09/05/2024 23:35
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Lo hemos dicho más veces, de hecho, la primera vez que hablamos de esto fue tras visionar, en una cadena de televisión, el desembarco de los tripulantes de varias pateras en alguna de las playas de nuestras costas. En aquella ocasión, era fácil establecer una comparación entre aquel desembarco con cualquier otro realizado por una fuerza de Infantería de Marina, la única diferencia, en apariencia, era que aquellos, los de las pateras, lo hacía desarmados.

Observando un poco más de cerca aquel desembarco, igual que sucede en los sucesivos asaltos a las vallas de Cuenta y Melilla, todos los desembarcados, la inmensa mayoría hombres y todos ellos en edad militar, presentaban un aspecto de salud envidiable hasta el punto de que sus capacidades físicas les permiten sobrepasar, sin excesivas dificultades, las altas vallas que separan España de Marruecos.

Por tanto, no hablamos de ancianos, mujeres o niños que huyen de sus países de origen buscando salvar sus vidas o simplemente lograr una teórica vida mejor; se trata de jóvenes, cohesionados ideológicamente -no podemos olvidar que la inmensa mayoría profesan la misma religión-, bien preparados físicamente, debidamente aleccionados, con un objetivo común, perfectamente comunicados -todos o, al menos, la inmensa mayoría, van provistos de teléfonos móviles y no precisamente de los baratos-, en edad militar y que todos obedecen, al unísono, las consignas que reciben de quienes están provocando esta invasión ya que no es creíble que tácitamente se pongan de acuerdo miles de personas para realizar un movimiento migratorio como los que estamos observando.

Sin embargo, no solo son las ciudades de Ceuta y Melilla, incluso las islas Canarias, las que reciben estas oleadas invasoras ya que, desde el propio Gobierno se ha naturalizado el hecho de que, muchos de ellos, sean conducidos a diferentes ciudades de la península y, una vez allí, dejarlos a su suerte, entremezclándose con sus habitantes para luego instalarse en barrios concretos que convierten en auténticos guetos o, simplemente, ocupando lo que se denomina “pisos patera”, donde fijan su hábitat grupos reducidos a modo de células.

Desconocemos el número exacto de individuos que han logrado internarse en nuestras fronteras, aunque la sospecha es de que se trata de un número elevado que, actualmente, están presentes, en mayor o menor número, en todas las localidades de España, por lo que sí es fácil colegir que poseen capacidad, llegado el caso, para operar en el territorio en el que se encuentran.

Por otra parte, Marruecos, con su sátrapa a la cabeza, prosigue su rearme sobre la base de sus tratados de amistad con Estados Unidos e Israel, principales suministradores de armamento, sin olvidar que nosotros también suministramos material militar a los ejércitos marroquíes, todo lo contrario a lo que hacemos los españoles con un presupuesto en gastos militares irrisorio.

Con esta situación, si a ello añadimos la actitud, siempre débil, del gobierno de España, fiel seguidor de la agenda 2030 y mantenido por todos los que anhelan la destrucción de nuestra Nación -los dos principales enemigos con los que tenemos que enfrentarnos-, no es descabellado pensar que un día, no muy lejano, el moro plantee una nueva operación, similar a la “marcha verde”, pero sobre Ceuta y Melilla.

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En ese caso, es de suponer o, al menos de esperar, que el gobierno que rija los destinos de España ordene la defensa del territorio nacional por medio de la fuerza armada o, por lo menos, la remisión de fuerzas a otras partes del territorio marroquí con el fin de presionar para que desistan de sus intenciones.

Pese a todo, en el supuesto de que se llegase a un enfrentamiento armado entre ambos países, ¿cómo reaccionarían esos grupos de subsaharianos, incluso marroquíes que se han instalado en nuestras ciudades?, ¿se constituirían en una especie de “quinta columna” que haría la guerra desde el territorio que ocupan a base de atentados y golpes de mano? Es un riesgo que hay que asumir y que debe de estar muy presente en los planeamientos de quien corresponda velar por la defensa nacional.

Evidentemente, el tema de allegar armamento para estos grupos no va a constituir un problema toda vez que, a estas alturas, ya tendrán perfectamente localizados aquellos enclaves donde pueden obtenerlo o recibirlo de cualquier país que pueda obtener beneficios del conflicto.

Pero hay más, en una situación como esta, ¿cuál sería le respuesta que podríamos dar? Nuestros Ejércitos están, al menos en lo que a personal se refiere, capitidisminuidos, incluso como sucediera en 1808 con la División del Norte, una parte se encuentra en las quimbambas en operaciones de paz en las que, a decir verdad, no pintamos nada.

Por otra parte, nuestras reservas de efectivos son exiguas ya que están constituidas, mayoritariamente, por personal licenciado de los Ejércitos, tras rebasar los 45 años de edad, y por los Reservistas Voluntarios, otros de los grandes olvidados por los sucesivos gobiernos, especialmente los de izquierdas.

Y, más allá de esto, nada. ¿Es que, de verdad, alguien piensa que la juventud sobreprotegida que tenemos, esa que solo piensa en redes sociales, conciertos, cañitas y playita, va a presentarse voluntaria para defender a la Patria? Lamentablemente, lo dudamos mucho ya que esa conciencia se ha perdido hace mucho tiempo al haberse olvidado, los gobiernos sucesivos, de uno u otro signo, de insuflar a nuestras juventudes el tan necesario sentimiento de patriotismo y amor a España.

No deberíamos perder de vista a nuestra vecina Francia con todos los problemas que está viviendo estos días, con barrios y enclaves a los que ya no puede acceder la Policía y en los que no rige la ley del país, sino la impuesta por esos que previamente la han ocupado.

Por tanto, estamos viviendo una invasión en toda regla que, cualquier día, puede traernos muy graves consecuencias.

Nuestras fronteras, al menos las que limitan con Marruecos e, incluso, las Canarias, están en serio peligro. Ya no llega que las defiendan solamente Policías Nacionales y Guardias Civiles que no disponen, siquiera, de los medios disuasorios necesarios para contener la invasión, es necesario que, cuanto antes, se tome la decisión de que sea el Ejército quien se encargue de esta misión antes de que sea demasiado tarde y tengamos que echarnos las manos a la cabeza.

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Nadie debe olvidar que la función de los Ejércitos, más allá de cualquier otro compromiso, es la de garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, como así consagra el artículo 8.1 de nuestra Constitución.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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Geppetto

Oigame:
¿Vio Vd un video que circula por las redes de la despedida el teniente general de la UME en la que todo un general le cantaba «a los Elvis Presley»?
Vio Vd la parodia de formación militar delante del Jeme y la de los mofletes?
Pues no hay mucho mas que decir

Hakenkreuz

La mayoría de inmigrantes africanos acaban en Francia más tarde o más temprano. De hecho, allí le esperan parientes y amigos. La invasión acabará en Francia. Mientras incendien y arrasen Francia, nación enemiga, España a un lado.

Lo peor es lo que viene ocurriendo con los antiespañoles terroristas desde hace más de cuatro décadas en Vascongadas y con creciente intensidad en Cataluña. En Francia tenían los etarras su refugio si no se recuerda mal. Vascongadas y Cataluña sí que exigían un art. 8.1. desde hace ya cuarenta años por fidelidad a España. Si por eso no se hizo ni hace nada, ¿que esperar que se haga militarmente en Canarias, Ceuta, Melilla y Andalucía?

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