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A Ernesto.

    «A los que defienden mentiras o errores  con la tranquilidad de estar convencidos de ellos se les puede repetir lo que San Agustín decía: “Son admirables las cosas que decís, nuevas las que repetís, falsas las que proponéis. Admiramos las admirables, nos guardamos de las nuevas y combatimos las falsas”.»

                          Saturnino Ruiz de Loizaga, El castellano [2019, p. 126]

    “Las lenguas [románicas, en España] no nacen, evolucionan desde el latín y lo hacen en muchos sitios a la vez (Ruiz Asencio) y en este caso lleva la palma Valpuesta, cuyas actas más antiguas son de finales del siglo IX y comienzos del X. […] De ahí que podemos decir que el romance-castellano no sólo nació en Valpuesta sino también en Oña, en Cardeña, en San Millán, en León…, pero sus huellas escritas más antiguas e importantes, mientras un hallazgo fortuito no nos depare otro testimonio anterior, hay que buscarlas y estudiarlas en los pergaminos del cartulario Gótico de Valpuesta.”

                            Saturnino Ruiz de Loizaga, El castellano [2019, pp. 56 y 85-86]

               CASTELLANO, LENGUA PROPIA DE LAS VASCONGADAS

   “Desde que Alfonso I fundó en Vasconia la primera Castilla y comenzó la formación lenta de la segunda Castilla en el territorio vasco de la Vardulia, pasó más de un siglo en que no existió más Castilla que la que pudiéramos llamar la Castilla vasca de Vardulia y Borovia.”

           Zacarías de Vizcarra, Vasconia españolísima (1971) [Vaquero, 2022, pp. 88-89]

   “La entrada de los vascones en tierras de várdulos y caristios acaeció —no vacilo al afirmarlo— durante el período de anarquía que siguió a la caída del poder romano en España.”

           Claudio Sánchez Albornoz, España en enigma histórico 2 [1973, pp. 451-452]

    El uso impropio en español de “lengua propia de un territorio” autonómico, regional, local —que por antítesis convierte el español en lengua ¿impropia?—, cuando debiera hablarse de lenguas exclusivas —y cada vez más excluyentes—, por serlo de una población por lo general minoritaria en su propio territorio, frente a una lengua “común”, el español, inclusiva, que ha consolidado su comunidad lingüística por agregación, a diferencia de las mal llamadas “lenguas propias”, impuestas por segregación, es una cuña verbal más en la propia madera para desintegrar la comunidad lingüística del español:

   “[…] una lengua oriunda del País Vasco, exclusiva en casi la mitad de su territorio, el que la vio nacer, que es primera lengua y, por lo general, lengua única de al menos tres cuartas partes de su población y segunda lengua y bien hablada y conocida de casi toda la otra cuarta parte, que es además la lengua más antigua del País, de las dos que le son propias” [Salvador, 1992: 120].

     Y aquí pondrán el grito en el cielo y se rasgarán las vestiduras los mal denominados normalizadores de la lengua vasca a beneficio del “politiqueo” lingüístico nacionalista:

   «[…] Y se trata de una verdad que es preciso formularla expresamente porque se halla enmascarada por una deficiencia léxica, por el hecho de que se designan con el mismo nombre —y lo mismo en uno que en otro idioma— el vasco originario que su resultado o resultados actuales. […]

  »Luis Michelena admitía que el término vasco pudiera resultar ambiguo, pero le resultaba suficiente el término éuscaro, introducido por Martinet para denominar el tronco primitivo del que deriva el vasco actual: “[…] del mismo modo que hubo un protorrománico (conocido, por fortuna, como latín)”, yo me inclinaría a denominar protovasco a todos esos estados anteriores, de los que, por otra parte, bien poco se sabe, aparte lucubraciones y fantasías, sin base documental, lo que estrictamente hay que considerar como prehistoria lingüística.»[Salvador, 1992: 122.]

