20/09/2024 22:49
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Woody Allen no es santo de mi devoción, pero cuando hacía películas que tenían gracia, una de ellas fue Bananas. Parodia de la revolución cubana y los acomplejados progres occidentales, a un cierto punto el dictador del nuevo estado, fruto de la Revolución, empieza a desvariar y a sacar leyes demenciales. Una de ellas establecía que todos los ciudadanos menores de dieciséis años, a partir de ese momento, tenían dieciséis años.

Esa ley no es exactamente igual, pero se le parece muchísimo, a una ley que considera mujer a toda aquella persona que se defina mujer, y hombre a todo aquél que se defina como tal.

No es una coincidencia que los revolucionarios del Estado Libre de Bananas fueran marxistas, ni que al dictador se le fuera la olla como se dice vulgarmente. El desprecio por la realidad es el mismo y al progresismo, izquierda cultural o marxismo cultural, se le ha ido la olla hace mucho tiempo. Siendo su pecado original, su íntima naturaleza, la negación de la realidad y el delirio de omnipotencia sobre ésta, era sólo cuestión de tiempo que explotara y rompiera todas las barreras la sinrazón que siempre ha llevado dentro.

Lo que está pasando no es un exceso, una desviación o una locura pasajera; son las consecuencias lógicas y últimas de su desprecio por el mundo real, su delirio liberticida por imponer una camisa de fuerza a la realidad, por deformar el lenguaje y las mentes a través del lenguaje.

Imponer por ley que un individuo con genitales masculinos y no tiene aparato gestante sea una “mujer” porque así lo dice; que un individuo con sistema reproductor femenino y capaz de gestar sea considerado “hombre” porque así lo desea, es exactamente lo mismo que establecer por ley que lo blanco es negro.

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Ya Orwell en su distopía 1984 anticipó esto y precisamente con esta expresión: blanconegro es uno de los pilares de la Neolengua cuyo equivalente hoy es el lenguaje políticamente correcto; blanconegro es afirmar, con plena convicción, que lo blanco es negro porque así lo requiere en ese momento el Poder.

¿Entendemos ahora el porqué de la persecución histérica, liberticida, contra el autobús de Hazte Oír de hace algún tiempo? El ciudadano medio y mediocre se sorprendía y se rascaba la cabeza, pensando que las cosas se estaban un poco saliendo de madre; pero entonces como ahora, sin tener ni puñetera idea de lo que está sucediendo de verdad.

Sin ver el cuadro general, que es el de un proyecto global a largo plazo, para acabar con la familia, homosexualizar la sociedad, sexualizar y corromper a la infancia, destruir la masculinidad y la feminidad para crear una humanidad melaza de seres indiferenciados

Bananas era divertido en el cine, pero empieza a no serlo cuando te multan en el mundo real por decir que tienes menos de dieciséis años. Te puede parecer algo lejano, sin mayor trascendencia, que impidieran circular a un autobús hace dos o tres años por decir que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva; hasta que en el mundo real te empiecen a perseguir por negar que una persona capaz de gestar sea un hombre, por negar que un cipotudo sea una mujer, por afirmar que un travesti es un travelo y no una fémina, que un transexual operado, que no puede gestar, no es una verdadera mujer.

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Por afirmar que dos y dos son cuatro, que el blanco es blanco y no es negro. Porque esto también ha empezado a pasar, hoy, en España y Occidente; ya se represalia a la gente por decir que dos y dos son cuatro. Como para marcar el territorio y dejar claro que la policía del pensamiento no va a tolerar desviaciones del blanconegro, un profesor acaba de ser represaliado en un colegio de la provincia de Madrid, inmediatamente después de la aprobación de la demencial ley trans, por afirmar una verdad biológica básica: que el sexo, determinado por los cromosomas sexuales, seguirá siendo por toda la vida el que es, independientemente de cualquier operación o capricho o masturbación mental impuesta por ley.

Porque estamos ya viviendo, a la vez, en un Estado Libre de Bananas que maldita la gracia que tiene; en el mundo de 1984 con su policía progre del pensamiento; en una pesadilla casi surrealista, donde una secta de degenerados y trastornados mentales ha sido elevada a una posición de poder.

¿Por quién? por fuerzas ocultas que no vemos, pero cuya presencia es tan evidente como la de un astro oscuro que modifica la órbita de la estrella que tiene al lado y sí podemos observar.

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REDACCIÓN