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Pero, no quiero seguir con la «agonía» del PSOE sin dar algunos «puntazos» en la vida del «Abuelo» Pablo Iglesias. El primero, por su curiosidad personal y ambiental, su propio viaje desde El Ferrol a Madrid y su llegada y primeros años en la capital de aquella España que se hundía en la miseria y la pobreza más extrema.
Según los «sufridores viajeros» que lo intentaban era un poema trasladarse desde El Ferrol a Madrid, ya que por aquellos años no había todavía línea de ferrocarril, las carreteras se enfangaban en cuanto llovía y los viajes se efectuaban en diligencias con relevos de postas, lo que costaba mucho dinero, por lo que la gente muy pobre tenían que ajustar el viaje con arrieros o trajinantes, pagando según el peso y la distancia y entrando en el ajuste el derecho a subir en algún tramo el viajero en el carromato o en la caballería. Naturalmente la señora Juana ajustó, viuda y sin medios ningunos, lo más barato. A «Manuelín», con sus cuatro añitos, lo acomodaron en el carro y Paulino y la madre andando a pie…. Juan José Morato, el compañero y su primer biógrafo, describe el viaje así:
«Eran más de cien leguas, teniendo que cruzar tres puertos: el de Piedrafita, en Galicia; el de Manzanal, en León, y el de Guadarrama, en la frontera de las dos Castillas. Fueron tres semanas de camino, quebrado y ameno, en Galicia y León; duro, en los puertos; llano monótono, en los pueblos de Zamora, Valladolid y Ávila. Tres semanas de aire, de sol, de libertad, de cruzar entre prados, castañares, pomaredas, encinares, pinos, viñedos, tierras en rastrojo que nunca concluían; por caminos revueltos bordeando barrancos insondables, y a veces junto a huertos con higueras, manzanos y perales, que brindaban sus frutos dulcísimos. Cada noche, en el anchuroso hogar del mesón o parador, la señora Juana aviaba la cena de la familia y tal vez la del arriero o cosario, una cena pobre y bien condimentada, acaso unas patatas con colas de bacalao, tan gustosas cuando las adereza el cariño y las espera el apetito abierto por la caminata. Después, en el suelo, sobre sacas de paja o sobre las ropas de uno de los atados, dormían abrazados la madre y sus pequeños. Tempranito, al ser de día, la señora Juana preparaba las sopas de ajo, aprovechando los mendrugos que sobraron el día anterior, y también la comida del mediodía, una tortilla de patatas metida en medio de un pan grande; y cuando ya estaba todo dispuesto, despertaba a los chicos, los hacía lavarse y peinarse bien, se comían las sopas en la sartén misma, y en marcha otra vez, «con la fresca», si era posible. Al mediodía, alto en otro parador para comer y para echar un pienso al ganado, y si no se encontraba parador, se despachaba la pitanza a la sombra, junto algún manantial o regajo, mientras las caballerías engullían la ración de paja y cebada contenida en sacos.»