                 CASTELLANO, LENGUA ÚNICA DE ÁLAVA OCCIDENTAL

                                                             (O

      PRIMERA LENGUA, PROPIA Y CASI ÚNICA DE LAS VASCONGADAS)

      “Así, la más vieja Castilla nace entre las tierras de Cantabria y Álava en lo que será el norte de la actual provincia de Burgos. […] El condado de Álava aparece unido al de Castilla con el que comparte la frontera oriental del reino de León.”

              Ramón Peralta, Teoría de Castilla [2009, pp. 17 y 44]

       “Álava formó parte, pues, de esa Castilla donde se fraguó el idioma”

              Gregorio Salvador, Política lingüística  y sentido común [1992, p. 119]

   «Valdegovía aparece aquí como sinónimo de un hecho social entonces singular: el de ser hombres libres en tierras libres, en pueblos y villas libres. Libres del poder señorial y feudal, libres de las tutelas eclesiales. Valdegovía, “isla de hombres libres en la España feudal”.»

             Saturnino Ruiz de Loizaga, El castellano [2019, p. 164]

    Y puestos a hablar de “lengua propia”, haciéndolo con propiedad, la lengua propia (y exclusiva) del occidente alavés es el castellano, devenido con el tiempo en español, o para ser más preciso el “español castellano” (y no como pseudo-sinónimo redundante, sino europeo (que no sólo peninsular) versus “español atlántico” o hispanoamericano).

   Es decir, que si por lengua “propia” se entiende una lengua vernácula, originaria del lugar, la lengua autóctona, oriunda, del occidente de la actual Euskadi es el castellano. De modo que esa aplicación al vascuence en Vascongadas  (las mal llamadas también “País Vasco”) es impropia por partida doble. Y así lo prueba el hecho de que, en el actual estado de la cuestión, los textos más antiguos del castellano sean los del cartulario de Santa María de Valpuesta (valle de Valdegovía), en el occidente alavés lindante con Burgos, como ha demostrado recientemente el paleógrafo Saturnino Ruiz de Loizaga:

   “El castellano nació entre los siglos V y VIII en la antigua Castilla, en Valdegovía, región que incluía buena parte del actual País Vasco. Se habló en su forma arcaica por los montes y valles situados al norte del alto Ebro, incluso con anterioridad a la llegada del Islán a España. Tuvo como frontera el alto Ebro, la llanada mirandesa y Pancorbo.  Se escribieron sus primeras palabras en documentos del monasterio de Santa María de Valpuesta, aldea burgalesa, del valle de Valdegovía, mayoritariamente alavés. Se originó por la fusión de diversas comunidades reunidas en dicha región. Es el resultado de elementos culturales hispano-godos, cántabros, vascos, mozárabes y gentes de otros lugares del sur y del valle medio del Ebro. Asumió acusadas influencias del vascuence en su formación[1]. Se habló por zonas del País Vasco antes que en la Rioja, León y muchos lugares de Castilla”  [Ruiz de Loizaga, 2019: 93-94.]

                CASTELLANO AUTÓCTONO VS. VASCONIZACIÓN TARDÍA

                     EL ESPAÑOL, LENGUA PRIMERA DEL PAÍS VASCO

   “Pero he hecho hace un momento una aserción que a muchos de ustedes habrá sorprendido y alguno incluso la habrá tomado como un lapsus, la de que las dos lenguas propias y oficiales actualmente en Euskadi, el castellano y el euskera, la más antigua es el castellano”

              Gregorio Salvador [1992, p. 121]

     “La lengua vasca no ha llegado a ser en tiempos históricos el medio de expresión total de la vida del pueblo vasco. En ello ha influido sin duda de modo decisivo el corto número de sus hablantes […] Incluso dentro de la Vasconia tradicional, áreas alavesas, navarras y vizcaínas parecen estar totalmente romanizadas cuando, hacia el siglo X, la documentación empieza a hacerse relativamente abundante.”

