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Múltiples declaraciones, documentos e informes oficiales reclamaban la «profesionalización» de los Ejércitos, junto a intensas campañas mediáticas que estimulaban el rechazo al Servicio Militar Obligatorio y reclamaban como solución la «profesionalización» de los mismos sin saber a ciencia cierta lo que ello conllevaba; una meta compleja dado, en primer lugar, lo evanescente del propio término y, en segundo lugar, dada la precariedad de las políticas de Defensa en el campo económico.
DEFINICIONES DEL TÉRMINO Y DERIVADOS
Profesionalizar: Ejercer habitual y remunedaramente una determinada actividad intelectual o manual. Convertir en profesión lucrativa una actividad intelectual o manual.
Profesionalismo: Cultivo o utilización de una actividad como medio de lucro.
Profesionalidad: Eficacia en la propia profesión.
Profesional: Perteneciente o relativo a la profesión. Persona que ejerce alguna actividad como profesión.
Profesión: Acción y efecto de profesar. Actividad permanente que sirve de medio de vida y que determina el ingreso en un grupo profesional determinado. Empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente.
Profesar: Ser adepto a ciertos principios, doctrinas, etc. Sentir, tener un afecto, sentimiento. Ejercer una profesión. Sentir algún afecto, inclinación o interés y perseverar voluntariamente en ellos.
Podemos ver en estas definiciones que la remuneración es un factor muy importante para determinar qué es una profesión, pero, también, que ser adepto a ciertos principios y Doctrinas, no es algo menor y que de la auténtica vocación de militar ha de surgir un verdadero espíritu de superación eliminando a todos aquellos que se conforman con el empleo de soldado hasta la edad de reserva convirtiéndose en una carga para la Institución; es decir, eliminando a aquellos cuyo único objetivo es el ejercicio ocupacional de un puesto sin ninguna responsabilidad durante toda su vida activa. Se ha de restringir el acceso a tropa de larga duración a todos aquellos que no han logrado una cualificación de grado medio antes de los 35 años, como son muchos de las Ramas Operativas, proporcionando sensu contrario los medios suficientes por parte del MINISDEF para que alcancen este logro.
Si lingüísticamente aceptamos estas definiciones, no es menos cierto que las mismas toman otro significado más técnico y especifico si las trasladamos a otras disciplinas. Veamos lo que nos dice la Sociología en el desarrollo de estos términos.
Es preciso, una vez conocidas las definiciones y sin independencia de éstas, hacer referencia expresa a algunos sólidos indicadores de profesionalización universalmente aceptados: la autopercepción identificante, el refuerzo institucional y el reconocimiento social.
La autopercepción identificante, en general, es el hecho de que los que desempeñan la actividad social desarrollan una conciencia satisfactoria de la función que realizan y el servicio que prestan a la sociedad, por un lado, junto con cierto orgullo sano de autoidentificación específica por el hecho de pertenecer al colectivo profesional en cuestión, por otro.
Con respecto al refuerzo Institucional es sabido el papel mediacional que las Instituciones asumen entre las percepciones asequibles a los individuos sobre la realidad social que les rodea y la realidad social misma; en nuestro caso, entre la autopercepción identificante explicada en el párrafo anterior y el reconocimiento social que vamos a explicar en el siguiente. Es también conocido que «media», «mediatiza», es decir, condiciona, limita márgenes de libertad de proyectos y actuaciones. No todas las Instituciones de la Nación, especialmente en determinadas Comunidades Autónomas, han respetado este proceso de refuerzo, lo que ha provocado el rechazo a nuestra Institución.
En último lugar, debemos tratar el reconocimiento social. En primer lugar, y sin entrar en discusiones terminológicas a propósito de rol y status (elementales para los sociólogos), se debe subrayar que la percepción socialmente vigente acerca de la función que desempeñamos los profesionales de la milicia disminuye su ponderación profesional, entre otras cosas porque la extracción social de la tropa profesional genera un isomorfismo de prestigio de clase no muy elevado, con su consiguiente transferencia a la función social que dicha «clase profesional» desempeña. En relación con ésta última afirmación, se da una imagen social de estratificación curiosamente invertida: el prestigio social de los profesionales de la milicia de las clases de Tropa es inversamente proporcional, en cuanto a tales profesionales precisamente, a la preparación técnica.