¿Y qué Madrid encuentra aquella pobre viuda y sus dos desamparados hijos? Lo primero es que cuando va al encuentro de un hermano que estaba bien situado como empleado de los Condes de Altamira, le informan que había muerto dos meses atrás. ¡Y aquello sí que fue duro hasta para la valiente Señora Juana! Pero, con los pocos reales que le quedaban se alquiló una habitación en la calle Morería, en el barrio de La Latina, en el que se amontonaban las casas y los pobres obreros en paro. Un cronista describe así el barrio el año 1860: «En esa infinidad de casas donde se albergan los individuos de las clases pobres, no se encuentran sino motivos para tristes y dolorosas reflexiones. Divididas en grandes patios y en grandes corredores; llenos estos de habitaciones estrechas, sucias y oscuras, esas casas son generalmente otros tantos focos de aires comprimidos, y lo que es peor, incentivo para toda clase de malos pensamientos y peores obras… la mortalidad en Madrid, la parte más considerable pertenece siempre a los hijos pequeños de estos infelices jornaleros, que tienen sobre si el castigo de dos miserias: la miseria de la escasez, hija de la falta de recursos, y la miseria de sus sucias y oscuras habitaciones, hija del corto número de casas que hay en Madrid, y de los mal distribuidas que se encuentran»
Otra imagen digna de resaltar es la que nos describe el Doctor Verdes Montenegro referida al Hospicio General de Pobres del Ave María, en el que vivirían los hermanos Iglesias sus primeros años en Madrid. Un relato escalofriante: «Niños durmiendo en el suelo en un caserón ruinoso en gran parte, mal vestidos e incluso descalzos, acogidos en un número mucho mayor que las plazas existentes y tan mal y escasamente alimentados que no podían definirse más que como hambrientos. En estas circunstancias no es extraño que la mortalidad (de estos en teoría niño sanos) superara el 65 por mil. El mayor numero de óbitos se producía entre los niños de edades comprendidas entre los 5 y los 10 años, con un índice de mortalidad de 80 por mil, índice que en la población no aislada de la misma edad era de un 16’3 por mil.»
Bien, pues este era el ambiente de necesidad, miseria y hambre que vivió, sufrió y padeció Pablo Iglesias Posse, el fundador del PSOE Yy la UGT durante su infancia y su juventud y nada explica mejor lo que hizo y dijo a lo largo de su vida política y sindical que aquellos sufrimientos. De lo que vivió en aquellos sus primeros años se desprende y se comprende la pasión que sintió en la defensa de la clase trabajadora. De tal modo que más que defender la lucha de clases, base del socialismo marxista, lo que Iglesias predicó durante sus años de vida pública fue la defensa de una clase, los suyos, los obreros y trabajadores.
A los 12 años, cansado ya de la vida que le obligaban a llevar en el Hospicio, un día se fugó y ya no volvió nunca. Entre los 12 y los 18 Pablo Iglesias recorre un verdadero viacrucis por las imprentas de Madrid, pues si al principio tuvo que hacer de mero repartidor luego se dio cuenta que el mundo de la impresión podía ser su mejor campo o su universidad para salir adelante. Es verdad que aquella lucha por la supervivencia le impidió estudiar o asistir a algún colegio y por tanto, ser hombre de escasa cultura. Pero, lo que no aprendió en los libros lo aprendió en la calle y en la vida, y eso le hizo conocer al ser humano y la realidad económica y política de la España que le tocó vivir mejor que cualquier doctorado.
La biografía de Iglesias es tan amplia que para recogerla en su amplitud se necesitarían las 900 páginas que le dedica Joan Serrallonga, uno de sus biógrafos. Por eso me van a permitir que entre en su vida, como «Azorín» entró en «El Quijote» de Cervantes, dando saltos y sin detallar fechas y acontecimientos, o sea a base de «picotazos», ya que algunos de ellos resumen su personalidad y su obra mejor que nada.
