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«Si un hombre no está preparado a correr riesgos por sus opiniones, es porque o bien sus opiniones no valen nada, o él no vale nada«. Ezra Pound
Ezra Pound murió hace 48 años, el 1 de noviembre de 1972. Ello nos da pie a recordar el que fue uno de los casos más dramáticos de la represión de la democracia contra la cultura.
Ezra Weston Loomis Pound nació en Hailey, Idaho, EEUU, el 30 de octubre de 1885. A los cuatro años fue llevado a Filadelfia. Fue un poeta, ensayista, músico y crítico cultural estadounidense perteneciente a la “Lost Generation” – la “Generación perdida” – que predicó el rescate de la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria.
Ezra Pound, interesado por el periodo del Renacimiento, estudió Filología en la Universidad de Pensilvania, donde acabó sus estudios en 1906. En 1907 dejó los EEUU instalándose brevemente primero en Gibraltar y luego en Venecia. A partir de 1908 y hasta 1920 residió en Londres.
En Inglaterra trabó una estrecha amistad con el poeta irlandés William Butler Yeats y con el filósofo T.E. Hulme. Descubre la obra de Ernest Fenollosa, un renombrado sinólogo, y se interesó profundamente por el arte y la cultura china.
La Primera Guerra Mundial le quitó la fe en el presente de la cultura occidental. En 1920 se mudó a París, donde se codeó con las vanguardias artísticas de la época y con los escritores norteamericanos voluntariamente expatriados en esa ciudad. En 1924 se estableció permanentemente en Italia, en la ciudad de Rapallo.
Fue una de las principales figuras modernistas, jugando un rol vital en la revolución modernista.
Su obra monumental, los “Cantos” o “Cantares”, le llevó gran parte de su vida. El crítico Hugh Kenner dijo tras encontrarse con Pound: «He tomado de repente conciencia de que estaba en el centro del modernismo«.
Sus contribuciones a la poesía provinieron del imaginismo y fueron destacadas por el tono moralista de algunos de sus escritos. Estuvo influenciado por T.S. Eliot, William ButlerYeats y Walt Whitman, entre otros.
Paulatinamente se adhirió a las tesis del fascismo, compatibilizándolas con las del crédito social. Como consecuencia de ello, escribió una gran cantidad de artículos.
En una de sus famosas obras, “Jefferson and/or Mussolini”, elogia a Mussolini y se pone decididamente de su lado por considerar que el fascismo es la única posibilidad de vencer a la Banca Internacional y a los banqueros. «La usura es el cáncer del mundo, sólo el bisturí del fascismo puede extirparla de la vida de las naciones«, escribió en 1929. Atacando duramente lo que él llama «la usurocracia demoliberal«, afirma: «Es la tarea de esta generación hacer lo que no han hecho los primeros demócratas. El sistema corporativo, que concede al pueblo poderes en relación con su trabajo y vocación, le proporciona medios para protegerse eternamente contra las potestades del dinero«.
Para Pound, Mussolini es un hombre fuerte mediterráneo «llevado por una amplia y profunda ‘preocupación’ o voluntad por el bienestar de Italia, no de Italia como burocracia, o de Italia como maquinaria estatal encasquetada encima del pueblo, sino de una Italia orgánica, compuesta del último labrador y la última muchacha de los olivares».
En 1933 tuvo una audiencia personal con Mussolini que le causó un gran impacto. También son famosas sus alocuciones en Radio Roma. Pound, puso dos condiciones para hablar por radio: «que no le fuera pedido nada que repugne a su conciencia, o a sus deberes como ciudadano americano, y que se le permita una libre expresión de su opinión en todo aquello en que él se halla cualificado para tenerla».