              Luis Michelena, Historia de la literatura vasca [1960, p. 11]

   Así pues, no sólo una “lengua propia”, sino “la lengua propia”, y la “primigenia” de Álava —y por extensión de las Vascongadas—, habida cuenta de que la vasconización, tardía, de los “territorios históricos” de Álava y Vizcaya, no fue anterior al s. VI después de Xto. —lo que haría del vascuence una lengua “invasora” (por utilizar esa denominación tan cara al nacionalismo) de tribus vasconas empujadas hacia este lado de los Pirineos por otras más bárbaras que ellas: los Francos—, confirmando una tesis, que data ya de hace un siglo —Gómez Moreno la formulaba en torno a 1925— pero ninguneada por el nacionalismo dominante y reavivada recientemente[2], sobre hallazgos arqueológicos, por lingüistas como Joseba Abaitua (Univ. de Deusto), Mikel Martínez y:Emiliana Ramos (UPV), apoyándose en la tesis de Mikel Pozo, en “Del euskera en la Tardoantigüedad. Expansión a occidente y dialectalización” [Palaeohispanica, 22, pp. 47-84].

   Abundando en “El caso de la vasconización tardía” de Abaitua en colaboración con el arqueólogo Mikel Unzueta [2011], estos tres investigadores demuestran que hasta los ss. VI-VII d. C. no se produjo la “expansión  tardoantigua del euskera”, “desde Navarra a la Llanada alavesa y, posteriormente desde ahí, a la fachada atlántica”, por los “vascones”. “Descendientes etnoculturales de esos individuos que, a principios del siglo V, aparecen en la obra de Orosio como rusticani” [“pueblo dinámico, bullicioso y belicoso”], y “posiblemente tropas rurales semiarmadas”y “vigilantes al servicio de Roma de los pasos pirenaicos en la vertiente navarra”, “tras al menos siglo y medio de asentamiento en los valles pirenaicos y la cuenca de Pamplona”, los vascones, un “contingente poblacional que bien pudo haber sido mínimo” y bajo “el influjo de los francos que atravesaron los Pirineos para asediar Zaragoza en 541”, habrían irradiado “el éuskaro (o Vasco Común Antiguo)” [Mitxelena, Lengua común y dialectos vascos, 1981/1987], “asociándolo  a la diócesis de Pamplona  y a la iglesia paleocristiana de Dulantzi [Alegría de Álava] y su zona de influencia”, “tanto a Bizcaia y cuenca del Deba como, más tarde, al norte de Burgos y a La Rioja” [Abaitua, Martínez y Ramos, 2022; Martínez, 2022: 18]. Y, de hecho, “Antes de la llegada de los romanos, la toponimia y la onomástica inscritas en diferentes soportes eran predominantemente célticas o indoeuropeas. No hay sustrato eusquérico”, [Martínez, 2022: 18].

     Más allá de lo que el retén de guardia de la intelectualidad orgánica del nacionalismo  considerará una cicatería filológica (o la pretensión de cortar un pelo en tres), la tesis de la llegada de migraciones vasconas trans/pirenaicas hacia los “territorios vascongados” más occidentales, y provocadas a partir del siglo VI desde Gascuña por las invasiones bárbaras, parece zanjar el tópico del sustrato prerrománico del castellano (sostenido de Menéndez Pidal en adelante hasta Tovar[3]), tal como proponen Joseba Abaitua et alii, a la vez que la transcripción de los cartularios de Valpuesta, en 1995 adelanta en  siglos[4] la aparición de testimonios escritos en castellano en el occidente alavés, confirmando el castellano como lengua franca, patrimonial y única de Valdegovía, tal y como reza el subtítulo de El castellano, la última monografía del alavés Saturnino Ruiz de Loizaga[5].

                 PROPIEDADES LINGÜÍSTICAS DE LAS VASCONGADAS

   “Vasco= Euskaldún no es una tautología, sino una interpretación política que contradice la norma lingüística (es decir, el uso mayoritario del término en castellano, dentro y fuera del País Vasco) y, desde luego, la única definición oficial que cuenta con el asentimiento mayoritario de la población vasca: la contenida en el artículo 7 del Estatuto de Autonomía, que considera vasco a todo individuo avecindado administrativamente en el territorio de la Comunidad Autónoma Vasca.”