PICOTAZO 1
Sucedió el mismo día de la fundación del PSOE, el 2 de mayo de1879, en la «CASA LABRA», de la calle Tetuán de Madrid, cuando Pablo Iglesias se reunió con un grupo de 25 compañeros (16 tipógrafos, 4 médicos, 2 plateros, 1 doctor en Ciencias, 1 marmolista y 1 zapatero). En el acta fundacional consta que se nombró una comisión redactora del programa y de la organización del Partido, compuesta por 5 de los presentes: Iglesias y Victoriano Calderón, tipógrafos, y los doctores Ocina, Zubiarre y Jaime Vera
Y allí surgió la primera disputa socialista de la Historia porque a la hora de concretar el nombre del partido surgieron discrepancias. Iglesias quiso llamarle «Partido Socialista Obrero Español», lo cual fue rápidamente «contestado» por el Doctor Jaime Vera, uno de los tres médicos fundadores. Para el Doctor Vera añadir al nombre «Partido Socialista» la palabra «Obrero» era restringir, de entrada, las posibilidades del socialismo como partido político. Pablo Iglesia replicó que ese adjetivo sería precisamente el que remarcase la personalidad de «clase» que tendría el partido, un partido que nacía al hilo del materialismo histórico y la lucha de clases preconizadas por el marxismo de Carlos Marx y con un objetivo principal: la emancipación de la clase trabajadora. Naturalmente se impuso el criterio de Pablo Iglesias para quien los intelectuales eran también obreros, puesto que tenían un Patrón, aunque fuese el Estado y un sueldo. Andando el tiempo se inventaron el extraño término de «Obreros de la Inteligencia» para poder distinguir a los simplemente obreros de los intelectuales. También se quiso debatir la palabra «Español», pero Iglesias ahí estuvo tajante: «O es español o no lo es, y si lo es no hay más que hablar y si no lo es aquí sobramos todos»
Doctor Jaime Vera
PICOTAZO 2
A Pablo Iglesias se le acusó siempre de ser un hombre de escasas lecturas y sus enemigos cuando se referían a él incluso le llamaban el «obrero analfabeto», aunque su correligionario y primer biógrafo, Juan José Morato, escribió que su dormitorio era una biblioteca en pequeño llena de carpetas y montones de periódicos bien dobladitos y las obras de Carlos Marx, su yerno Paul Lafargue y el francés Jules Guesde en lugar preferente
Lo que está claro es que el fundador del PSOE no pudo pasar por la universidad ni tenía un título académico, pero a pesar de ello Pablo Iglesias tuvo en el Parlamento Español 420 intervenciones, escribió más de 1000 artículos en distintos periódicos y revistas y más de 8000 cartas. Ya en agosto de 1870, cuando sólo tenía 20 años publicó en «La Solidaridad» su primer artículo, que curiosamente dedicaba a una de sus «bestias negras» políticas: LA GUERRA, en el que entre otras cosas decía: «La guerra es un crimen que todos, absolutamente todos, y especialmente nosotros los obreros, somos sus principales víctimas, debemos combatir, condenar y apostrofar, trabajando todo lo que nos sea posible para que no se lleve a cabo» (ver texto integro a final del capítulo)
Otra «bestia negra» que mantendría hasta su muerte, fue la Monarquía, y sobre la Monarquía escribió otro de sus primeros artículos, que publicó en «Le Socialiste» de París en diciembre de 1885 y en el que adelantaba su pensamiento sobre las monarquías y las repúblicas: «La Monarquía es privilegios para unos, las camarillas y la Nobleza, y miseria para el pueblo y además, como dijo el Gran Tribuno D. Emilio Castelar, la Monarquía lleva en sus entrañas la corrupción. Tal vez por eso los Reyes le tienen miedo a las elecciones. No hay que olvidar que Fernando VII pudo volver al Absolutismo porque se dio un «autogolpe» que le permitió aplastar a la Oposición y su nieto Alfonso XII fue proclamado Rey tras el golpe del general Martínez Campos… La Monarquía es para mí la injusticia social y para mi Patria la reacción política. En cambio, la República es para mí la justicia social y para mi Patria la libertad política. La Democracia es el poder de todos, la Monarquía el privilegio de uno o de algunos. La República educa y moraliza al pueblo, la Monarquía corrompe y envilece al pueblo, y por eso todas concluyen en la corrupción y siendo odiadas por el pueblo. Y yo me digo lo que dijo el general Washington al finalizar laguerra contra Inglaterra y cuando los americanos le ofrecieron la Corona: «No, una nación no puede ser propiedad de una familia y que la hereden de padres a hijos como si fuese una casa o una finca». Y soy defensor a ultranza de la República, porque la República es igualdad, justicia y libertad. Lo aseguro, el «Partido Socialista Obrero Español» luchará siempre porque España sea republicana».
