07/05/2024 09:45
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Hemos llegado a una madurez de la Constitución española que no hubiera sido posible sin la intervención de Torcuato Fernández Miranda, uno de esos nombres que muchos han querido olvidar. En un fin de semana ideó un plan para adaptar definitivamente los postulados del Franquismo. Juan Carlos I juró los Principios Fundamentales del Movimiento al ser coronado en 1975. No se podía aprobar una Constitución si antes no se derrocaban estos. Ahora bien, hacerlo suponía ponerse a demasiadas personas en contra. Quizás más de uno se hubiera levantado en armas. Ante tal circunstancia, ¿qué hacer? La solución la encontró Fernández Miranda al pronunciar una frase que fue crucial en esos momentos. Esta decía “de la ley a la ley a través de la ley”. Un principio que quería decir muchas cosas y para algunos tal vez no significaba nada. En un fin de semana redactó la Ley para la Reforma Política. Con ella se pudo desmontar el régimen franquista legalmente con el apoyo de unas Cortes que aún tenía a muchos de ellos entre sus filas. Fernández Miranda le hizo el harakiri a les leyes fundamentales franquista.

 

Dentro de la historia de España es la Constitución que más años ha durado. La Pepa y la masónica de 1931 duraron muy pocos años. Tal vez los ciudadanos españoles no estaban preparados para convivir con una constitución. Ambas aparecieron en unos periodos muy convulsos. Una en plena guerra de la Independencia con Francia y la segunda tras el derrocamiento de Alfonso XIII. Con el fin de un largo periodo de dictadura se pensaba que una nueva constitución tendría un corto recorrido. Lo mismo que la monarquía. Y llevamos 42 años con ambas instituciones asentadas en España.

 

Lo que algunos podemos celebrar, otros lo odian. Es más, consideran que España es un país opresor que no les deja expresarse en libertad. Que los ha castrado como pueblo. Estos personajes que se manifiestan y exclaman todas estas tonterías se olvidan de una cosa fundamental. Gracias a la constitución son libres de expresarse como lo hacen. Ni vivimos en un estado dictatorial, ni se persigue a la gente por pesar o por sus ideas. Esta es otra de las atrocidades de algunos alucinados políticos que afirman estas cosas. Lo cierto es que en España no se persigue a nadie por sus ideas. De hacerse, todos estaríamos en la cárcel. Y toda esta libertad -que algunos la convierten en libertinaje- es gracias a la Constitución.

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Por esta y por muchas otras cosas la Constitución ha sido positiva. ¿Tiene errores? Posiblemente sí. Se redactó en una España que estaba saliendo del blanco y negro y hoy estamos en el 5G. La sociedad no es la misma y quizás algunas cosas se tendrían que cambiar o redefinir. ¿Esto significa que debemos escribir una nueva constitución? Considero que no. La de Estados Unidos es del 1787, la francesa es de 1958, la italiana de 1947, la alemana de 1948, la del Reino Unido del 1215, la de Noruega de 1814 o la de Holanda de 1815. Todas estas constituciones se aprobaron en épocas muy diferentes a las actuales y siguen en vigor. Teniendo en cuenta esto, ¿qué deberíamos hacer?

 

Seria posible introducir enmiendas para modificar ciertos aspectos que han podido quedar desfasados después de tantos años. Estas modificarían una parte concreta del texto. Por ejemplo, lo cambios acaecidos por las revoluciones técnicas, especialmente en el campo de las comunicaciones, han generado nuevos derechos que en 1977 no se pudieron prever. Otro caso es el de los mayores. En la Constitución no se mencionan los derechos de los que han alcanzado la edad superior, sino que se presta más interés a la protección de la juventud y de la infancia. También cambios en las campañas electorales que están estructuradas conforme a cómo se hacían en el momento de escribir la Carta Magna. Incluir enmiendas no es un sacrilegio ni algo raro. Desde 1930 Austria ha promovido más de cien, Alemania más de sesenta o Francia con 24.

 

La Constitución Española es una norma jurídico-política de plena vigencia. Y por eso enmendarla no implica romper ciertos consensos imprescriptibles para la convivencia. El texto debería adaptarse a las cambiantes circunstancias que ha vivido España. Fuera de aquí se mira la constitución como un texto que puede requerir adaptaciones o reformas, sin creer que con hacerlo se vayan a abrir heridas o pretender cambiarlo todo al instante. Los españoles merecemos una Constitución adecuada a esta sociedad que se ha hecho madura con ella y que vive en el 2020 y no en el 1978. Esperemos que la madurez de los políticos ayude a esta modulación evolutiva. Ahora bien, teniendo en cuenta los políticos que nos gobiernan y nos han gobernado, dudo que esto ocurra. La sociedad española, con la Constitución, ha madurado mucho mejor que sus políticos.

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