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La libertad, como dijo Platón, es disciplina. No es la libertad para hacer lo que te dé la gana, para no tener límites. La libertad requiere sacrificio. Es un deber antes de ser un derecho. Y no se debe confundir la libertad con el libertinaje; si haces eso la pierdes”.

Estas palabras pertenecen a Oriana Fallaci, periodista, escritora, una mujer valiente, con autentico coraje y de fuertes convicciones. Florentina, toscana, italiana, y norteamericana por elección, sus reportajes y entrevistas hicieron historia en el periodismo. La Fallaci fue una escritora furiosa, rebelde con causa y libre.

Podría definirse como una atea cristiana que despreció la hipocresía de Occidente porque amaba su cultura y civilización, y por ello despreciaba a sus enemigos, principalmente al islam fanático y asesino, desvelado con toda crueldad a partir del 11 de septiembre del 2001. Ella estuvo ahí ese día en Nueva York y lo contó desde la primera línea, con cerebro, tripa y corazón, compilando, de manera personal, sus artículos recogidos en un libro que sacudió la conciencia de millones, cuyo título es La Rabia y el Orgullo

Marcello Veneziani dijo acerca de Oriana Fallaci: “Se puede estar en desacuerdo con sus tesis, pero fueron un saludable despertar a la crueldad, una forma brusca pero necesaria de hacernos ver que ya no es tiempo de minucias y cavilaciones cuando un enemigo te ataca así”. Personalmente agrego, que se podía disentir con ella en muchos de sus argumentos, pero nadie podría dudar de su coraje y honradez.

La Fallaci sentía orgullo de pertenecer a una civilización y la rabia de ver que como entregaba en manos de sus enemigos. Fue una voz que advirtió que Occidente sufría una invasión islámica, de que Europa se convertía en Eurabia y que por entonces se negaba. Por ello sufrió también el oprobio de la corrección política.

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La Fallaci a lo largo de su vida defendió con la palabra, la verdad, la justicia y la libertad. Y la libertad para ella, es disciplina y un deber antes que un derecho. La libertad, según sus palabras, hay que ganarla y defenderla, y cuando esta no tiene límites se pierde definitivamente.

Fallaci dijo “Ser periodista significa ser desobediente. Ser desobediente significa entre otras cosas estar en la oposición. Para estar en la oposición hay que decir la verdad. Y la verdad es siempre lo contrario de lo que se nos dice”.

Seamos como la mejor Oriana Fallaci, seamos desobedientes, opongámonos, seamos libres, pero de verdad.