Y así constaba ya en el programa fundacional de «máximos» y «mínimos» del PSOE:
«Leed nuestro programa y veréis que en el programa mínimo la primera cuestión que se plantea es «supresión de la Monarquía». Es decir, que el Partido Socialista tiene como primer punto en su programa mínimo, no en el máximo, sino en el mínimo, la supresión de la Monarquía». (Largo Caballero)
nach und nach. poco a poco, como decían Marx y Engels que había que leer su «Manifiesto Comunista»
Marx y Engels
En primer lugar quiero adelantar algo que, al menos a mí, me parece evidente: la historia del Partido Socialista Obrero Español es la historia de unos cuantos hombres con nombre concreto, aunque tras ellos se muevan en la sombra millones de anónimos españoles que lo dieron todo por el ideal socialista. Esos hombres se llamaron Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos, Andrés Saborit, Luis Araquistain, Juan Negrín, Julián Zugazagoitia y etc.
En segundo lugar no hay más remedio que aceptar algo asimismo evidente: la historia del Partido Socialista Obrero Español es la historia de una gran crisis…, una crisis permanente que nace con el propio partido y le sigue a lo largo de su peripecia política. Tal vez porque el Partido Socialista Obrero es un partido marxista y el marxismo vive desde Marx una verdadera «agonía», en el sentido unamuniano de «lucha y búsqueda de la propia identidad».
Por lo primero, es decir, por la biografía de sus hombres con nombre, la historia del Partido Socialista es una historia humana y, por tanto, sujeta a la condición humana de esos hombres. O sea, una historia de virtudes y defectos, de aciertos y errores, de nobleza y picardía, de heroísmo y cobardía, de honradez y miserias inconfesables, de consecuencias y camaleonismos, de razones y pasiones, de verdades y mentiras, de inteligencias preclaras y culturas ramplonas… Pues, de todo hubo en la vida de esos hombres y en su actuación pública. Por tanto, no sería justo radicalizar en uno u otro sentido el juicio que podemos dar de esos «cien años» de socialismo. Creo que aquí, en esta historia, sobra, en consecuencia, el César o nada y vale más quedarse con el Ni Marx ni Jesús de Jean Revel.
Es cierto que entre esos hombres hubo algunos que se granjearon el respeto y la admiración de sus amigos y de sus enemigos, por su bondad personal, su honestidad, su sinceridad y su consecuencia: Pablo Iglesias (de quien Hemingway llegó a decir en su novela Por quién doblan las campanas que había sido «el único hombre decente en dos mil años»), Julián Besteiro (el único de los «grandes» que no huye ante el enemigo ni abandona a «su» pueblo en la hora crucial de la derrota), Fernando de los Ríos (el hombre inocente que supo hablarle a Lenin de libertad y llorarle a Azaña las violencias de sus correligionarios), Julián Zugazagoitia (el hombre de la moderación que no perdió la cabeza ni en el fatal momento de su fusilamiento)… y etc. Pero, también es cierto que hubo otros que siempre fueron y seguirán siendo discutidos: Largo Caballero, Prieto, Negrín, Ariquistain, Álvarez del Vayo, Carrillo… y etc, etc.
¿Y por qué es la historia del PSOE una crisis permanente…? Sencillamente, porque el PSOE es un partido marxista y el marxismo –y bien lo dejó escrito Julián Besteiro- no es un «dogma de fe», a pesar de la interpretación comunista, ni una fórmula matemática. El manifiesto comunista y El capital– dice Besteiro no son una especie de Biblia donde nosotros, cada vez que tengamos que resolver un problema que nos plantee la realidad, no tengamos más que hojear las páginas hasta encontrar el versículo correspondiente y aplicarlo. No. De ninguna manera. Es más, os voy a decir que la doctrina de Marx no ha sido siempre la misma, y en eso está su principal virtud. La doctrina de Marx ser ha ido perfeccionando con el tiempo…
Julián Besteiro
Es verdad que partiendo de unos mismos textos y de una misma doctrina puede llegarse –y de hecho se ha llegado- a puntos tan distantes como la «Dictadura del Proletariado» de Lenin y los soviéticos o el «Socialismo democrático» de Bernstein, Kautsky y Rosa Luxemburgo, aquella gran luchadora alemana que dijo:
«Ciertamente, la situación democrática tiene sus limitaciones, cosa que comparte con todas las instituciones humanas. Pero el remedio que han encontrado Trotsky y Lenin es aún peor que los males que la democracia pueda producir, porque este remedio seca la fuente viva misma que únicamente pueden corregir las insuficiencias propias de las instituciones sociales: la vida política enérgica, activa y sin trabas de las más extensas masas populares…
La libertad exclusiva para los partidarios del Gobierno, para los miembros de un solo partido, por numerosos que éstos sean, no es libertad. La libertad debe serlo de aquellos que piensan de forma diferente.»
