07/07/2024 08:39

Abreviemos, sinteticemos estos tiempos de histórica vergüenza, renovados en lo más miserable por una generación criminal que emula a otras anteriores con las mismas carencias morales. Resumamos el proceso de agonía ante la criminal evidencia de que Pedro Sánchez es un delincuente común encaramado a un poder corrupto. Enunciemos la realidad y el objetivo de este destape de corrupción que involucra a todo el partido socialista en pleno. Interroguemos en voz alta sobre la consecuencia de que se esté investigando axiomáticamente las andanzas delictivas de todas las tramas que conducen a la dirección única desde la Moncloa… ¿Para cuándo la detención de Pedro Sánchez? ¿Mediante operación policial o actuación de los garantes de la Constitución? ¿Cuánto más se puede permitir que un delincuente posea todas las ventajas para atacar a la Justicia y al propio Estado de derecho, pasando por la vulneración de derechos elementales, condonaciones de deuda por intereses personalistas e indultos por una actividad criminal denostando la labor de los jueces? ¿Cuánto puede mantenerse en el poder un chulo sin escrúpulos, un sinvergüenza sin honra y que una vez descubierto pretende destruir la democracia para no apearse del trono criminal en que ha convertido la presidencia de España? ¿Y si añadimos la gestión protocolaria de eutanasia por sedación orquestada contra nuestros Seres Queridos, decenas de miles ejecutados y ocultadas las cifras en tanto esta mugre de desalmados se enriquecía especulando con la tragedia y la muerte? Demonios.

Son preguntas de por sí ingenuas por la cobardía a la que se ha acostumbrado una España que sabe bien que se la juega con los eternos enemigos que la han esquilmado, ultrajado y pervertido hasta que, llegados al límite de la coherencia democrática, se han lanzado a la intención guerra civilista. De ahí el atropello constante contra las libertades y la pretensión de conjurarse con disimulo hasta que una vez descubiertos se erigen en matones no sin antes victimizarse contra los reaccionarios, el fascismo o la ultraderecha, manidas excusas sobre un radicalismo inexistente que ellos encarnan con alevosía y matonismo, tal es la fullería en la que se escudan para `poder delinquir con impunidad. Porque de eso se trata, saltarse la ley, violar el orden establecido con sectarismo ventajista y chulesco abuso demostrando que están por encima de la ley, fuera de los deberes morales y con la permisividad propia de la criminalidad con firma de autor y sin consecuencias. Así no es de extrañar que el juez político del constitucional que pervierte y prostituye el ejercicio de la ley, esté indultando a los responsables del latrocinio de los ERE, con la aceptación por parte de Sánchez del robo gregario, de la estafa y del delito, así como fue en Andalucía, de los casos Tito Berni, Koldo, Begoña Gómez, Playbol, David Azagra, el caso de todo un clan delictivo,  y un interminable etc… en realidad, sólo la punta del iceberg de la mafia sanchista orquestada desde la presidencia.

La superioridad moral del tramposo, de la siniestra fullera y artera curtida en innúmeras estafas sociopolíticas pasa por anatematizar al enemigo que es todo aquel que respeta la ley y aspira a que todos los demás, enriqueciendo la razón de ser democrática, también la respete y la haga respetar. Al contrario que la maliciosa planificación sanchista que ha intoxicado con ponzoña sectaria cuanta institución ha funcionado con relativa imparcialidad durante más de cuarenta años de régimen de libertades, imperfecto, pero conciliador y aglutinante. La torticera llegada de Pedro Sánchez conllevaba un golpe de estado por implosión de una caterva de delincuentes metidos en política, dispuestos a llevar a cabo una acción criminal generalizada usando las propias leyes para vulnerarlas. Sin embargo, las múltiples corruptelas han copado los tribunales que aún no habían sido intervenidos como el Tribunal Constitucional, o eficazmente coaccionados con una resistencia sólida de los jueces en pos del deber que se ha de cumplir o el propio Tribunal Supremo que echa el más legítimo de los pulsos contra un criminal singularmente totalitario; el que parece no haber atado todos los cabos para evitar que él mismo, como cabecilla de la banda mafiosa  en el gobierno de una España salpicada de escándalos que van más allá de la sospecha y se sumerge en una profunda certeza de un entramado delicuescente que apunta a la responsabilidad penal de Pedro Sánchez. ¿Para cuándo la excepcional detención de un criminal que ha sido expuesto ya sin dudas, incluso la de la alta traición,  por sus más rastreras obras ante el escaparate del mundo, donde es enteramente conocido? ¿Para cuándo una España que diga basta ya a la acción criminal, generalizada, del mafioso Sánchez?

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Un resumen sucinto de las múltiples, dicen presuntas,  corrupciones impulsadas «por la casualidad» en el caso Begoña Gómez que apunta directamente a La Moncloa, explicado con claridad meridiana por el abogado Álvaro Navarro

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