10/04/2025 15:50

La tendencia de conservar el cargo y sobrevivir en política corresponde profundamente a la conciencia y el ego de cada cual, pero siempre tengo presente lo que leí una vez sobre el tema : «A las personas en política no se les conoce por cómo llegan, sino por cuándo y cómo se despiden».

Permítanme que en esta ocasión realice un símil de la política con la noche y la fiesta, que es prácticamente a lo que se nos ha tenido acostumbrados en nuestro país: parece ser que de la sala de fiestas como de la política cuesta mucho despedirse bien, ya que la dimisión voluntaria es algo totalmente ajeno a nuestra cultura política aun siendo conscientes de los errores causados ante una población que espera en muchas ocasiones con expectación la llamada de la Fiscalía exigiendo responsabilidad a los irresponsables.

Los hay que han sabido despedirse relativamente pronto y en el mejor momento de la fiesta, cuando todo el mundo se lo estaba pasando francamente bien y todavía se respiraban ganas de seguir bailando y cantando. De esta forma, el recuerdo que siempre dejan es mucho más alegre, elegante y honrado ya que aparentemente se mantiene el orden y la diversión. Los ha habido también que han dimitido tarde sin asumir responsabilidad alguna y sin reconocer errores, pero de poco sirve dimitir cuando no queda otra salida porque el jefe de la sala prácticamente te está echando por no bailar la música que le gusta. Luego están los que dicen que abandonan la fiesta circunstancialmente, que pretenden amagar como que se van del garito «dignamente» durante un tiempo a sabiendas de que le están haciendo la cama. Y por último, están los que no dimitirán jamás sea como sea el fiasco de grande (como el egocéntrico Pedro Sánchez), llegándose a creer que cambiando el garito de nombre estará el problema solucionado y continuará la fiesta durante meses.

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Está claro que el cargo es de uno y lo deja cuando quiere, pero hay determinadas actitudes que van en perjuicio de los ciudadanos y de la propia prosperidad del país, por lo que tanto aferrarse a él, genera muchas suspicacias por parte de la población en torno a la gestión. Queda claro que dejar un cargo es mucho más complejo que marcharse de la fiesta a la que acudieron, todo hay que decirlo, en calidad de invitados.

José Antonio Ávila López

Autor

Jose Antonio Avila Lopez
Jose Antonio Avila Lopez
José Antonio Ávila López
Nacido el 26 octubre de 1970 en Terrassa (Barcelona), pero siempre ha
vivido a 9 km (en Rubí), a excepción de dos años que residió en Valencia
(2014-2016). Licenciado en Filología Hispánica, ha trabajado en
asesorías y gestorías como corrector de textos y asesor político.

Siempre le ha gustado leer y escribir, la literatura y la política
son una pasión: con 25 años ya fue asesor político y con 29 concejal
de Comunicación. El periodismo escrito le ha encantado desde muy joven,
y ha publicado alrededor de 1.500 cartas al director y artículos
y columnas de opinión periodísticas.
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