                        Jon Juaristi, Sacra Némesis [1999, p. 236]

      De modo que, a vueltas con la propiedad, tan “propio” de los vizcaínos o vascongados[6] es el castellano de las tribus celtas romanizadas de Bardulia como el vascuence —

y es tal el empoderamiento nacionalista militante que hasta llamarlo “vascuence” escuece— de los (in)migrantes “vascones” que en la Alta Edad Media, y simultáneamente a la fermentación de la lengua romance, se asientan en los territorios de Álava y Vizcaya.

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   Lástima que la vascoparlancia subvenida se obstine en sospechosa fidelidad etimológica a una voz como euskaldun[7], a todas luces insuficiente para una realidad polisémica — ‘vascoparlante’/‘ciudadano vasco’[8]—, mediante la coacción semántica que retrotrae la condición de vasco a la de vascoparlante, identifica ciudadanía vasca con el dominio del euskera, su denominación de origen con la lengua vasca en particular y segrega del cuerpo social la otra lengua propia, la oficial—y común, amén de primera lengua y única de las tres cuartas partes de la población—, trocando en sinécdoque de trilero la parte por el todo (y el todo por sus partículas) para el label vasco —de forma que si no eres “vascongado”, en su acepción clásica, “vas/colgado”, en  otra antonimia más reciente—: en suma, corrección política y manipulada de la realidad social por la neolengua batua.

   Resulta, pues, cuando menos paradójico leer que “El idioma crea el alma del individuo y el alma de los pueblos”, amén de escalofriante—“Por ello que es tan tremendo el crimen contra la patria que comenten los padres que no enseñan el idioma nacional a sus hijos. Este crimen no tiene palabras con que clasificarse, si es cometido por un individuo que además se dice NACIONALISTA. […] es merecedor de la pena de muerte y que su cadáver sea entregado a los buitres, para que su repugnante materia somática no mancille la tierra euskaldun” [Sarrailh de Ihartza (Krutwig), 1962: 30], en una comunidad donde tal identidad lingüística[9] es un capital simbólico de euskadienses militantes y/o a sueldo, vascoparlantes subvencionados, mutantes, a tiempo parcial o de boquilla, ya la baja pese a la inversión pública[10] en esta última cuarentena en Euskadi —‘bosque de euskos’ (acaso por ser lengua del territorio montañoso del saltus vasconum)—, cuya recuperación se encuentra (¿a causa tal vez del cambio climático?) en estado vegetativo.

                   DEL SALTUS VASCONUM  AL ASALTO VASCONGADO

     “Si no hablas euskera, no eres vasco, le decían, aunque formes parte de ETA. Él alegaba su compromiso con la independencia. Lo mandaban a la mierda.”

                  Fernando Aramburu, Patria [2016, p. 501]

    «Un caso de distinta índole —aunque también relacionado con la angustia lingüística— lo encontramos en las llamadas a la Unesco, esta vez por parte del nacionalista Josep Benet: “Se tortura a nuestros niños durante los primeros años de escuela aprendiendo una lengua que no es la materna”, lo que es calificado de “crimen”, “infracción”, “hecho inhumano”. Se hace esta recomendación: “En 1951, en París, la Unesco afirmó: es axiomático que el mejor medio para enseñar a un niño es la lengua materna”. […] El argumento sobre la importancia de la lengua materna en la enseñanza también ha desaparecido del debate público.»

                  Juan Ramón Lodares, Lengua y patria [2002, p. 187]

   «El artº 30 de la Convención internacional de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, de cuyo cumplimiento el Gobierno de España es garante por mandato expreso del artº 93 de la Constitución, declara el derecho del niño “a su propia vida cultural y a emplear su propio idioma” materno donde existan minorías lingüísticas.»

                   Saturnino Ruiz de Loizaga, El castellano  [2019, p. 184]

   “Si en la escuela se fomenta el odio se crean personas  plenamente sumisas y dependientes. Esta esclavitud se manifiesta, en primer término, en que el odio al otro implica la necesidad del otro, precisamente para seguir odiándolo. Es un sentimiento claramente destructor, ya que, aunque consiguiéramos desprendernos del otro, al que consideramos enemigo, seguiríamos odiando su imagen. Precisamente al odio se llega por una identidad excluyente, que conduce a una patología en la que no cabe ni la razón ni la empatía.”

