26/06/2024 00:35

Uno de mis grandes ídolos, por su ejemplar vida como cristiano y atleta.

Y entre sus famosas frases decía: “La victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana

The Flying Scotsman (‘El escocés volador’)

No te compares con los demás, corre tu propia carrera”

La verdadera grandeza no se mide en medallas, sino en la forma en que vivimos nuestras vidas”

Si tienes fe, no hay límites para lo que puedes lograr”

Correr es mi forma de conectarme con Dios”

El verdadero premio está en el esfuerzo y la superación personal

Cuando corremos, dejamos atrás nuestras preocupaciones y nos concentramos en lo que realmente importa”

No desperdicies tus talentos, úsalos para glorificar a Dios”.

Cuando corro siento el regocijo de Dios”

La vida es una carrera de resistencia, pero siempre hay una recompensa al final”

Correr es una metáfora de la vida, nunca sabes cuándo terminará, así que da lo mejor de ti cada día”

La victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana”

¿Qué no tengo nada? Mi padre me enseñó a cantarle al sol y a las estrellas y Dios me dio brazos y piernas fuertes”

Dios me dio brazos y piernas fuertes para correr

Cuanto más sabes quién eres y lo que quieres, menos te afectan las cosas”

La vida no se mide en minutos, se mide en momentos”

Hoy he sentido de nuevo una gran admiración por Ti. Y lamento mucho que hasta hoy no me haya dado suficientemente cuenta de lo maravillosa que eres”

Mi alma a Dios, mi vida a mi Madre, mi corazón a una Dama”

La FELICIDAD solo es real, cuando se comparte…..!!!”

Chariots of Fire • Main Theme • Vangelis

Un ejemplo de vida, un corazón en Dios, unos brazos y piernas de corredor, una mente fuerte y vigorosa, una luz cuya llama nunca se apaga.

Vida e Historia de un mito, una leyenda que existió:

Un excelente deportista, entregado por completo a difundir la palabra de Dios. Eric Liddell nació un 16 de enero de 1902 en Tianjin, China, donde sus padres estaban desplazados como misioneros de la iglesia protestante congregacional. Tal influencia repercutió en su firme decisión de no competir en domingo y perderse la final de los 100 metros de los Juegos Olímpicos de París de 1924 donde tenía todas las posibilidades, de llevarse la medalla de oro, como se llevó en los 400, más un bronce en 200 metros.

De ascendencia escocesa, fue enviado a estudiar junto a su hermano mayor Rob a Eltham College, colegio para hijos de misioneros del sur de Londres, hasta que ingresó en la universidad de Edimburgo en 1920 donde su pasión por los deportes le llevó a practicar cricket y rugby. Lo de jugar a cricket duró poco pero con el balón ovalado, llegó a ser capitán del equipo de la escuela y, ya en época universitaria, defendió la camiseta del quince del cardo en dos torneos del 5 Naciones, en 1922 y 1923.

Aunque donde destacaba era en la velocidad. Declarado como el velocista más rápido de Escocia, su estilo inconfundible al correr con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, la boca abierta y el torso arqueado, le permitieron alcanzar buenas marcas en los 100, los 200 y los 400 metros.

En 1923 batió el récord de Gran Bretaña en los 100 metros en 9’7” que no fue igualado hasta 23 años después.

Fue entonces cuando el joven Eric tuvo que tomar la decisión de su vida al ganar en la Triple A en los campeonatos de atletismo de Gran Bretaña. En el horizonte aparecían los Juegos Olímpicos de París de 1924 y, aunque escuchó la reprobación de su familia que veía que el deporte podía descarrilarlo de la labor apostólica, se preparó a conciencia para hacer unos buenos registros. Su especialidad eran los 100 metros pero también se entrenó para los 400 y para los relevos.

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El equipo olímpico británico puso rumbo a París. En el barco, Liddell estudió el programa de las pruebas de la VIII Olimpiada y observó que la final de los 100 metros estaba fijada para el domingo 13 de julio. Inmediatamente le comunicó a su entrenador Tom McKerchar que no correría la final si llegaba a clasificarse. Ese acto de rebeldía en el mismo buque propició una reunión de urgencia con los miembros del comité olímpico británico y el Príncipe de Gales que acompañaba a la expedición. Sus intentos de convencer al velocista fueron inútiles. Al pisar suelo francés, los periódicos ingleses ya publicaban la palabra ‘Traidor’ como muestra de ignorancia a la inquebrantable fe de Eric.

