09/05/2024 11:25
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Uno no puede defender, menos aún respetar o reverenciar, aquello que no ama decididamente, sin complejos ni recatos, sin vergüenza ni timidez. Es radicalmente imposible, fingirlo sería repugnante, inmundo y nauseabundo. Sin embargo, pese a esta repulsiva e infecta impostura y fingimiento, sobran españolitos que se exhiben petulantes, engreídos y soberbios alardeando de su farsa política y estafa emocional. Patrioteros de pico y bandera en la muñeca, españolazos de verbo fácil y grandilocuente, siempre dados a la incontinencia retórica y a la comedia de teatrillo barato. Llegada la hora de la verdad, llegado el momento de la entrega generosa a una causa justa, la de defender y probar su devoción proclamada y pregonada, desaparecen de escena y se escabullen detrás del periódico, maldiciendo y profiriendo todo tipo exabruptos, en ocasiones demasiado groseros e inconvenientes, durante sus habituales tertulias sociales. Sus ademanes y salidas de tono son acordes con el numerito representado con escasa delicadeza y corrección. Me resulta un atroz y horripilante vaudeville en su versión española, un sainete sin ninguna gracia ni mérito. Lamentablemente, estas comedias son muy habituales y prolíficas en nuestro quehacer cotidiano. Todos hemos sido testigos de estas escenas aburridas, tediosas y frecuentemente acaloradas, sin ninguna utilidad ni más propósito que el de pasar un ratillo.

Queda claro que una cosa es decir y otra, bien distinta y diametralmente opuesta, es obrar y ser consecuente con lo que se dice. Sobran, al menos para mi, analistas y críticos de sillón y cervecita en la mano, de voz afligida y tono afectado, gesto circunspecto y discurso desolado describiendo el panorama que contemplamos.

Yo sí estoy verdaderamente acongojado por la falta de un auténtico sentimiento identitario que se respira en la sociedad española. Me siento abatido por la indiferencia de tantísimos compatriotas que no sienten serlo, muchos de ellos sin habérselo cuestionado. Estoy profundamente consternado y apesadumbrado, preocupado y desasosegado, por la desafección que percibo ante la amenaza de ruina moral que impera hoy día y que, sin resistencia alguna, se extiende como una mancha de aceite, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Nuestra Patria –con mayúscula- se encuentra atribulada, desnortada y gravemente aquejada de un pesimismo derrotista, de una parte, y de una euforia obscena de quienes la profanan impunemente, sin ningún duelo ni recato, por la otra. Frente a la debilidad, la flojera y el desfallecimiento de aquellos, se levanta la fortaleza, la resolución y el brío de estos, enardecidos, vociferantes y vocingleros.

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Uno no puede defender aquello que no ama decía anteriormente y, en consecuencia, uno no puede amar aquello que no conoce. Tampoco es posible ni viable defender lo que no se conoce. Cualquier intento de alegato, razonamiento y pueril arenga es baldía, vana e inútil, por estar asentada en el desconocimiento y la debida y sólida argumentación Hacerlo es estéril y gratuito, por yermo e inane.

¿Se puede defender a España sin amarla verdaderamente? ¿Se puede amar España sin conocerla? ¿Qué es España? ¿Quiénes somos? ¿Cuál es el pasado que nos precede en el presente? Muchas son las preguntas, algunas interrogaciones retóricas, que no tienen una respuesta para el común de los mortales del solar hispano, incluidos los patriotas de bandera, himno y fervor exaltado. ¿Se puede debatir, discutir, dialogar o, sencilla y llanamente, charlar con un mínimo de rigor desde la nada o el prejuicio infundado? NO. Así de rotundo y así de claro.

Lo malo, lo peor si cabe, es que ante la endeblez ideológica y cultural imperante, la mentira se consagra como verdad incontestable, la falsificación de la realidad se impone de manera incuestionable y desaforada. El bulo y la trola campean a sus anchas de manera descontrolada e infame, el embuste melindroso y delicado cautiva a un público entregado a soflamas y peroratas engañosas, los discursos y arengas –desde la tribuna o la rueda de prensa- son falaces y fraudulentos. No hay un auténtico espíritu crítico que cuestione las razones o motivos presentados entre eslóganes y consignas partidistas.

Esta es la realidad que nos envuelve, nos rodea y estrangula como pueblo, como nación y como sociedad. Indefensos, desarmados y desvalidos, estamos desamparados, desprotegidos y somos extremadamente vulnerables a la manipulación, la tergiversación y la malversación de la verdad. Y en esto la izquierda es experta en las malas artes en el ejercicio del fraude, el engaño y la manipulación. Su maestría en el dominio de los escenarios públicos y mediáticos, acreditada y sobradamente contrastada en el devenir de los tiempos modernos, la permite implantar una dictadura cultural incontestable, una ética de pensamiento único excluyente, monolítico y pétreo, impermeable a la disidencia, el desacuerdo y el cisma. Cualquier oposición, desavenencia y desacuerdo con el relato oficial es tildado de retrógrado, intransigente e involucionista.

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Así pues, con una eficaz labor educativa y aleccionadora, adoctrinadora e imperativa en lo que a la nueva verdad se refiere, España se convierte en una entelequia, en una invención y una quimera promovida por los reaccionarios, en una fantasía de los fascistas y en una utopía de una derecha trasnochada y triste, contraria al progreso y al desarrollo social y económico justo y equitativo.