Las transmisiones comenzaron al ritmo de una cada tres días. Pound habló libremente, diez minutos cada vez, de todo y de todos. Afrontó temas políticos, literarios y económicos; sobre todo económicos, ya que se dio cuenta de que la ignorancia en ese terreno, y además él siempre tuvo una preocupación constante por la política económica y monetaria, que le llevó a escribir diversas obras sobre dicho tema. Por eso en sus intervenciones hacía una crítica implacable al conjunto ideológico del capitalismo, un anti-capitalismo filosófico que ante todo lucharía por el trabajo y el hombre.
A la vuelta a Rapallo (Italia) desde los EE.UU. se desató la guerra. Pound ofreció sus servicios al gobierno italiano para montar una serie de emisiones radiales que llevaran a los americanos a apreciar y simpatizar con el fascismo. La primera emisión fue en enero de 1941.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Pound no dudó en atribuir la culpabilidad a la Finanza Internacional, que es la que ha provocado el desastre. Así afirmaba: «Esta guerra no ha nacido de un capricho de Hitler o Mussolini Esta guerra forma parte de la guerra milenaria entre usureros y trabajadores, entre la usurocracia y todos lo que hacen una jornada de trabajo honrado con el brazo o con el intelecto«. La idea general de Pound era que las guerras eran creadas por la codicia de los usureros y los fabricantes de armamento.
En su programa en Radio Roma durante la Segunda Guerra Mundial, atacaba duramente a la usura y a la Finanza Internacional, y declaraba entre otras cosas: «La libertad de prensa se ha convertido en una farsa, pues todo el mundo sabe que la prensa está controlada, si no por los propietarios titulares, por lo menos por los anunciantes. La libre expresión bajo las condiciones modernas se convierte en una burla si no se incluye el derecho de libre expresión a través de la radio«.
Cuando EE.UU. le declaro la guerra el Eje en diciembre de 1941, Pound decidió seguir emitiendo con su propio nombre. El 26 de julio de 1943, una corte federal de los Estados Unidos acusó a Ezra Pound de adherirse a los enemigos de los Estados Unidos. En otras palabras, de traición. La pena iba desde 5 años de prisión y $10.000, a la silla eléctrica o la horca.
Se definió como fascista de izquierda, y gran parte de la fama de Pound está vinculada a las consecuencias de su adhesión al fascismo, que le costó su detención, de forma inhumana, en una prisión militar al norte de Pisa y la posterior detención en un penal de los EE.UU. y en un manicomio por una docena de años. Pound pagó un alto precio por un delito de opinión.
Cuando los aliados invadieron Italia y después de la liberación de Mussolini, se establece la República Social Italiana (RSI) en el norte de Italia.
Pound estaba en ese mes crucial de septiembre de 1943 en Roma. Un empleado del Ministerio de Cultura Popular fascista describió que Pound deambulaba por las desiertas oficinas, buscando los manuscritos de sus charlas radiales. Pound escapó al norte: salió de Roma por la vía Salaria, cruzó el municipio de Fara Sabina y durmió bajo las estrellas. Tomó un tren abarrotado y medio a pie logró llegar al Tirol, zona segura.
Toda esta experiencia de huida hacia Saló también aparecerán en los poemas 77, 78 y 79 de “The Cantos” (declarado el poema más influyente del modernismo). Se reincorporó al movimiento y puso todo su talento para sostener la República de Saló.
Estaba profundamente entusiasmado por el Manifiesto de Verona y la RSI. Compuso canciones para las milicias fascistas, tradujo y escribió artículos, manifiestos y posters, todo ello en italiano. Los posters fueron impresos con máximas confucianas o slogans fascistas de la época reformados por Pound. Entre 1943 y 1945, Pound imprimió seis obras en la República de Saló, incluido el testamento de Confucio.
En una carta que le escribió a Oswald Mosley, el líder del fascismo británico, Ezra Pound le dijo que «El único fascismo que puede funcionar en Inglaterra, o en Francia o en América es el fascismo de izquierda.»
Es de notar la importancia que le otorgaba el régimen fascista en pleno racionamiento de papel y tinta. Escribió artículos en la revista propagandística oficial “Gladio”.
