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Decía Cicerón que «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla», por lo que las graves circunstancias en las que nos encontramos y que amenazan nuestra pacífica convivencia precisan recordar algunos hechos de nuestra pasada contienda civil de 1936-1939 para extraer las enseñanzas que encierran y evitar su nociva influencia en la política actual.
El fundador del Partido Socialista Obrero Español, Pablo Iglesias – Posse – a la sazón único diputado del partido que acababa de fundar, en la sesión del Congreso de los Diputados del 7 de julio de 1910, dirigió la siguiente frase al diputado y ex presidente del Gobierno Antonio Maura: «los elementos proletarios hemos llegado al extremo de considerar que antes que Su Señoría suba al Poder debemos llegar hasta el atentado personal»
El presidente del Congreso de los Diputados, conde de Romanones, instó al socialista a retirar la amenaza, a lo que se negó Pablo Iglesias – Posse – y a continuación, José Canalejas Méndez, diputado del Partido Liberal, tratando de limar asperezas, dijo «yo busco la concordia». Dos años después, siendo presidente del Consejo de Ministros fue asesinado en la Puerta del Sol por un pistolero anarquista.
En la revista Época del 28 de octubre de 1985, José Tarradellas, expresidente de la Generalidad de Cataluña, afirma que el 19 de mayo de 1936, durante el pleno del Congreso de los Diputados, escuchó a la portavoz del Partido Comunista de España, Dolores Ibárruri, (a) la Pasionaria, dirigirse al diputado del Bloque Nacional (monárquico), José Calvo Sotelo, y decirle «has hablado por última vez», sin que en el Diario de Sesiones del citado organismo aparezca tal amenaza de muerte.
A las 3 de la mañana del 13 de julio de 1936, el oficial de la Guardia Civil Fernando Condés, varios guardias de Asalto, y Luis Cuenca y Santiago Garcés, miembros de las milicias socialistas, con una orden de arresto falsa obligaron a José Calvo Sotelo a acompañarles desde su casa a la Dirección General de Seguridad y pocos minutos después de iniciado el recorrido, en el interior de la camioneta en la que iban, Luis Cuenca, guardaespaldas de Indalecio Prieto Tuero, diputado socialista en el Congreso de los Diputados y presidente de la Comisión de Actas, realizó dos disparos sobre José Calvo Sotelo que falleció momentos después.
El diputado monárquico Fernando Suárez de Tangil, amigo de Calvo Sotelo, leyó en el mismo pleno del Congreso un documento en el que culpaba al Gobierno del Frente Popular del magnicidio, cuya incorporación completa al Diario de Sesiones fue censurada con fútiles pretextos.
Desde el inicio de la Guerra Civil, un grupo de partidos políticos de izquierdas y sindicatos obreros, en Madrid, Barcelona y Valencia, crearon las conocidas «Checas» en las que, para los que consideraban «un peligro para el régimen», fueron auténticos campos de concentración semejantes a los creados por la Alemania nazi.
Asimismo, es preciso recordar que durante la II República Española y además de la quema de hasta 20.000 iglesias y conventos, fueron asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes, 2365 frailes, 283 monjas y 3000 seglares.
Con el fin de conseguir el apoyo militar ruso para hacer frente a las fuerzas de Franco y por iniciativa del ministro de Hacienda, el socialista Juan Negrín López, el gobierno presidido por el también socialista Francisco Largo Caballero, envió a la Unión Soviética 510 toneladas de oro en monedas con un valor actual superior a 23.000 millones de euros que no hemos vuelto a ver y que hoy día nos evitarían estar mendigando los Fondos Estructurales Europeos y pelearnos por su distribución.
Tratando de conmemorar viejas hazañas, el 10 de marzo de 2011, la exportavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre Fernández, del partido de extrema izquierda Ahora Madrid, en unión de otros, quemó la capilla de la Ciudad Universitaria de Madrid, a los gritos de «vamos a quemar la Conferencia Episcopal, por machista y carcamal, menos rosarios y más bolas chinas, y contra el Vaticano, poder clitoriano».
No existe constancia alguna de que los partidos políticos que se suponen de derechas, vergonzantes apóstatas herederos del bando victorioso de la contienda civil, hayan exigido la condena de los hechos precedentes a los partidos políticos de izquierdas, presuntuosos herederos ideológicos de los protagonistas de los hechos precedentes, ni que tal condena se haya producido voluntariamente y sin presión alguna.
Por el contrario, los partidos políticos de izquierdas, imponiendo la ley del embudo en un procaz ejercicio de irritante desfachatez intolerable para cualquier interlocutor con dignidad, vienen acosando continuamente a los «acongojados» partidos de derechas exigiendo y consiguiendo su condena de cuantos hechos reprobables atribuyen al bando victorioso de la contienda civil, para lo que han llegado a aprobar la famosa Ley de Memoria Histórica que, como revancha, les ha servido para la exhumación del cadáver del jefe de los vencedores y responsable de 40 años de prosperidad, cuyas estatuas y nombres de calles continúan retirando a la par que mantienen las de los protagonistas de los hechos expuestos, con el ovejuno silencio de cuantos deberían hacer oír su voz al respecto.
Da la impresión de que el PP ha forzado tanto la máquina de las condenas al tiempo que ejercido la felonía que, en la actualidad, parece disputar a los partidos de izquierdas el primer puesto del ranking de los detractores de Franco y su régimen, en el que militaron y prosperaron sus progenitores políticos y en ciertos casos biológicos.
Asimismo, resulta evidente que cuantas cuestiones puedan depender del consenso entre las distintas fuerzas políticas, la opinión que prevalece es la de los partidos de izquierdas como lo demuestran las inacabables conversaciones para la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
En esta lista de desafueros es obligado citar el cordón sanitario que, con la aquiescencia y concurso de los partidos presuntamente de derechas, han impuesto a VOX el gobierno social comunista y sus aliados cuya ideología y ejecutoria carecen de homologación en toda la Vía Láctea.
No es posible omitir las demenciales e irrisorias frases con las que Margarita Robles, histrionisa amateur y en sus ratos libres ministra de Defensa, ha intentado injuriar a los militares retirados firmantes de una carta a S.M el Rey exponiendo su inquietud por España con ánimo de contribuir a rescatarla de la grave situación que la atenaza, en tanto que sus socios de gobierno jalean y alientan a los enemigos de España, protagonistas de disturbios callejeros que perturban la paz ciudadana, queman contenedores en la vía pública, asaltan y saquean establecimientos comerciales y agreden a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a los viandantes pacíficos: efectivamente tiene razón el vicepresidente segundo del gobierno, esto se encuentra tan alejado de una democracia como de un Estado de Derecho en sintonía con nuestro entorno sociopolítico.
Los hechos descritos revelan que estamos en una situación claramente ilógica, injusta, arbitraria y desestabilizadora de la paz social, gobernada por quienes continúan en la misma línea que sus precursores ideológicos repartiendo odios y revanchas evocadores del funesto pasado ignorando que según el viejo profesor socialista D. Enrique Tierno Galván, «el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla», por cuanto resulta vital otra forma más sensata de hacer política que garantice la convivencia entre los españoles y evite volver a las andadas.
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