Queridos lectores, España es una realidad histórica, una verdad política y una certeza. Somos mucho más que un país común y corriente, representamos mucho más que una simple nación en el concierto internacional de pueblos unidos bajo su bandera, acreditamos una identidad única, genuina y exclusiva forjada por nuestra excelsa historia y, sin lugar a dudas, mucho más que nuestra tierra natal o adoptiva jurídicamente descrita por los tratados y el ordenamiento jurídico. Somos, o deberíamos ser, una unidad de destino rica y diversa, con una responsabilidad ante la historia y ante nuestras generaciones venideras. No podemos renunciar a quienes somos, a quienes hemos sido y a quienes queremos ser. España es nuestra PATRIA.

 

Autor

Jose Maria Nieto Vigil
Jose Maria Nieto Vigil
Historiador, profesor y periodista. Doctor en Filosofía y Letras. Licenciado en Filosofía y Letras, en las especialidades de Historia Antigua e Historia Medieval. Diplomado en Magisterio con Estudios superiores de Teología y Egiptología. Profesor del Colegio Maristas Castilla de Palencia con más de 20 años de experiencia, ha trabajado como profesor en las Fuerzas Armadas Españolas y en la UNED. Presidente provincial de Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza (FSIE) y presidente del Comité de Empresa del Colegio Marista.
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Geppetto

Los españoles llevan una bandera de España en la muñeca porque les da la real gana , porque de esa manera se identifican con esa España que aun se siente representada por dicha bandera.
Todavia no ha habido hora de la verdad por ninguna parte y si los españoles que llevan la bandera a la vista lo hacen están demostrando tener mas redaños que quienes no la llevan, porque mas de cuatro veces el llevar orgullosamente los colores nacionales a la vista termina a guantazos.
Muchos españoles de mas de 69 años que la llevan, sobre todo en Madrid, se conocen desde hace años, desde la época en que solo unos pocos españoles acudían a apoyar los entierros de los militares y policia que eran asesinados por ETA y que el Estado enterraba sin honores de ningún tipo.
De manera que, enteradillo escritor, tenga mas respeto a lo que desconoce no vaya a ser que se cruce con alguno de ellos a la salida de una tasca

Aliena

Bueno, te recuerdo a un señor de nombre víctor Laínez asesinado al llevar unos tirantes con la bandera de España; por un chileno que ya había dejado tetrapléjico a un policía y que andaba suelto y supongo que lo está de nuevo y a quien nadie, por lo visto, quiere mandar a su país de una patada, qué suerte tienen en Chile.

JCrespo

Mucho bla, bla, bla, bla….
Pero el origen de todo lo que actualmente sucede, la causa de todo ello, es una gran élite que dirige a nuestros corruptos políticos.
Es decir, mucho hablar, pero esta es la realidad que nos está literalmente destruyendo y no se cuenta aquí. Acusaciones, pero de ese origen nada. A casi toda gente, lleven o no bandera en la muñeca y con mil elegantes palabras, pero cobardemente no se va al Grano. Esa cobardía que oculta, igual que los Medios «oficiales», a los grandes enemigos y se va por las ramas es una Defensa más a esos agresores!

Aliena

Exacto, no se cuenta, ni ahora ni con la anterior línea editorial; mucho «sanchismo» y muchas alharacas, pero tupido velo sobre las causas primeras.

José Luis Fernández

«España es una realidad histórica, una verdad política y una certeza. Somos mucho más que un país común y corriente, representamos mucho más que una simple nación en el concierto internacional».
En la actualidad España ocupa el puesto nº 14 en la clasificación de paises por su Producto Interior Bruto (PIB), el puesto nº 31 en la clasificación de paises por su población, el puesto nº 42 en la clasificación de paises por el número de efectivos en sus Fuerzas Armadas (Marruecos ocupa el nº 24), y el puesto nº 51 en la clasificación de paises por su superficie.
Hace muchos años que España dejó de ser un imperio y si queremos lo mejor para el futuro de nuestro país lo primero que tenemos que hacer es dejar de lado la nostalgia del pasado y poner los pies en el suelo. España es uno de los 27 paises miembros de la Unión Europea y, además, forma parte de la gran familia de naciones del mundo occidental (es decir, las de Europa, las de América del Norte, las de Iberoamérica, e incluso las de Oceanía). Nuestro destino, como país, debe estar unido al destino de todos los paises con los que compartimos una misma civilización, la Civilización Occidental.
En un futuro no demasiado lejano las amenazas para la supervivencia de España, y del mundo occidental en general, van a venir de Turquía y de los paises árabes por lo que España necesita estar integrada en una alianza militar que englobe a todas las naciones occidentales y, si fuera posible, también a Rusia. Ni China ni la India son paises enemigos del mundo occidental aunque puedan llegar a ser competidores comerciales.  

Aliena

Ya salió el complejo agudo en el buenista último párrafo. Gracias por nada.

JCrespo

Este artículo es el paradigma de casi todos los que se escriben lamentándose por la situación de España y sus causas. Esto es, despotricando contra los ciudadanos y las izquierdas, pero silenciando el origen primigenio del mal que nos está destruyendo.
Muchos anteponen a la Constitución, otros a los inicios del proceso «democrático»…etc., la culpabilidad primera. Pero decir o escribir, claramente, que nuestra clase política SE DEBE exclusivamente a una élite Mundial, pocos lo hacen y menos profundizan en ello.
Así creo que es vergonzoso tratar al español como analfabeto funcional y cobarde, al mismo tiempo que se le oculta en esos escritos cuál es su enemigo oculto y que lo mueve todo. Suponiendo, a todo esto, que el que escribe sea alguien que esté cultural e inteligentemente por encima de sus compatriotas. Porque así, aquellos, en su mayoría se valoran…

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