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Es un símbolo cabalístico que se usa para crear un medio favorable para exorcismos y conjuraciones. Normalmente, al trazarlo alrededor de uno mismo, sirve de protección para tratar con los espíritus malignos sin peligro personal.

Desde el advenimiento a la Moncloa del “execrable” socialista/bolivariano hasta el arribo del actual gobierno socio-comunista a este “teatro burlesco de variedades” en que España se ha convertido por obra y gracia de su vedete principal, el Judas Iscariote del siglo XXI español, y dando por perdido el tiempo que los españoles consagraron a las estúpidas expectativas que supuestamente ofrecía el evasivo gallego, Don Tancredo; el ciudadano se ha sentido obligado a tomar la iniciativa, contemplando la imperiosa necesidad de practicar tantos “exorcismos” como infames representantes públicos transitan sin bozal y sin correa por el territorio nacional.

La rabiosa jauría antiespañola que conforma el gobierno está poseída por una fuerza maligna que es necesario expulsar para que España pueda gozar de un futuro deseable y civilizado.

Trotski afirmaba que “el partido bolchevique se asignó la misión de trastornar el mundo”; pues bien, lo mismo se puede decir de las pretensiones y objetivos que los socialistas, comunistas, terroristas e independentistas se han impuesto contra España, trastornarla, dividirla, empobrecerla y envilecerla.

Los enemigos de la Nación están impelidos por la fuerza maléfica de su ideología destructiva hasta el punto de pensar y llevar a la práctica su idea primigenia y sin concesiones al adversario, de tal modo que les obliga a actuar con firmeza y convicción contra la escoria pequeñoburguesa que incapaz de tomar partido por este o aquel lado, una vez aprenda que nuestra autoridad es fuerte y sin fisuras, vendrá a buscarnos, aunque solo sea para su propio refugio o beneficio, pues, la masa pequeñoburguesa anda en busca de una fuerza a la cual someterse.

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El español beligerante y ávido de lucha contra las acechanzas del maligno que ha tomado posesión en las personas de los opositores a España, debe tener prudencia y protegerse ante tan patriótico empeño, por tanto, ha de recurrir al “Círculo del rey Salomón” como medida de autoprotección en la tarea de exorcizar a esta cuerda de políticos indeseables.

Una de las causas principales por la que se producen posesiones demoníacas es un tácito o explícito pacto con Satanás para rendirle culto a cambio de bienes materiales y poder autocrático.

Sería muy provechoso detenerse en la siguiente reflexión o consideración proveniente de la órbita social-comunista: “Ninguna revolución, bien sea pacífica o violenta, se ha llevado jamás a cabo sin que los nuevos ideales hayan penetrado antes profundamente en la clase misma cuyos privilegios económicos y políticos se habían de asaltar”

El rosario de provocaciones antinaturales que atentan contra la ciencia o la biología, el cúmulo de falsedades y mentiras, el himalaya de sandeces y gilipolleces, el arsenal de tergiversaciones sociales, climáticas y de convivencia o la multitud de latrocinios cometidos por los que dicen ser dignos representantes del pueblo, van erosionando los teóricos y a su vez vulnerables cimientos de las ideas y de los respetables conceptos ideológicos contrarios a la ideología totalitaria de la cúpula gobernante, van penetrando por los intersticios de una débil estructura cultural y ciudadana que facilita la consecución de sus desleales  criminales objetivos.

De lo anterior se infiere que el “Círculo del rey Salomón” desde el cual, todo español que se imponga el deber de exorcizar al demonio que estas personas llevan dentro, ha de contar con defensas inexpugnables, sin fisura alguna y gozando de una estanqueidad a toda prueba.

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El ritual del “exorcismo” exige una continua repetición de las ordenes de expulsión y un uso de determinados objetos; en el caso que nos ocupa, bien podría el exorcista ayudarse de una elemental sinopsis histórica de los aconteceres e industrias del socialismo y comunismo español.

Tal es, la implicación y el efecto del maligno sobre la persona poseída que se apodera de su espíritu, dominándolo por completo y controlando su voluntad a su antojo.

Considerando que el desarrollo moral del individuo debe ser la base de toda organización humana cualquiera que sea  su carácter político, hemos de preguntarnos: ¿dónde están los que han de venir a servir al pueblo y no a utilizarlo en su provecho?

En lo concerniente a los socio-comunistas de España, la respuesta es, “que no están ni se les espera”, a no ser que el “exorcismo” dé sus apetecidos frutos.

Y entonces el pueblo dejará de “mordisquear” las sobras, las migajas del festín gubernamental y tendrá el lugar que le corresponde en la mesa constitucional.