                  Antonio Bernat Montesinos [Ladrón de Guevara, 2021, pp. 207-208]

   «La presión sobre la población no nacionalista —lo que ETA llamaba, en su comunicado de tregua de septiembre de 1998, “la persecución social” de los refractarios al nacionalismo— ha utilizado y seguirá utilizando formas de terrorismo difuso debidamente dosificadas […]»

             Jon Juaristi, Sacra némesis [1999, p. 302]

   “Aquí aprende euskera todo cristo y no hay más que hablar.”

                Fernando Aramburu, Patria [2016, p. 172]

     Aunque, en virtud de la superposición de la mítica gran Euskal Herria, en defecto del “atlas lingüístico del euskera”—que ningunea el correspondiente del español en Euskadi, lo que evidenciaría su condición mayoritaria, justificando los derechos de esa población castellanoparlante—, sobre el mapa de la actual división  de España por provincias (1833), se hace extensiva la parte vascoparlante a la totalidad del territorio, de manera que en Álava[11] (y ahora, Navarra), por metonimia —la meto en la “normalización” por nimia que sea—, se expropia a los hispanohablantes en su “inmersa mayoría” escolar la “propia”, en virtud de la regla de la inversión (económica) en escuelas públicas y coles (¿de Bruselas?[12]), adoctrinándolos en la aizkolarización so capa de escolarización, para hacer de ellos neohablantes de  neolengua batua[13] —o, en su defecto, en Álava/Araba (Saudita), mozárabes o mudéjares de todo el Atlas vasconizados en el dialecto arabés o arabiera o, mejor, arabesco o arabasco—, euskaldunberris —o ‘nuevos euskaldunes’, lo que fueron los “cristianos nuevos”, expresión políticamente incorrecta, en especial a tenor del reemplazo de la población oriunda; valdrá decir “conversos lingüísticos”—.

   Imposición, en definitiva, de una lengua vehicular más paradogmática que paradigmática que contraviene —próxima a la inmersión sionista sí o sí en el hebreo estándar de los kibutz israelíes— los fundamentos del modelo quebequés o de la Escuela de Ginebra sobre la lengua materna con que se justificó el sistema de modelos lingüísticos,

en nombre de lo que el pedagogo Ernesto Ladrón de Guevara en Un alegato contra el adoctrinamiento en las aulas ha denominado Totalitarismo lingüístico —y “el sacrificio en la inmersión del 15% de la población escolar con dificultades en el área verbal, de alumnado con diferente etiología de retraso escolar, transeúnte, etc. [2021: 88]—, que desplaza de la Raza a la Lengua las esencias reveladas en la identidad nazionalistilla a beneficio de una reconquista, colonización y evangelización “identitaria” que muta lo idiomático[14] en sacralización pentecostal frente al “imperialismo español” de Castilla:

  “Convendría preguntarse, sin embargo, cuál era la colonización lingüística de un idioma, el español, secularmente instalado  en el País Vasco, único hasta donde alcanzan los textos en determinadas zonas de su territorio e incluso podría decirse que gestado en él. Como convendría preguntarse si el resurgir del eusquera no ha implicado, más que un proceso de liberación popular, otro tendente a la identificación patriótica, y, desde ella, al control social, propiciado a través de la “lengua patria” y llevado adelante por grupos nacionalistas de presión —tanto dentro como fuera de la Iglesia— que a la postre no se han manifestado como defensores de las libertades públicas” [Lodares, 2002: 161].

                                            [¿CONFESIÓN O AUTO DE FE?