Así, quienes más formación profesional deben recibir en los Ejércitos, hablamos de Tropa de Rama Técnica, ocupan el rango inferior en la escala de prestigio social, además de no recibir ningún refuerzo institucional neto (sueldo). Los integrantes de las Unidades Operativas, Rama Operativa, que suelen carecer de toda exigencia institucionalizada de certificación de su especialidad, tienen un nivel más alto de prestigio social. Lo que queda reflejado en las estadísticas del «Resumen Ejecutivo de la Investigación», informatizado en la publicación «La profesionalización del Ejército», inmerso en el capítulo «Resultados de la Profesionalización», «Análisis Socioeconómico».
Esta situación parece ir en contra de uno de los rasgos identificativos de toda profesión:
.- Contra el rasgo de la «sabiduría específica no trivial»; de cierta complejidad y dificultad de dominio que distingue/separa a los miembros de una profesión de quienes no la ejercen o no pueden/no deben ejercerla, precisamente porque (criterio profesionalizante) les falta el saber específico citado.
ETAPAS DEL DESARROLLO PROFESIONAL
El conocimiento, las capacidades, habilidades y actitudes y aspiraciones profesionales se modifican a medida que una persona madura. Las etapas, similares a todas las carreras, son las siguientes:
Se debe afirmar que sólo en parte cumplen estas etapas:
1º.- Con respecto a la preparación para el trabajo, según el «Resumen Ejecutivo de la Investigación», informatizado en la publicación «La profesionalización del Ejército», inmerso en el capítulo «Resultados de la Profesionalización», el grado de cualificación o de preparación educativa de los aspirantes es muy baja, con pocas o nulas opciones ocupacionales alternativas, por lo que se encuentran muy poco preparados para sobrevivir en un ambiente militar como demuestran las estadísticas relacionadas en el mismo trabajo.
2º.- Con respecto al ingreso en la organización y la obtención del puesto deseado, el Ministerio de Defensa está realizando un esfuerzo enorme para «colocar» a los futuros profesionales en las áreas de trabajo y en los lugares de origen que más se ajusten a los deseos de los mismos. Se habló, cuando iba a desaparecer el Servicio Militar Obligatorio, de un «Servicio a la carta», que se está repitiendo con la recluta profesional.
3º.- Difícilmente se llegará más allá del desarrollo medio de estos profesionales con la edad de pase a la reserva que tienen a no ser que accedan a Tropa Permanente.
4º.- Como consecuencia de lo anterior, y a excepción de los que accedan a Tropa Permanente, no accederán al retiro en esta actividad.
En la planificación del desarrollo profesional se debe hacer algo más que limitarse a adquirir el conocimiento y habilidades específicas de un puesto. El conocimiento del puesto es esencial, pero es preciso desarrollar otras habilidades para tener éxito en la reincorporación al mercado de trabajo civil, caracterizado por una atroz competencia.
Así, bajo estas condiciones de trabajo, podemos hablar de «La trampa del estancamiento». Judith Bardwick fue la primera en dar el nombre al fenómeno del estancamiento. Un estancamiento en el desarrollo profesional es una situación en la que, por razones organizacionales o personales, la probabilidad de ascender profesionalmente es baja. Existen tres tipos de estancamiento: estructural, de contenido y vital.
El más importante para nosotros es el estructural, que es aquel en el que se marca el final de las promociones: es preciso abandonar la organización para encontrar nuevas oportunidades y retos.
No menos importante para la Tropa Profesional es el estancamiento de contenido. Este es aquel que ocurre cuando la persona domina hasta tal punto el puesto que se aburre con las actividades cotidianas.
No parece que el estancamiento vital sea un problema para las clases de tropa.
CAPACITACIÓN Y DESARROLLO
La capacitación ha cobrado gran importancia para el éxito, no sólo de las organizaciones modernas, sino para los propios individuos. Las capacidades se definen como el conjunto de conocimientos y experiencia que dan una ventaja sobre los competidores.
