21/11/2024 11:38
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Es una percepción crítica como triste: la Justicia en España es deficitaria, demagógica, parcial, ausente y al servicio del ocultamiento siendo un apéndice del poder corrupto; cuanto más corrupto, más oscura, menos imparcial y más evidente. Este es un doloroso criterio que los ciudadanos no pueden evitar en sus argumentos de queja generalizada. Si a ello sumamos la incapacidad de gestionarse con dinamicidad y la indiferencia por mostrarse como paradigma de honestidad, de pragmática honradez y leal con las necesidades sociales que la invocan, describiremos con exactitud el poder judicial que creció a la sombra de la democracia entre conveniencias e intereses ocultos como los que facilitaron el expolio de Rumasa antigua en 1983, permitieron la gran injusticia de no celebrar un juicio una vez demostrada la inocencia de Ruiz-Mateos y años después aceleró la extinción pública de Nueva Rumasa importando un comino el supuesto interés por atender las demandas de los afectados por los pagarés.

El balance de la Administración de Justicia es deprimente y debería avergonzar a cuantos con el tiempo han colaborado con tibieza a la imagen pública y social de un servicio público invisible, mal dirigido y en defensa de la corrupción y del delincuente revestido de mayores derechos que el ciudadano honrado. Podría excusarse la desorganización o la insuficiencia de medios para evitar que millones de documentos se desparramen por los suelos a falta de una eficaz burocracia capaz de canalizar los casos que deben presentarse en un tribunal, pero no la cierta impresión social de que el estamento adolece de un propio orden moral pareciendo gregario y partidista dependiendo de la especulación política. ¿Es eso quizá lo que provoca la demora de la celebración de los juicios de Nueva Rumasa, intereses concretos para justificar la demora de unos juicios después de que haya transcurrido más de una década desde que explotó el escándalo de la emisión fallida de los pagarés, o es negligencia y falta de interés profesional?
Si hubiese conciencia y un ápice de reflexión sobre la responsabilidad por la función social, esta Justicia dirimiría cuanto antes las cuentas pendientes en los despachos y buscaría una compensación moral al sufrimiento, al menos complementando un trabajo jurídico que no admite más retrasos cuando la propia Audiencia Nacional ha pedido que se agilicen los trámites para encontrar un espacio idóneo convertido en tribunal.
Existe una ruina moral de la Justicia en proporción a las percepciones de su falibilidad y desinterés por cubrir las necesidades sociales en conjunto de una ciudadanía honrada, y también una insuficiencia estructural que no permite la normalidad funcional siendo la escandalosa demora en impartir justicia un multiplicador de las injusticias que padece la sociedad española; por una Justicia ausente.

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
https://www.linkedin.com/in/ignacio-fern%C3%A1ndez-candela-59110419/
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ENGAÑADO

Ignacio, qué razón tienes, gracias por ser la única persona de no olvidar la injusticia, en la que todos contribuyeron de una u otra manera y, reivindicar lo que debería ser obvio, que actuasen los jueces.
Mil gracias.-

Editor ÑTV ESPAÑA

Gracias, Engañado. En estos tiempos cuando la conciencia está ausente hay que escudriñar en la memoria de lo aparentemente olvidado para que esa conciencia individual, responsable y comprometida, togada, despierte.

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