   Particularmente, ni creyente, ni practicante, perdí la fe en una comuni(cac)ión no instrumentalizada al servicio de la construcción nacional vasca, tal como lo es el español. Descreo, pues, de la religión civil, laica, neopagana del dios Aitor (Aitor, Aitor, mutil, etxera!, en paráfrasis del Hator, hator, mutil, etxera!) que profana los derechos de los castellanohablantes en su lengua propia —condenados a menudo, en sacra némesis, al semilingüísmo, esa incapacidad de expresarse en ninguno de los dos idiomas en contacto—, para pasar de ser un vascoparlante de pleno derecho con todos los papeles en regla a hacer voto de silencio, quitándome de un bien tan mostrenco y haciendo votos  por el “sesquilingüismo” o la capacidad de expresarse sólo en una lengua aunque de entender las dos. Y eso si la euscaldunidad no imprime carácter (¿estadístico?) y no le imponen a uno una penitencia cívica, descontándole del carnet de crédito nacional los puntos (¿de sutura?).]

                                    Y DE AQUITANIA A MAKETANIA

                                                            O

                                             SI SABINO VIVIRÍA

    —“[…] ve preparándote para tener un nieto que se apellide Hernández. Solo de pensarlo me entra dolor de tripa. A mí eso es lo que me da ganas de llorar y no Joxe Mari, que está defendiendo la causa de Euskal Herria.”

                       Fernando Aramburu, Patria [2016, p. 344]

    “Gran daño hacen a la Patria cien maketos que no saben euskera. Mayor es el que le hace un maketo que lo sepa. Para el corazón de la Patria, cada vasco que no sabe euzkera es una espina; dos espinas cada vasco que lo sabe y no es patriota; tres espinas cada español que habla euskera.”

                   Sabino Arana, Baserritarra, nº. 8 [Vaquero, 2022, p. 62]

    —“Sé lo que me digo.

   —Tú sabes a tocino cuando te untan.”

                      Fernando Aramburu, Patria [2016, p. 308]

   Luego, con el tiempo, seguirán sus pasos Treviño, Miranda de Ebro o Castro-Urdiales, con arreglo al expansionismo del nacionalismo étnico que transmuta la identidad racial ¿o razzial? en idiomática y cuyos profetas fueron Mirande, Krutwig, Txillardegi et alii.

   «“Euzkadi —escribía Arana Goiri— es un huerto.” Y Lizardi: “el huerto de los antepasados.” Pues bien, el huerto de Krutwig será más grande que cualquiera de ellos. Se extenderá hasta allí donde se manifiesten, borrosos en los bordes, los caracteres de la etnia en-sí (lenguas, indumentaria, forma de las casas), hasta abarcar lo que un día fueron los dos grandes Estados vascos: el reino de Navarra y el mítico Ducado de Vasconia. Por el norte incorporará toda Aquitania, hasta el Garona [más el Bearn que incluía Jon Mirande]; por el sur llegará hasta Garray, a las puertas de Soria; por el este absorbe Aragón, y por el oeste se conforma con algo menos: Castro Urdiales, Reinosa y las Cuatro Villas; total, sólo hasta Santander. La Gran Vasconia»  [Juaristi, 1997: 291].

   Por todo lo alto: ducados y reinos de ambos vertientes de los Pirineos, del Garona al Ebro. Eso sí,  sin tocarle un pelo al Departamento de los Pirineos Atlánticos (las “provincias” vascofrancesas), pues el nacionalismo vasco es otra seña de identidad española.

   BIBLIOGRAFÍA

    ABAITUA ODRIOZOLA, JOSEBA K., MARTÍNEZ ARETA, MIKEL y RAMOS REMEDIOS, EMILIANA [2022]: “Del euskera en la Tardoantigüedad. Expansión a occidente y dialectalización”, Palaeohispanica, 22, pp. 47-84.

   ABAITUA, JOSEBA [2021]: “Hay pueblos cuyo nombre cambiado al euskera es un bodrio descomunal”, El Correo, 2.11.2021, p. 11.

   ARAMBURU, FERNANDO [2020]: Patria, Barcelona, Tusquets.

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   JUARISTI, JON [1999]: Sacra némesis Nuevas historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa.

                              [1997]: El bucle melancólico Historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa.

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   LODARES, JUAN RAMÓN [2005]: El porvenir del español, Madrid, Taurus.

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                                                   [2001]: Gente de Cervantes Historia humana del idioma español, Madrid, Taurus.