Ajeno a los rumores, el jueves 10 de julio de 1924, Liddell disputó la prueba de los 400 metros en el estadio de Colombes. No tuvo problemas para clasificarse para la siguiente ronda a las 4 de la tarde. De los 12 corredores que quedaron se hicieron dos carreras para determinar los seis que pasaban a la final. Paró el reloj en 48’2’’ pero no fue el mejor tiempo puesto que el estadounidense Horatio Fitch lo dejó en los 47’8’’

A las 17:30 horas del viernes se disputó la final. Ocupando el carril 8 y sin visión para saber la distancia a la que estaba de sus perseguidores, realizó los primeros 200 metros como un sprint, cogiendo una ventaja sobre los estadounidenses que fue decisiva. La pista, cubierta de cenizas, y con 45.000 espectadores en las gradas, vieron como el velocista escocés batía el récord de los Juegos Olímpicos dejando el cronómetro en 47’6’’ y que se mantendría vigente en Europa durante 12 años.

Además de una medalla de oro, también consiguió el bronce en los 200 metros donde su compatriota Harold Abrahams quedó sexto. Su renuncia a disputar la prueba reina de los Juegos, los 100 metros, hizo que Abrahams tuviera la última oportunidad de colgarse un metal. Judío, corría para superar los prejuicios antisemitas que empezaban a campar por el continente. Se llevaría el oro.

The Flying Scotsman (‘El escocés volador’) fue paseado a hombros por el campus de la universidad de Edimburgo por sus compañeros al regresar de París. Pero en lugar de saborear las mieles del éxito deportivo tomó la decisión de volver a China y continuar la labor apostólica de sus padres como misionero. Profesor en un colegio anglo-chino de Tianjin, siguió corriendo por placer intentando explicar las bondades del deporte a los niños. En 1934 se casó con la canadiense Florence McKenzie, hija también de misioneros y tuvieron tres hijas.

La invasión japonesa de China en 1941 agravó la situación hasta entonces plácida para la familia Liddell. El gobierno británico aconsejó a todos sus súbditos que abandonaran el país asiático. Florence y sus dos hijas se fueron a Canadá (estaba embarazada de la tercera) mientras Eric viajaba hasta Siaochan donde su hermano Rob estaba ejerciendo de médico rural. El avance de las tropas japonesas fue imparable. Desde el desembarco en el puerto de Tianjin llegaron a Pequín y ocuparon toda la región en pocas semanas.

El desmantelamiento de la misión en 1943 y el traslado de Liddell a un campo de prisioneros presagió lo peor. Aunque enfermo por un tumor cerebral que mermaba sus condiciones, nada impidió que siguiese con su labor de difundir la Biblia, entretener a los niños y cuidar de los viejos. Tuvo la oportunidad de salir del campo pero cedió su puesto a una mujer embarazada. El 21 de febrero de 1945 moría a los 38 años tras escribir una carta a su mujer contándole la mala situación de salud en la que se encontraba.

Sus palabras quedarán para siempre: “Dios me hizo rápido, y yo siento su benevolencia cuando corro”.

Fuente: https://www.historiasdeoutsiders.com/eric-liddell-nunca-corro-en-domingo/

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Pero cuando tenía el mundo a sus pies y un futuro de lujo asegurado, lloviéndole todo tipo de puestos relevantes, optó por dejar todo e irse de Misionero a China, para dar enseñanza a los pobres y ayudarles a sobrevivir

Después de los Juegos, en ese mismo año obtuvo su licenciatura universitaria. Continuó compitiendo durante un tiempo, aunque en 1925 decidió marcharse a China como misionero tal y como habían hecho sus padres. Liddell sirvió como misionero el resto de su vida, primero en Tianjin y luego en Siaochang.

Durante este tiempo también compitió esporádicamente en algunas carreras, como en 1928, cuando venció a varios atletas olímpicos de Francia y Japón, o en 1930, cuando ganó en los campeonatos del norte de China. También en este tiempo realizó algunos viajes a Escocia. En 1932 se casó en Tianjin con Florence Mackenzie, hija de unos misioneros canadienses, con la que tuvo tres hijas.

A partir de 1941 la vida en China se volvió peligrosa debido a la guerra con Japón, y la embajada británica les aconsejó que regresaran a Europa. Liddell decidió quedarse, pero envió a Florence y a sus hijas a Canadá, mientras él aceptaba un nuevo destino en la misión rural de Siaochang.

En marzo de 1943, cuando llegaron los invasores japoneses, fue internado en el campo de prisioneros de Weixian, donde falleció en 1945 debido a un tumor cerebral.

Preso de los japoneses, era tan bueno, que no solo consiguió hacer nuevos cristianos entre sus carceleros, sino que cuando falleció le hicieron un gran homenaje porque todos le adoraban y sentían por él un verdadero amor.

La victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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