Y porque esta doble interpretación se dio de hecho es por lo que hoy existen dos Socialismos: el socialismo dictatorial o comunismo, también llamado marxismo-leninismo, imperante en la Unión Soviética, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Cuba, Bulgaria, Nicaragua y Venezuela,etc., etc… y el socialismo democrático, de tanta preponderancia en la Europa de nuestros días. Es decir, dos sistemas aparentemente opuestos y casi enfrentados.
El hecho es que la historia del «marxismo» es una verdadera «agonía»… como lo demuestran el enfrentamiento con el anarquismo de la I Internacional, todavía en vida de Marx y Engels; la «doble interpretación de la II Internacional y las 21 condiciones de la III, también llamada «Internacional Roja». Pues, «agonía» es siempre la búsqueda de la verdad y más de una verdad tan relativa como puede ser la «verdad política, social o económica».
«El socialismo –dice Besteiro- es un método, un modo de acción, un camino para investigar la verdad en los problemas históricos y sociales y un camino a seguir sólida y recialmente para operar una verdadera transformación social; pero como método, el Socialismo está compuesto de leyes, está compuesto de la enumeración de los hechos, está compuesto de teorías. Unas teorías que, como todas las teorías científicas, no necesitan ser absolutamente verdaderas…, les basta con ser relativamente verdaderas.»
De ahí las discrepancias y las permanentes polémicas de los marxistas… no comunistas, ya que el comunismo, también dictatorial en el seno del partido, apenas si permite la discusión y mucho menos la crítica. Pero la disciplina socialista no consiste –dice Don Julián- en la obediencia ciega a los ukases de los jefes. La disciplina socialista es la aceptación voluntaria de las normas que a sí mismo se da el Partido, y esa aceptación voluntaria no puede producirse sino sobre la base de una obra crítica permanente y de una libérrima discusión. El día en que en un Partido Socialista –remacha el profesor de Lógica- se cegara las fuentes de la crítica, de la crítica de sus propias ideas y de sus propias actuaciones, tanto como de la crítica de los hechos y los principios de los adversarios, ese día el Partido habría perdido su propio carácter y se habría convertido en una secta de apasionados doctrinarios.
Claro que para comprender las diferencias entre el «marxismo dictatorial» y el «marxismo democrático» tendríamos que adentrarnos en el meollo de la teoría marxista y en la de sus principales protagonistas e intérpretes: desde Carlos Marx y Federico Engels, Bernstein, Kautsky, Rosa Luxemburg, Pleyanov, Bauer, Reuner, Jaurès, Guesde y, sobre todo, Lenin, marxistas de la primera época… a los modernos Garaudy, Gramsci, Lukács, Schaff, Marcuse, Löwith, Althusser y otros en nuestro tiempo. Lo cual dejamos para más adelante y en manos de los dos «intelectuales» de más prestigio que dio el Socialismo Español, al menos hasta 1936: Julián Besteiro y Luis Araquistain.
Luis Araquistain.