                                                  [2000]: El paraíso políglota, Madrid, Taurus.

   MARTÍNEZ ARETA, MIKEL [2022]: “El euskera, o mejor dicho un antecesor de él, llegó a la Llanada procedente de Pamplona y desde Álava se expandió a Bizkaia y la cuenca del Deba”, El Correo, 11.09.2022, pp. 18-19]. [Cfr. Curso de verano 2022 Vasconia en la antigüedad tardía (406-711), lengua, cultura y sociedad.]

   PERALTA, RAMÓN [2009]: Teoría de Castilla. Para una comprensión nacional de España, Madrid, Actas.

LEER MÁS:  Leemos en la Prensa valiente: "La España de las Tribus". Por Jesús Cacho

   RUIZ DE LOIZAGA, SATURNINO [2019]: El castellano. La lengua franca, patrimonial y única de Valdegovía a través de los siglos, Burgos.

   SALVADOR, GREGORIO [1992]: Política lingüística  y sentido común, Madrid, Istmo.

   SARRAILH DE IHARTZA, FERNANDO [KRUTWIG, FEDERICO] [1962]: Vasconia, Buenos Aires [París], Norbait.

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   VAQUERO OROQUIETA, FERNANDO JOSÉ [2022]: Biografía no autorizada del PNV, Pamplona, Pompaelo

NOTAS

[1] «Gentes godas que, junto a los cántabros, fueron determinantes en la conformación de Castilla como nueva nacionalidad altomedieval; gentes cuya originaria lengua gótica de filiación germánica se matizaba con elementos propios de las lenguas bálticas (germánico oriental) si tenemos presente que los godos  habitaron durante siglos las tierras ribereñas del mar Báltico (región del bajo Vístula) conviviendo con diferentes pueblos de lengua báltica. Solo mediante este ejercicio que ahonda en las particularidades lingüísticas del hablar “romance”  propio de godos y de cántabros podremos comprender las claves que condujeron a la formación de la lengua castellana, una lengua tan distinta del latín que nos obliga a abandonar, por insuficiente, como método explicativo el tenaz y hasta “castizo” academicismo latinizante hasta ahora dominante» [Peralta, 2009: 63.]

[2] «Como preconizan Schulten, Gómez Moreno, Sánchez Albornoz e incluso Menéndez Pidal, después de la época romana sobrevino un “corrimiento” de vascones hacia las provincias vascongadas, como también por Gascuña.  El corrimiento de los várdulos para establecerse en antiguas tierras autrigonas y la extensión del nombre de Bardulia a las comarcas en que nació en que nació y se desarrolló Castilla es opinión generalmente admitida”, Garcia de Valdeavellano, L., Historia de España. Desde los orígenes a la Baja Edad Media, 1 [Madrid, 1968, pp. 603-604]. “Gamillscheg señala que la arqueología ha demostrado que las antiguas provincias vascongadas tenían en la antigüedad una población de origen no ibero y que los actuales vascos llegaron a su dominio actual sólo en el último período del mundo antiguo, acaso con la penetración de los germanos”, Guillarte, L., Cuadernos de Historia de España, 23-24 [1955, p. 319].

[3] “Podemos también decir que no hay duda de que los territorios de Vascones, Caristios, Várdulos (y posiblemente de Autrigones) fueron ya entonces, por lo menos en su parte septentrional, territorio  de lengua euskera. No se puede pensar que una colonización o invasión más o menos tardía, como a veces se ha dicho, determinara la vasquización de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya, y hacia el norte la de las regiones al sur del Adour y de la Nive. […] Pero a la vez podemos estar seguros de que el actual territorio de lengua euskera lo era ya cuando llegaron las oleadas indoeuropeas quizá hacia el año 1.000 a. C.” [Tovar, 1980: 195.]

