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Algunos se resisten a perder el cargo regalado e inmerecido para que pudiera gobernar el ególatra Sánchez.
Empieza a haber nerviosismo en el Gobierno. Desde Europa ‘huelen’ el comunismo en los aledaños de Sánchez y, sin haber dado ni un solo paso, no faltan expertos denunciando que España no puede recibir fondos con un Gobierno bolivariano, donde hay excesivas cuestiones ocultas, mentiras, atropellos, sospechosas maletas, infracción de la normativa europea y ministros que no saben explicar lo que gestionan ni lo que representan.
Pasado el estío, casi seguro que presenciaremos la ruptura de ese equilibrio interno actual. Tras varios meses no se ha trabajado, se ha dañado a la población, gestionado ineficazmente la pandemia y enterrado a más de 45.000 mayores que, en muchos casos, abandonó el Gobierno de coalición y particularmente el vicepresidente segundo, que era a quien correspondía el cometido de las residencias de mayores y que él mismo asumió el 19 de marzo en chulesca rueda de prensa.
Algunos se resisten a perder el cargo regalado para que pudiera gobernar el ególatra Sánchez. Sí, el mismo que se hace aplaudir por los suyos tras un fracaso sonado y un rescate en toda regla. La experiencia nos cuenta que no es aplaudido allí donde acude. Hasta Rubén Mújica dice en su ‘tuit’ que “Pedro Sánchez puede probar en cualquier calle o plaza de España, a ver si le aplauden como sus complacientes subordinados”. Incluso, Pablo Casado le ha dicho que vive en una peligrosa burbuja. En “Hundidas Podemos” también aplauden al benefactor, Pedro Sánchez: ha convertido la indigencia del partido bolivariano en despensa abundante con su milagro de panes y peces.
Hasta en el sectario y aprovechado PNV aplauden a Sánchez. A esta formación nacionalista le pasa lo que a los cachorros: si llevas algo para dar de comer puedes sacar algo, nada en caso contrario. Aciertan si piensan que hablamos de nueces; alguien decía hace unos días que la formación de Sabino Arana solo quería que se acercaran a ella “si llevas nueces en el bolsillo”. Por eso, sus líderes egoístas, ególatras y aprovechados no quieren que Pedro Sánchez llame a su puerta mientras no cumpla las promesas pendientes. No olvidamos los españoles que, en apenas un mes, besaron la mano de Rajoy para llenarse los bolsillos y, cuando apareció Sánchez con la moción de censura, volvieron a llenarlos con dinero, su parte de la caja de Seguridad Social y el compromiso de transferencias penitenciarias, entre otras lindezas. ¡Nueces, nueces, de lo contrario…!
Y mientras unos reclaman nueces, como muy bien explicó Isabel San Sebastián en su día, otros hacen un uso abusivo del Estatuto de Autonomía catalán. Abanderan el artículo 11.1 de la Ley Orgánica 4/1979, donde se establece que “corresponde a la Generalidad la ejecución de la legislación del Estado en materia penitenciaria”. Precisamente, en virtud del mal uso del Real decreto 3482/1983, por el que se traspasaron los servicios antes reseñados en materia de Administración Penitenciaria, se han cometido verdaderos atropellos, llegando, a permitir a los golpistas disfrutar de un grado que no les pertenecía.
Han celebrado orgías con invitados; se han reivindicado para repetir el atentado al Estado y a la Constitución o celebrar la malversación de la que se les acusa. Algo no cuadra y muchas cosas fallan cuando los golpistas y alentadores del terror se sienten héroes o víctimas. No se entiende que los terroristas-golpistas sigan en Lledoners porque es una mofa al Estado de derecho, un desprecio a la ciudadanía, un atentado a la dignidad, una bofetada a la Judicatura y un santuario a la desigualdad nacional.
Sin duda es “un atentado a la dignidad” porque cuanto más tiempo pase sin que se den cuenta de que atentaron contra derechos y libertades de millones de ciudadanos españoles, más sufrirán ellos y más sufrirá la parte represaliada de la ciudadanía catalana, a quien esos mismo golpistas mantienen en un sin vivir y subyugados a sus antojos anticonstitucionales y proselitistas.
Por cierto, Pedro Sánchez también ha garantizado a la comunidad vascongada la transferencia de las competencias penitenciarias, en tanto que Pablo Iglesias no se ha quedado atrás: ha llegado a la ya habitual estupidez de aplicar valores de democracia y convivencia a los golpistas condenados. Y es que escuchar al “marqués” hablar de democracia, valores, diálogo y convivencia es más de la falsedad y mediocridad a la que nos tienen acostumbrados. Ya lo ven: todos quieren nueces.
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