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La guerra de Marruecos, llamada Guerra de África, de 1859-1860 produjo una llamarada de entusiasmo patriótica en toda España que hoy, vista en perspectiva, llama poderosamente la atención comparándola con los estragos que la ingeniería social ha hecho en algunas regiones como Cataluña o Vascongadas en nuestros días. Aquella era todavía la España tradicional. La ola de fervor patriótico fue general en todas las regiones, incluyendo Cataluña y Vascongadas, incluso por encima de la media en estas zonas.

El 12 de noviembre de 1859 se reunieron en la Casa de Juntas de Vizcaya, en Guernica, los comisionados del Señorío de Vizcaya y las provincias de Álava y Guipúzcoa. En el contexto foral de la época eran las Diputaciones vascas las que organizaban el reclutamiento para la guerra. Aquel histórico día se tomaron 3 acuerdos: Poner a disposición de la reina Isabel II (Señora de Vizcaya) un donativo de 4 millones de reales, un alistamiento general en las provincias vascas por el tiempo que dure la guerra de Marruecos y la creación de tres Tercios vascongados de 3000 hombres para dicha guerra.

Los Tercios Vascongados o División Vascongada estaba mandada por el mariscal D. Carlos María de la Torre y el coronel D. Rafael Sarabia Núñez como jefe de Estado Mayor. Se dividió en 4 Tercios, el primero de Álava, al mando del Teniente Coronel don Isidro Eléicegui Otamendi, el segundo de Guipúzcoa, fue finalmente mandado por el comandante D. Telésforo Goróstegui Saralegui, el tercero de Vizcaya, al mando del teniente coronel D. Juan Zabala Inchaurreta Aboitiz y el cuarto de Vizcaya y Guipúzcoa, a la vez, al mando del teniente coronel D. Ignacio Arana Ganzaraín. Se estableció que los jóvenes alistados debían tener entre 20 y 30 años, salvo excepciones.

Tras reunirse en Santander el 3 de febrero de 1860, la fuerza de Tercios Vascongados embarcó hacia Cádiz, para llevar a cabo un breve período de instrucción y posteriormente hacia África. Ya en Marruecos fue revistada por el presidente del Gobierno y comandante en jefe español de la campaña, general Leopoldo O´Donnell. Los Tercios Vascongados llegaron a Marruecos ya al final de la campaña pero todavía pudieron distinguirse en la victoria española de Wad Ras, la batalla más decisiva de la guerra, el 23 de marzo de 1860.

Al principio de la batalla los Tercios de Vizcaya y Guipúzcoa al mando del general Latorre avanzaron, junto al Batallón de Tarifa por el flanco derecho tomando una serie de posiciones hasta ocupar los montes que dominan el valle de Wad Ras. Posteriormente, en la fase decisiva de la batalla los Tercios de Guipúzcoa y Vizcaya cargaron con gran empuje sobre el enemigo marroquí en el aduar de Saddina, impidiendo que los soldados moros pudieran rodear y envolver a nuestro Ejército. Todavía impidieron los jóvenes vascos un nuevo intento de los soldados marroquíes de abrir una brecha entre las diferentes Cuerpos del despliegue del ejército español, restableciendo el contacto con las fuerzas españolas del general McKenna por medio de durísimos combates.

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El retorno de los Tercios Vascongados tras el final de la guerra se produjo de forma escalonada, tras recibir la felicitación oficial de la Corona y el Gobierno por su papel en la campaña. En los Tercios Vascongados, habían luchado juntos antiguos oficiales vascos liberales y carlistas veteranos de la I Guerra Carlista y miles de jóvenes vascos que fueron recibidos multitudinariamente en un ambiente de exaltación patriótica vasco-española que ensalzaba el amor a España y la lealtad a la Corona al mismo tiempo que el amor a la provincia, al País Vasco y al régimen foral.

Cada Diputación dirigió una proclama de felicitación a sus voluntarios que fue ampliamente difundida por toda la provincia. La de la Diputación de Vizcaya decía entre otras cosas:

La Diputación general de este Señorío de Vizcaya os saluda con toda la efusión de su alma. Os felicita por la brillante campaña de África[…] dignos herederos de vuestros mayores, los habéis igualado, imitando aquellas grandiosas empresas que hicieron a España tan gloriosa. Honor y memoria eterna a los héroes que han sellado con su sangre el testimonio de su lealtad.

Al despediros del noble pendón de Castilla, de esa enseña sagrada que ha enardecido vuestro heroico corazón ante la hueste agarena depositadla repitiendo vuestro juramento de adhesión y lealtad […] y al regresar tranquilos a vuestros pacíficos hogares, sea cada uno de vuestros pechos un firme muro donde se consolide la paz y el engrandecimiento del pueblo ibero”.

Además durante la guerra los bertsolaris o poetas populares vascos compusieron hermosos cantos en vascuence, que se hicieron muy populares en aquellas provincias. Cantos que exaltaban el amor a España de los vascos como el bellísimo “Bibagure España ta español guztiak”(Viva nuestra España y todos los españoles).

Autor

Rafael María Molina
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