Durante esta época, Pound apoyó el fascismo, aportando ideas, proyectos culturales y participando en las reformas sociales.
Los “Cantos” puede decirse que es una obra equivalente al “Ulises” de James Joyce, por su importancia como detonador de la poesía en el siglo XX. Años atrás Pound había encabezado el imaginismo, y gracias a él, pudieron darse a conocer autores como el propio James Joyce, T.S. Eliot y Ernest Hemingway, entre muchos otros. Pound escribió ensayos literarios fundamentales, por ejemplo, “El ABC de la lectura” (1934), “El arte de la poesía” (1945) y “Guía de la cultura” (1952). Pound fue además descubridor de las partituras perdidas de Vivaldi y admirador de Confucio, cuya obra completa tradujo del chino al inglés.
Ezra Pound, fue una de las mentes más brillantes del siglo XX. La apología de la barbarie o clausura de la actual civilización es aclamada por Pound así: «Yo simplemente quiero otra civilización».
Pound vivió en dos vertientes la apología de la barbarie: Se rebeló contra el ambiente académico, y la concepción de la poesía como un decir que no es responsable de la acción de la usura. Así criticaba la educación universitaria como una transmisión muerta de conocimiento.
La función social del escritor consiste en escribir bien, con la máxima precisión y con economía en los términos. Pero esa función social debe estar unida a la función ética: de ahí que Confucio recomendara a sus discípulos la lectura de las Odas para la perfección de su carácter. La poesía expresa un conocimiento exigente y una civilización tiene la poesía que se merece.
Pound señala que la poesía debe ser hablada y escrita lamentablemente en una realidad en la cual impera la usura corrosiva. La usura afecta no sólo la vida económica de los hombres sino la manera de pintar un cuadro, de comprender una lectura, de escribir un libro. Si el demonio de la política, según Max Weber, hace perder el alma, resulta necesario poetizar la política. Poetizar el limo para acuñar la forma. Forjar el canto para que cada quien cumpla su papel y reine la «armonía». Aun cuando ese poetizar ese responder por la belleza del ser se derrumbe ante el orden operístico del milenarismo fascista y valga ser internado en un manicomio.
El 5 de mayo de 1945, Ezra Pound fue detenido por soldados americanos y llevado a un Centro disciplinario de internamiento en Pisa, donde fue metido en una jaula de hierro a la intemperie (en los “Cantares” la llama «la jaula del gorila»), en una línea de jaulas en que se guardaban a los condenados a muerte. El sol y la lluvia le caían encima y de noche poderosos reflectores le impedían conciliar el sueño. A las tres semanas de semejante tratamiento, Ezra Pound tuvo que ser trasladado a la zona médica. Después de seis meses fue extraditado a EEUU, donde terminó recluido en el hospital psiquiátrico de Saint Elizabeth, en el cual permanecería durante trece años y donde escribiría la mayor parte de sus monumen tales “Cantos” (1958). En 1958 fue liberado tras una cruel reclusión sin haber tenido jamás un juicio ni siquiera excusa, y retornó a Italia.
En un encuentro que tuvo con su amigo, el poeta chileno Miguel Serrano, Ezra Pound salió de su mutismo para declararle: «¿Sabes por qué me mantengo en silencio? Para que nadie me induzca a decir algo contrario a lo que escribí o hice. Y porque los guerreros al final estamos solos y nadie, salvo el camarada, nos comprende. Y nadie está ya con nosotros, sino las sombras de los héroes muertos«.
Ezra Pound murió en Venecia, Italia, el 1 de noviembre de 1972, y está enterrado en el cementerio de la isla de San Michele, en Venecia.
Su nombre quedaba como el del pensador y el artista que había sabido refrendar con su atormentada vida toda una ideología personal. La historia de Ezra Pound es la misma historia del descrédito de sus enemigos, a los que bien podría aplicárseles estos versos de su Canto LXXVI: “¡Ay de los que conquistan con ejércitos y cuyo solo derecho es su fuerza!”
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