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Pese a la terrible crisis política, social y económica, España nunca antes había malgastado tanto dinero público, sin embargo, se ha llegado a esta situación escandalosa, fruto de una nefasta y opaca gestión de las cuentas públicas. Sobre todo, se ha visto incrementado el gasto político, dado que han aumentado verdaderamente en los últimos años las nóminas de los políticos españoles y también la cantidad de cargos a dedo. Por lo tanto, no es solo porque el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias haya formado el ejecutivo más grande y costoso de toda la Unión Europea, ya que debemos tener en cuenta que se ha disparado con creces el gasto innecesario en unos términos muchos amplios y que el país no puede sostener. Además, no olvidemos que recientemente España ha sido rescatada por la UE y esto sin duda tiene un precio muy alto.
Pero para que se hagan una idea clara de lo mal que se gestionan las arcas públicas, en un informe alarmante, la propia Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIRef) cargó duramente contra la falta de transparencia incluso en el reparto de las subvenciones españolas. Como datos contrastados realmente preocupantes, España gasta ya 14.000 millones de euros anuales sin control en las subvenciones y un total de 122.000 millones de euros al año en sufragar subvenciones destinadas a colegios, profesionales, sistema eléctrico, minería, toros de lidia, gastronomía, ópera, centros de estudios catalanes y vascos, etc. Dichas ayudas generan redes clientelares por la gran dependencia que suponen para los beneficiarios y por lo tanto no es nada positivo que se dispare el gasto en el mantenimiento de estos incentivos, que sin la menor duda deberían ser algo meramente temporal.
Pero volviendo al despilfarro en el gasto político, España no puede mantener a 445.000 políticos, contando asesores, dado que el país no genera tanta riqueza como para que exista una Administración inmensa en relación al tamaño de población. Por ejemplo, en Alemania y Francia el gasto político es bastante más inferior que en España y son países más ricos, y con esto quiero llegar a la conclusión de que España necesita rebajar los gastos innecesarios y destinarlos a las políticas fundamentales que son ciertamente las interesan a los ciudadanos: educación, sanidad, seguridad, entre otras.
Pero a la hora de la verdad, lo que propone el Gobierno socialcomunista es una subida de impuestos y recortes en las nóminas de los funcionarios españoles, evitando así tocar el gasto político, el cual costea muchas duplicidades y chiringuitos para los amiguetes, entre los cuales destacan las embajadas regionales con una función simbólica, dado que para la actuación en el exterior ya están las embajadas españolas.
Así pues, el despilfarro público en España es una auténtica barbaridad que no debería ser intocable, más aún, cuando sabemos que el país se ha empobrecido notablemente en los últimos siete años y con la tasa de paro juvenil más alta de la Unión Europea. Por ello, los políticos españoles deben tomar nota de aquellos países que han reducido el gasto político, poniéndose más en el lugar de las personas que han perdido su trabajo, que trabajan en pésimas condiciones o que directamente no encuentran un empleo, porque en estos momentos, todos los recursos deben ir a los españoles que más lo necesitan.
Autor
- Periodista. Colaborador de diversos medios y tertuliano
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