21/11/2024 11:34
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En el día 6 de diciembre donde nada celebramos los españoles que repudiamos el liberalismo y por tanto la Constitución de 1978, fue derrotada la selección española de fútbol en su decisivo partido del Mundial de Qatar.

El fútbol actual, intoxicado de ideología “woke” y de cadenas financieras multinacionales, me importa un comino, y más todavía si se trata de un Campeonato Mundial celebrado en un país árabe y aprovechado por el Occidente demoliberal decrépito para ponerse crecidito de moralina con el: “que malos son los árabes que castigan las manifestaciones homosexuales o la ingesta de alcohol y permiten que hayan muerto 6500 trabajadores en régimen de esclavitud para alzar los estadios”. ¡Qué malos son! Yo no digo que no; al contrario. Pero nosotros, occidentales y por tanto pertenecientes al mundo LGTB, feminista y abortista somos hipócritas hasta la náusea: jugamos en Qatar por dinerito aunque a la vez nos pongamos ciegos de moralina en los telediarios, hincando rodillas en los estadios o haciendo “tik toks” a la vez que permitimos la perversión de niños en las aulas.

Ganó a la selección española apodada ‘la Roja’, la selección marroquí, de un Estado hostil a España, que saquea el Sáhara gracias a la complicidad del entonces Príncipe Juan Carlos desde 1975, que estampa a miles de inmigrantes ilegales africanos contra nuestras fronteras y que favorece conductos de la inmigración ilegal y la droga (en Gibraltar, nuestros ‘aliados ingleses’ de la OTAN no se quedan cortos en esto, ojo, ni tampoco algún político español retratado en yates de narcos gallegos).

Ganó a ‘la Roja’, digo, la selección de un Estado hostil y enemigo histórico de España desde 1956. Cierto. Pero le ganó empuñando su Fe religiosa y su identidad nacional. Una vez finalizado el partido tras los penaltis, los componentes de la selección marroquí y su equipo técnico se postraron de rodillas para dar gracias a Alá. Y los componentes de ese equipo, algunos con doble nacionalidad y nacidos fuera de Marruecos (catorce de ellos), acataron el hecho irrevocable de que para Marruecos como para otros países islámicos, identidad, religión y Patria van de la mano y a una.. siempre. Hasta en el fútbol.

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La nacionalidad para un marroquí de “ius sanguini”, aunque por “ius soli” conserve la del país foráneo que le vio nacer, no es un mero papel. La sangre y la religión pesan más que un documento de identidad. La Nación que te acoge y te naturaliza te exige que seas como ella, o que te pires; también rige esto para los jugadores millonarios de una selección de fútbol.

Frente a la identidad nacional marroquí y la adhesión religiosa a su Fe, las selecciones de buena parte del mundo occidental son sucursales del credo LGTB, abortista y homosexualista. Representantes de una Europa liberal, relativista, “atlantista” y por tanto “useño-céntrica” que ya no es la Civilización europea donde regían rasgos de la Monarquía hispánica, del baluarte cultural griego y romano o del Sacro Imperio romano- germánico; donde se regala la nacionalidad española a enemigos de nuestra cultura; y donde se profanan Templos cristianos y los cadáveres de héroes de nuestra historia.

Que Marruecos como Estado es nuestro enemigo. Que son una teocracia. Que los flujos poblaciones provenientes de países islámicos encarnan desorden y aberración y lo estamos viendo con las “celebraciones” de victoria de su Selección de fútbol a través de los incidentes en todas las capitales europeas.  Que todo eso es cierto….
Pero no olviden esto, lectores: ellos creen ciegamente en algo; ese algo es su identidad nacional, su costumbre religiosa –aunque sea, en muchos casos, aberrante-. Nosotros, las naciones antiguamente católicas de abolengo, somos hoy “demoliberales”, copiones de Yankilandia, vasallos del feminismo y de la mundialista ‘iglesia woke’ de la “diversidad racial y las minorías”, no creemos en nada salvo en diseños sociales y en un relativismo atroz.

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Además, España mete en su casa a miles de africanos que saltan vallas o vienen en patera, les permite inundar plazas y calles y como sucede en otros países europeos, les permite que produzcan altercados y desórdenes  no sólo para celebrar victorias deportivas; también para poner la zarpa conquistadora que nos arrasará como nación. Porque ellos están en fase de Conquista desde que existe su religión, desde el siglo VII. Europa está en fase entreguista desde 1945.

Nuestra selección española, ‘La Roja’, ha sido derrotada por Marruecos. En caso de haber vencido, nuestros jugadores no hubieran dado gracias a Dios, al verdadero que es el de los católicos, aunque si hubiéramos visto a su entrenador bailando en ‘tik tok’…

La Nación no es una camiseta deportiva, o una bandera sacada al balcón; es la Tradición, Cultura e Identidad lucidas y estampadas en el detalle minúsculo pero fundamental que tiene, por ejemplo, la participación en una competición deportiva. Es demostrar la personalidad exclusiva como hace Marruecos. Y como no hace ni hará España: la España milenaria, la que un día fue de la Cruz y la Espada desde Recaredo hasta el Estado del 18 de julio…
Para lo que hemos quedado.

Con ‘la Roja’ derrotada, por lo menos, nos evitaremos la empalagosa cortina de distracción publicitaria que la patulea mediática hubiera montado para seguir tapando la acción miserable del criminal gobierno globalista de Pedro Sánchez que sufrimos.

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Jose Miguel Pérez
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José Luis Fernández

El mundo occidental posee las herramientas necesarias (en poder económico, en poder científico y tecnológico, etc.) para dominar el mundo…si se lo propusiera. Pero ni los políticos socialdemócratas, liberales o democristianos de los paises europeos, ni sus equivalentes en los paises de Norteamérica, tienen la ambición de recuperar el predominio que tuvieron los paises occidentales desde la mitad del Siglo XIX hasta la I Guerra Mundial.
La única forma de evitar el declive de la Civilización Occidental es a través del nacimiento de una ideología conservadora en lo moral (es decir, contraria al multiculturalismo, a la inmigración, al aborto, al matrimonio homosexual, a la ideología woke, a la ideología LGTB, etc.) y defensora de la iniciativa privada pero opuesta tanto al neoliberalismo económico como al capitalismo especulativo.
Europa es la parte del mundo occidental que está más expuesta al peligro de ser invadida (de forma pacífica o violenta) por el mundo islámico y, por esa razón, Europa necesita estar incluida en una alianza militar que abarque a todo el mundo occidental (que, en mi opinión, debería estar formado por Europa, EEUU, Canadá, Iberoamérica y, quizás en el futuro, por Rusia). Los occidentales deberíamos recuperar el sentido épico de la Historia (que no se ha acabado a pesar de lo que afirmó Francis Fukuyama) y la voluntad de defender nuestro territorio frente a cualquier civilización hostil y de recuperar los territorio europeos que están en manos de paises enemigos (como la Tracia Oriental, con la ciudad de Constantinopla, el territorio histórico de la nación cristiana de Armenia, y la parte septentrional de la isla de Chipre).

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