Vaya por delante, sin embargo, algo que sí considero fundamental para entender lo que ha sido la historia del Partido Socialista: esa tragedia de tener que vivir en una continua y permanente encrucijada, el tener que estar siempre discutiendo los pros y los contras del sistema totalitario de la «dictadura del proletariado» o de la «democracia burguesa» con participación socialista. El estar siempre divididos y enfrentados en el seno del propio Partido y vivir en realidad, una eterna «guerra civil» interna (pues, como «guerra civil» vio Salvador de Madariaga la «gran crisis» socialista de 1934-1936).
Y ahora vayamos a la historia del PSOE. Una historia que muy bien podría sintetizarse en estas interrogantes:
¿Puede un partido socialista obrero admitir en sus filas a intelectuales?
¿Puede colaborar el Partido Socialista con el régimen monárquico?
¿Qué postura debe adoptar el Partido Socialista Obrero ante la guerra colonial o ante la guerra en sí?
¿Debe participar en elecciones un partido que defiende y lucha por la revolución?
¿Es válido aliarse con fines electorales a otros partidos, aunque sean progresistas?
¿Hasta qué grado de violencia puede llegar un partido socialista en la consecución de sus fines?
¿Qué hacer ante una dictadura militar bien recibida por el pueblo y por gran parte de las clases trabajadoras?
¿Puede el Partido Socialista colaborar con los partidos republicanos que aspiran a derrocar la Monarquía y hacer la revolución burguesa?
¿Pueden participar los socialistas en un Gobierno burgués, aunque sea para conseguir «reformas», que retrase la «revolución»?
¿Y qué hacer cuando la República se inclina a la derecha por decisión de las urnas?
Porque la verdad es que ésta ha sido la historia del PSOE… como lo demuestran las crisis internas reflejadas en las Actas de sus Congresos. En realidad, una larga crisis con tres cumbres destacadas: la de 1917-1920, la de 1920-1931 y la de 1933-1936. Es decir, la crisis de la huelga revolucionaria de 1917 y la posterior escisión de 1921 (año en que los socialistas que decidir sobre las famosas 21 condiciones de Lenin y surge el Partido Comunista); la crisis del último año de reinado de Alfonso XIII y la proclamación de la II República y la crisis posterior a las elecciones del año 1933, que provocó lo que vulgarmente ha dado en llamarse «Revolución de Asturias», la ruptura democrática y el enfrentamiento definitivo de Julián Besteiro y Largo Caballero (o sea, el «marxismo democrático» y el «marxismo totalitario»).
Y ahora vayamos con la otra interrogante: ¿Es cierto eso del «Socialismo es libertad»? Porque llegados a este punto hay que aclarar urgentemente varias cosas:
El Socialismo democrático sí es partidario del sistema de libertades…, al menos en la fase de transición del capitalismo al marxismo.
El Socialismo marxista partidario de la «dictadura del proletariado» acaba con la libertad…, al menos hasta llegar al último estadio del socialismo preconizado por Carlos Marx (cosa que ni siquiera en la Unión Soviética se ha producido hasta hoy).
La Historia demuestra que el Socialismo español ha defendido la libertad mientras ha estado en la Oposición y ha «recortado» las libertades cuando fue Gobierno o participó en el Poder.
Naturalmente, esto no lo digo yo, como verán en seguida los lectores. Esto lo dicen los hechos acaecidos en España desde 1879 a 1939 y hasta los propios protagonistas de la «tragedia» socialista. Y para demostrarlo ahí están (en otro lugar) los discursos y los escritos de sus principales líderes Pablo Iglesias, Besteiro, Largo Caballero, Prieto y Araquistain. Y un «hecho» definitivo que, por cierto, callan muchos: la ruptura de Besteiro con el Partido y su abandono práctico entre 1934 y 1939. ¿Por qué? ¿Por qué dimite don Julián Besteiro, primero de la presidencia del Partido y luego de la presidencia de la Unión General de Trabajadores (UGT)? Rotundamente: por la inclinación totalitaria y dictatorial que sigue el Partido tras la derrota electoral de 1933.
Continuará…
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