La capacitación desempeña una función central en el crecimiento y refuerzo de estas capacidades, por lo que se han convertido en la columna vertebral de la instrumentación de estrategias. Además, las nuevas tecnologías en rápido cambio requieren que los profesionales afinen de manera continua sus conocimientos. Hoy día los puestos de una gran parte de los militares de tropa profesional no han cambiado sustancialmente con respecto a lo que se hacía antes de la profesionalización, especialmente en las Especialidades Fundamentales: Muchos militares de tropa profesional llegan con un importante bagaje de desconocimiento de lo que es la vida militar. Otros quizá requieren una capacitación extensa antes de poder contribuir a la Institución. La perdida de capital humano que se va a producir en los próximos 5 años por una mala gestión o una despreocupación institucional va a producir la fuga de gran cantidad de ese conocimiento tan importante en tareas específicas que realiza la tropa que no me atrevo a llamar profesional.
El término capacitación se utiliza con frecuencia para referirse a la generalidad de los esfuerzos iniciados por una organización para impulsar el aprendizaje de sus miembros. Sin embargo, muchos expertos diferencian entre capacitación (corto plazo) y desarrollo (largo plazo), que se orienta más a la expansión de las habilidades de una persona en función de las responsabilidades futuras. Por lo general ambos términos van unidos en un sintagma, «capacitación y desarrollo», para reconocer la combinación de actividades que utiliza la organización a fin de elevar la base de habilidades de sus profesionales.
CONCLUYENDO
Destacando los rasgos menos discutidos de toda profesión, en cuanto tal profesión, cabe enumerar los siete siguientes, algunos de los cuales ya hemos visto con anterioridad:
1º.- Un saber específico no trivial, de cierta complejidad y dificultad de dominio, que distingue o separa a los miembros de una profesión de quienes no la ejercen o no pueden o deben ejercerla porque, como decíamos antes, les falta el saber específico citado; en este sentido, sociólogos y especialistas de otros Países han determinado que el tiempo que un soldado puede estar ejerciendo las mismas actividades hasta «quemarlo» es de seis años. Por lo que los saberes deben ir acompañados por una rotación en los puestos militares acompañados de unas determinadas cualificaciones oficiales que se obtengan en los Ejércitos antes de llegar al estancamiento.
2º.- Un progreso continuo de carácter técnico, de diverso ritmo, según los puestos que se vayan a ocupar y según las Especialidades Fundamentales, Cuerpos y Escalas a los que están adscritos, al filo de los continuos cambios en las necesidades y posibilidades de servicio para el conjunto de la Sociedad.
3º.- Una fundamentación crítico-científica en la que se apoya y encuentra justificación y posibilidad el progresivo cambio técnico-profesional referido en el párrafo precedente;
4º.- La autopercepción del profesional, identificándose con nitidez y cierto grado de satisfacción como tal profesional de la milicia.
5º.- Alto nivel de Institucionalización por lo que se refiere a la ordenación normada del ejercicio de la actividad en cuestión.
6º.- Reconocimiento social del servicio que los profesionales prestan a los ciudadanos, pudiendo dar lugar este reconocimiento a niveles prácticamente ilimitados de mayor o menor prestigio, en relación con otras profesiones definidas socialmente como tales; esto se dará en un proceso de intercambio de saberes entre los miembros de la sociedad militar con la sociedad civil si aquellos que acceden a esta última tienen la excelencia como motivación última para el desarrollo de sus nuevas profesiones.
7º.- Sujeción a un código profesional, que en nuestro caso son las Reales Ordenanzas pero que, si bien se adquiere carácter, capacidad de sacrificio, disciplina y lealtad entre otras, no es menos cierto que los miembros de los Ejércitos no son depositarios únicos de estas características en un mercado laboral de jóvenes que tienen que luchar contra viento y marea para colocarse, mucho más cualificados que las Ramas Operativas de los Ejércitos. Sólo con un código profesional militar no se accede al mercado de trabajo, es un complemento para la contratación siempre que se esté cualificado.
Premisas que no se dan en un verdadero esplendor en la gestión de las Clases de Tropa en la actualidad; por lo que no se produce la profesionalización del personal sino el alargamiento temporal del antiguo Servicio temporal Obligatorio, mal pagado, con el consiguiente perjuicio para los «profesionales», aunque el material sufra menos.
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