en las trincheras y escribiendo esas cosas probablemente pasadas de moda que salen del teclado de mi ordenador y que no veta la dirección de ÑTV ESPAÑA.
Sobre el tema en cuestión intentaré unas pinceladas buscando las razones de semejante desastre. La primera razón de la ―Apostasía de España‖, o sea, el primer y evidente culpable, sin la menor duda, es la Jerarquía Católica de nuestra Patria. Cuando un dirigente – político o religioso, pierde el norte, no sabe dirigir la nave, y el resultado siempre es previsible; acabar estrellándola contra un acantilado.
No tengo problema alguno en copiar el “Yo acuso” de Émile Zola y lanzárselo a esos obispos modernistas, promotores de la descristianización de España como agentes del Modernismo, — herejía condenada muy especialmente por san Pío X, en su encíclica Pascendi Dominici Gregis– . La describió como el zumo resultante de exprimir todas cuantas habían atacado a nuestra Iglesia desde su fundación.
Desgraciadamente, muchos obispos no hicieron caso de los sabios y santos mandatos del sumo pontífice y más bien asimilaron las teorías de unos teólogos que no servían a la Verdad y se trasformaron en lobos para sus rebaños. Renegaron de la enseñanza divina y adoraron el mundo y sus teorías. Y finalmente utilizaron un concilio para desacralizar los ritos y democratizar la Institución fundada ―jerárquica‖ con lo cual nos dejaron descolocados a quienes seguimos creyendo que la Iglesia es “santa y apostólica”, y jamás ―pecadora y evolucionista”.
Esa Jerarquía aciaga y funesta no llegó a la altura del Caudillo en la defensa de la Fe de nuestros mayores y, por eso tampoco entendieron lo que significó el Generalísimo para España y lo traicionaron igualmente. Y, en esa su incapacidad de comprensión fueron superados los papas sucesores de Pío XI y Pío XII, que lo valoraron como el mejor servidor de la Iglesia, y se lo agradecieron otorgándole el collar de la Orden de Cristo, como reconocimiento máximo. ¿Tan mala memoria tenían los sucesores los dos grandes papas que bendijeron la última Cruzada? Ni uno solo de los papas
posteriores se dignaron visitar el Valle de los Cuidos por muy santos que los hayan proclamado. Tampoco olvido que de Roma salió la orden de borrar la confesionalidad católica de la Constitución.
Terminaremos el tema en otro –u otros- artículos.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
«¿Por qué España ha dejado de ser católica”?»
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