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No sé si son sinceras las medidas del Gobierno, porque estando detrás el sindicalismo, mal llamado «obrero», lo mismo justificarán el planchado de huevos que la fritura de corbatas.
Confieso que no me fío de los sindicatos mal llamados «obreros». Ha sido tanta la corrupción que han generado y acumulado en este país que, cuando escucho la palabra sindicato de clase, instintivamente me llevo la mano al bolsillo. ¡Como para no hacerlo! Desde que el sindicato socialista se enredó en el «caso PSV» y algunos afiliados colgaron longanizas en la puerta de las sedes, no soporto las acciones de estas organizaciones anquilosadas, cavernarias y destructoras de empleo. Y cuando parecía que empezaba a recuperarme, surge la condena en Andalucía donde se dice que el sindicato socialista debe devolver cuarenta y tantos millones.
Lo curioso es que, en vez de pagarlo con el patrimonio personal de los irresponsables, lo paga con patrimonio sindical; es decir, los sindicatos obreros no tienen responsabilidades. Ahora entiendo cuando la población dice que la ley española está hecha para condenar «robagallinas», «robaperas» y «tuercebotas», incluso «gente honrada y trabajadora». Naturalmente, los demás tienen estudiosos de las trampas, la corrupción, la malversación y otros delitos. Empiezo a entender eso del sindicato del crimen.
Pues si antes no pude confiar en el sindicalismo obrero, menos lo haré ahora. Resulta que el Gobierno del «Mentiroso» Sánchez ha publicado un Real Decreto-Ley 20/2021, de 5 de octubre, y en su Título III «se adoptan medidas urgentes de apoyo para la reparación de los daños ocasionados por las erupciones volcánicas y para la reconstrucción económica y social de la isla de La Palma».
Tranquilos porque los sindicatos obreros no van a reconstruir nada, sencillamente porque nunca lo han hecho. Tan sólo se van a aprovechar de una dotación de 63 millones habilitada por el Gobierno; estoy convencido de que no llegará nada a La Palma y se diluirá entre facturas irracionales para practicar el «buitreo» como los nacionalismos periféricos.
En el Real Decreto-Ley se aclara el destino del dinero y la finalidad del Plan Extraordinario del Plan de Formación y Empleo. Se trata de diseñar medidas conducentes a paliar los daños de la erupción volcánica. Han de ser medidas de acción rápida, no sirven las estrategias inútiles. El objetivo final es recuperar la situación anterior al desastre. ¿Y la torpeza de Sánchez le ha llevado a confiar esas medidas a los sindicatos? Nunca pensé que nuestro presidente estuviera tan mal de la azotea ni sus neuronas tan atrofiadas. ¡Esto se nos va de las manos, coño!
Reconozco que las medidas son buenas. No sé si son sinceras, porque estando detrás el sindicalismo, mal llamado «obrero», lo mismo justificarán el planchado de huevos que la fritura de corbatas. Sesenta y tres millones dan de sí para mucho bueno y para hacer mucho daño. Me parece extraordinario que se intente fomentar toda actividad económica que conduzca a nuevos empleos y se aprovechen todo tipo de recursos disponibles.
Es inmejorable que se recalifiquen las personas y la reordenación y reestructuración laboral, además de mejorar la transformación digital y la economía en general. Pero sospecho que se usa excesivamente el pleonasmo de Boletín Oficial del Estado; es decir, muchas palabras bonitas que, como siempre, se quedan en ramplones cursos donde se justifica hasta el cafelito de media mañana. Éste no es el momento para eso y sí lo es para las ayudas directas, alejadas de simples propinas vejatorias.
Ahora lo que procede son las ayudas directas y la solución a los problemas de vivienda. Si alguien piensa que el Ejecutivo está interesado en los problemas de La Palma es que no conoce nada. Pasa del tema lo justo, sin que falten estrategias de disuasión y planificaciones de imagen. Al «Mentiroso» Sánchez y a sus monaguillos les preocupa la aprobación de sus falsos e inflados presupuestos. Para Pedro Sánchez, La Palma no es más que un contratiempo al que hay que dedicar seis lágrimas de cocodrilo y tres golpes de pecho. Mantenerse en Moncloa es lo que importa.
No sé qué es peor, si pensar que es un psicópata o un simple energúmeno atrabiliario. Tiene muy poca vergüenza y abundante cara dura. Entre inservibles chiringuitos, exageradas dotaciones a los sindicatos sectarios y ampuloso Ejecutivo con miles de marionetas asesorando no se sabe qué, Sánchez ha generado una imagen que al principio era de simple trilero, pero ahora es de paranoico e insensato.
Con esas credenciales, y la sensación de tonto que las presenta y avala, los sindicaos no se alejan del dinero fácil. Volveremos a la realidad el día que el sindicalismo pague a sus liberados y se haga cargo de sus cuotas sociales, médicas y laborales. Hoy día, atacar a la empresa que te paga, como hacen muchos sindicalistas, debería castigarse con una paliza al atardecer o una presentación de credenciales con gorrazos.
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