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Hoy voy a hablar un poco acerca de estos tres emperadores romanos que nacieron y se criaron en suelo español. Gloria de nuestra patria por lo tanto. Muestra de que la península ibérica es capaz de dar grandes hombres que inspiren al resto de la humanidad aunque tuviesen sus sombras también.
Trajano nace en Itálica. Fue el emperador con el cual el imperio tuvo su máxima expansión territorial al incorporar el reino de los dacios. Fue un gran impulsor de la obra pública en la ciudad. Fue el emperador de la paz romana. Durante su mandato y el de sus sucesores los habitantes del imperio conocieron uno de los periodos más felices de la Historia del hombre sobre la tierra.
Adriano nace también en Itálica. Fue conocido como el emperador viajero pues se pasó su mandato recorriendo y viajando por los lugares que tenía que gobernar. Pasó a una política defensiva y se dedicó a asegurar las defensas del imperio al considerar la expansión por Mesopotamia como imposible. Fue un hombre culto y amante (demasiado) de la cultura griega, que vivió una segunda juventud dentro del imperio benefactor romano. Eligió como sucesor al filósofo estoico Marco Aurelio.
Teodosio nació en Coca. Tras muchas vicisitudes fue nombrado emperador del imperio romano de oriente. Venciendo a Valentiniano y a Eugenio logró el mando sobre la mitad Occidental. Fue el último emperador sobre todo el territorio del imperio unido. Pero a su muerte volvió a dividirlo nombrando herederos a Arcadio y Honorio, sus hijos varones. Consagró al cristianismo como religión oficial del Imperio. La iglesia ortodoxa lo considera Santo por ello.
Como vemos estos tres españoles fueron elegidos por el destino para gobernar el mundo. Afrontando mayores problemas el tercero, pues durante su mandato la amenaza de los bárbaros estaba ya presente. Fueron tres buenos gobernantes que quedaron por siempre en la memoria de los hombres.
Y la pregunta se presenta inevitablemente ¿No podría dar todavía nuestra exhausta península algunos tipos como los mencionados? En una época tan decadente como la que tenemos que padecer, ¿no podría salir alguien que nos saque de esta miserable mediocridad a la que estamos abandonados, y haga de nuevo de España un gran país?
Teníamos nuestras industrias…Avia, Barreiros, Pegaso, Ebro, Derby, Puch, Seat… por hablar de la industria pesada. Hoy no nos queda nada de aquello. La «democracia » solo nos ha ofrecido a los españoles el boom inmobiliario de Aznar y las «bodeguiyas» de Felipe González. Y los julais que han venido después ni eso siquiera. ¿No podrían ofrecernos nuestras cansadas tierras algunos gobernantes con carisma verdadero que nos vuelvan a colocar en un lugar puntero?
¿Y qué tengan claro que el progreso es el desarrollo económico y social y no las leyes decadentes que nos están imponiendo durante estos últimos 45 años?
Esperemos que sí. Que podamos salir de esta pesadilla que vivimos y que mejores hombres que los actuales tomen las riendas del país y de Europa también, por que no, y que volvamos a ser esa luz del mundo que un día no muy lejano fuimos.
Yo se lo ruego al Señor todos los días, pues me temo que al paso que van las cosas, estaremos abocados finalmente a la hambruna y a la tragedia.
Por ello me gustaría que los olivares andaluces nos dieran nuevos Trajanos y Adrianos, y que los campos de cereales castellanos nos diesen nuevos Teodosios. Para que acaben con este imperio de la estulticia y de la inicuidad. Donde los mejores son perseguidos y nos mandan las más distinguidas naderías.
Y con esa petición me voy a mis labores. Hoy es Miércoles Santo y toca trabajar. Los campos requieren ser roturados, los que están en barbecho. Mientras paso las gradas pensaré en el abandono que sufrimos en el campo. Los agricultores franceses están reaccionando a ello. ¿Nos despertará alguien a los agricultores españoles? ¿Nos hará alguien ver lo injusto del expolio a que nos vemos sometidos?
Pues no es que hayamos perdido nuestra industria. El campo lo hemos perdido también, así como la minería y la pesca.
Por ello necesitamos civilizadores, gente que crea en la gloria de nuestra civilización occidental y cristiana y no más cantamañanas como los que tenemos que padecer, llenos de complejos y de incultura. Que no podrían trabajar en ninguna empresa mínimamente competitiva.
Cuando vuelva a visitar Sevilla haré una visita a Itálica, y haré una expedición desde mi terruño zamorano a Coca. A ver si el Señor escucha mis peticiones de una vez y nos manda unos cuantos mandatarios sabios y honestos. Los necesitamos como agua de Mayo en esta España que se desliza hacia el precipicio. Y haré extensiva mi petición a los tres emperadores también. Ojalá me escuchen.
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