26/04/2024 09:04
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No me duelen prendas al afirmar que el hemiciclo del Congreso de los Diputados se ha convertido en una auténtica verbena, casi feria circense, con fieras incluidas, a tenor de los lamentables espectáculos a los que estamos asistiendo desde hace demasiado tiempo. Debería haber una pancarta a la puerta en la que se dijera: “Pasen y vean, la función va a comenzar”. Es ciertamente lamentable, demasiado triste y repulsivo, para el común de los mortales.

          Enumerar los numeritos puestos en escena, todos ellos de pésimo gusto y repugnante factura, sería tarea imposible de abordar. A cada cual peor, siempre representados sin pena y sin ninguna gloria por sus Señorías que, contrariamente a la dignidad que debería acompañarles en el ejercicio del cargo, acreditan sobrados méritos en cuanto a bajeza y vileza moral, ruindad y mezquindad política, indigencia intelectual de probada solvencia y, por descontado, pobreza y miseria personal. El deshonor y la deshonra, el descrédito y la indignidad que exhiben ante el pueblo español son, sencillamente, irreverentes e injuriosos.

          Desde la tribuna de oradores, convertida en púlpito de la infamia proclamada a viva voz, la indecencia abyecta cobra carta de naturaleza en forma de ley. Desde sus escaños, auténticas poltronas de empoderamiento exclusivamente personal, nuestros ilustres próceres patrios se entregan con denuedo y decisión a la oratoria meliflua, en el mejor de los casos, pero generalmente zafia y grosera, en la defensa de iniciativas y propuestas pintureras y poco efectivas para nuestros sufridos compatriotas. 

          Mención especial merece nuestro ínclito y arrogante presidente, exponente de un narcisismo de catálogo y de una petulancia insufrible, que se jacta y se ufana, alardea y presume, sin decoro ni recato, de alabarse a sí mismo sin hartarse, de sentirse guapo, fino y elegante. A diferencia del joven Narcisos de la mitología griega, aunque insensible, soberbio y orgulloso como aquel, es premiado por sus numerosos pretendientes con su amor adúltero en su fingida e incondicional entrega, obscena y lasciva. El nombre de Pedro está gravado, en medio de un corazón, en los árboles de la selva nacionalista, la jungla podemita y la arboleda de la ribera feminista carnavalera. Algunos, algunas o algunes, con ardiente y nada disimulada pasión, seguramente lo llevan tatuado en el pecho, como manifestación de amor encendido y ardiente, incontestable, incontrolable e incondicional. Baste oír y ver la algarabía que provocan sus comparecencias entre sus acólitos, no solamente de la bancada azul –triste paradoja- situada en la primera fila del Salón de Sesiones del Congreso. A partir de ahí, en las siguientes filas ahora coloradas, los vítores, aclamaciones y aplausos se suceden con júbilo estruendoso como en el circo romano.

          Y en medio de toda esta orgía parlamentaria ¿Qué hace la oposición? ¿A qué dedican sus pronunciamientos y tiempo libre? Como bien dice mi primo, a tirar pellizquitos de monja, a gesticular con grandilocuencia contrariada desde sus asientos, a proferir airados gestos de desaprobación y, las más de las veces, a recurrir a aquella cantinela aburrida del “Y tú más”. Mucho parloteo y eufemismo fatuo, necio, triste y melancólico. En una palabra, mohíno.

           Vox, buscando una original pirueta política, ha tomado la iniciativa opositora y ha registrado una moción de censura de escaso recorrido. La anterior pudo tener un sentido, una explicación de fácil interpretación por parte de sus votantes. Ahora, con un sentido oportunista, buscando un legítimo protagonismo político, se suma al burlesque parlamentario. Francamente, me parece una iniciativa infumable e impropia, por el candidato postulado y la falta de olfato político. El vaudeville está servido por mucho empecinado que quiera ver una hábil maniobra política. Todo me parece una chirigota sin gusto ni gracia, sin humor y escasa agudeza. Los socialistas y sus coaligados, ya están celebrando la oportunidad para la vendetta, la mofa y el escarnio del adversario. Por su parte, los chicos de Génova, se pasan por el arco del triunfo la  extravagante estratagema diseñada desde la Fundación Disenso.

          Mentiría si dijera que siento mucho decirlo, pero me parece un ardid poco hábil, una jugada que no engaña más que a los propios, una trastada algo imaginativa si acaso, pero nada más. Se me antoja que es un intento desesperado de recuperar un terreno perdido, de frenar la lenta sangría de votos que se está sufriendo. ¿Suicidio? Quizá un funambulismo político de pronóstico reservado. No sé a cuento de qué viene ahora a contarnos Ramón Tamames, otrora comunista de los de la hoz y el martillo, cómo se pueden arreglar los problemas éticos, morales, políticos, económicos y sociales de la España a la que contribuyó a descuajeringar. Es una auténtica aberración ideológica, un universo virtual ficticio, eso que ahora los iluminados por el progreso llaman metaverso. 

          Puestos a ser creativos e imaginativos, se podría haber escogido a otro portavoz de la moción de censura planteada. Qué pena que Juan Velarde Fuertes, excepcional economista, asturiano y español de pro, de los de verdad, falleciera el pasado tres de febrero. Una mala caída en su domicilio nos privó de su clarividencia, pese a sus noventa y cinco años de edad. No me temblará la voz si me refiero a otro ilustre leonés, Fernando Suárez González, destacado jurista y, curiosamente, de ochenta y nueve años de edad, los mismos que viste y calza el sorpresivo y controvertido orador madrileño elegido para el rocambolesco sainete parlamentario.

          En fin, queridos lectores. España y los españoles nos merecemos respeto, ser defendidos y protegidos, desde principio y valores, por políticos íntegros, honestos, honrados, rectos, justos, pudorosos y desinteresados, con dignidad y decoro, con recato y rectitud moral. Como dice aquel tópico literario, referido ahora a la actualidad política, “Fortuna mutabile” (La fortuna es cambiante). Cosas veredes, estimados compatriotas.

Autor

José María Nieto Vigil
José María Nieto Vigil
Historiador, profesor y periodista. Doctor en Filosofía y Letras. Director de Comunicación Agencia Internacional Rusa

 
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Eduardo

Quiero entender, después de leer el artículo, que para Don Jose María Nieto después de su descripción apocalíptica al iniciar el artículo esta moción de censura es más reprobable que si no hubiese hecho nada. Si el Sr Abascal se limitase a cobrar a final de mes y ver el tiempo pasar creo que no le merecería al menos tanta crítica como combatir la insoportable situación actual. No estoy de acuerdo con sus conclusiones Sr. Nieto.

Jose Maria Nieto Vigil

Muchas gracias Eduardo. Siempre la crítica amable y elegante es enriquecedora. La suya lo es. Tengo una posición ideológica y muy contraria a la del Señor Tamames, por lo demostrado en su trayectoria política. Soy eco de muchos de los que no entendimos por qué escoger este mensajero.

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