03/05/2024 03:31
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Cuando hablamos de honor, hemos de recordar, y más en los tiempos que vivimos, cuál es la esencia de su significado.
El honor es la virtud exacerbada de la verdad en el alma, esa voluntad inquebrantable de hacer y servir siempre al bien por convencimiento, frente a cualquier situación.

La diferencia con la honra es que el honor no espera reconocimiento social, no está condicionado, es virtud del hombre observada por Dios.

Trato este «valor» como ahora los llaman, porque no se entiende el alma de José Antonio si no se entiende el honor.
Esto es lo que vislumbraron o entendieron, algunos de aquellos a los que les quedaba algo de pureza en el corazón, en los juicios que se sucedieron en Alicante contra la persona de José Antonio; el corazón roto y la sensación pútrida del error espíritual al juzgar tan injustamente, al adalid, dándose cuenta de que era él, el acusado quien debía de juzgarles.

La perversidad, cometida por las hordas miserables de la modernidad, la madrugada del lunes 24 de abril, no es más que la continuación del estercolero formado por los enemigos de la civilización cristiana y por, (peores enemigos), los tibios de corazón que a pesar de llevar la sangre de José Antonio, algunos, su herencia, su legado y la misma inclinación de su alma (aunque débil), otros, han decidido ponerse de perfil, cual avestruz y tragar saliva como cobardes, esperando que el paso de su miserable vida, llegue inexorablemente a su fin.

Este acto es desgraciadamente, lo esperado. Pero eso, puede ser una gran esperanza para los corazones de élite de Hispania. Dado que los pecados son desordenados y el mal no es capaz de contenerse al fin y al cabo, con este gesto, analizando la situación en todos los ámbitos del ser humano y especialmente de España, no hace más que poner de manifiesto el deber y menester rque tenemos los cachorros de España de rugir como leones de manada, de prepararnos para la batalla y de forjar la nueva Hispania, que ha de desprenderse de todo complejo para sembrar el grano de mostaza que soñó y logró Pelayo, que escribió la garra imborrable de la patria, y que pintó los suelos teñidos de sangre para la gloria de Dios en este mundo, que no hay que olvidar, no es más que un decorado.

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José Antonio, gracias a que los enemigos de Dios y de España han profanado su tumba, está más vivo que nunca. Esto le devolverá al altar de la Patria vivo en la humanidad, en los corazones de sus gentes verdaderas, que es donde Dios reinará.

Como los elegidos de Dios, como el Cid, venciste después de muerto, héroe adalid en vida y martir después de tu muerte, por Dios y por España victoriosa de TODOS sus enemigos, José Antonio, por siempre, ¡Presente!

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Ramiro.

José Antonio, ¡Presente!
¡Arriba España!

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