[4] «En el año 1977 España celebró el milenario de la lengua. Ramón Menéndez Pidal pensaba que las Glosas Emilianenses habían sido escritas en la segunda mitad del s. X. […] Solamente afirmar que para Ruiz Asencio las Glosas [y, la más célebre, la nº 89 (p. 72 del códice 60 de San Millán)] no serán sino meros “ejercicios gramaticales”, escritos hacia el año 1075, por tanto, un siglo después de lo que afirmó Menéndez Pidal. […]» Y “No son castellanas. […] cuantos filólogos las han estudiado llegaron a la conclusión según la cual las glosas reflejan caracteres de un navarro-aragonés antiguo. Así lo manifestaron Menéndez Pidal, Manuel Alvar, Rafael Lapesa, González Ollé, Díaz y Díaz, Sampson y Wrigth” [Ruiz de Loizaga, 2019: 52, 54 y 55].

  [Y, aunque no es del mismo parecer  sobre esas glosas castellanas Gregorio Salvador, es significativa su valoración  sobre las glosas emilianenses en lengua vasca: “Pues bien, volvamos a nuestro fraile de San Millán de la Cogolla. Está traduciendo, haciendo glosas marginales en romance al texto latino que maneja […] El protorrománico o latín ya no es del todo inteligible ni siquiera para un eclesiástico. Y esas glosas romances son español ya, se entienden desde la lengua que ahora hablamos. Pero en un par de ocasiones, como es seguramente bilingüe, traduce al vasco que habla: se conoce que es vasco lo que escribe, formalmente, se sabe lo que significa, puesto que es traducción, pero ninguna de las dos glosas son interpretables desde ninguna de las variedades del vasco actual. Constituyen el más antiguo testimonio escrito de ese protovasco que digo y han concitado la atención de numerosos investigadores. Pero ninguno de ellos ni don Ramón Menéndez Pidal, que las publicó, ni don Julio de Urquijo, ni Pierre Lafitte, ni Iráizoz, ni Michelena, ni Irigoyen, ni Guiter, ni Mª Teresa Echenique han logrado descubrir el enigma” [1992: 123].]

[5] “La provincia de Álava es, por otra parte, la que tiene mayor número de voces propias incluidas como tales en el Diccionario de la Real Academia Española, gracias al excelente Vocabulario de palabras usadas en Álava, de don Federico Baráibar y Zumárraga, publicado en 1903, tan bien hecho, tan preciso y ajustado en sus definiciones, que fue incorporado masivamente al gran diccionario común” [Salvador, 1992: 136].

[6] “El castellano, cuya partida de nacimiento se inscribió en territorio vizcaíno, con el Santelices de la investigación pidaliana, distinguía en lo antiguo entre vizcaínos y vascongados. Los primeros eran los habitantes del territorio, incluidos los guipuzcoanos, los segundos los que hablaban vascuence.”[Salvador, 1992: 132].

[7] “Que el rasgo primordial era el lingüístico lo muestra el binomio eus-kara / erd-ara, englobando este toda lengua no euskérica. El primero podría significar algo así como ‘a lo decir/hablar’, ‘al modo de decir/hablar’ […] en el segundo podría subyacer la noción erdi– ‘medio(hablar)’, siendo erd-ara ‘a lo medio(hablar)’ o algo similar [Abaitua, Martínez y Ramos, 2022: 50, n. 4.]

[8] “Pero esto no representa un grave inconveniente para un nacionalista étnico. Las cosas son como son en su esencia inmutable, y es el lenguaje el que, en todo caso, deberá adaptarse a dicha esencia. […] La falacia semántica del nacionalismo étnico comienza por contaminar el nacionalismo civil. Así, ante el vasco de lengua castellana que se sienta agraviado por la discriminación positiva a favor de sus conciudadanos de lengua vasca, la administración nacionalista aducirá el desequilibrio de poder favorable al castellanohablante, que cuenta con el respaldo de un Estado-nación que garantiza sus derechos lingüísticos y con una comunidad lingüística de varios cientos de millones de hablantes de su idioma en España y América” [Juaristi, 1999: 236].

[9]Euskaldunes, medio euskaldunes, tres cuartos de euskaldunes o romanizados, todos los que vivimos en el País Vasco somos igualmente vascos, salvo los que expresen su voluntad de no serlo, que creo muy respetable. […] el país que necesitamos no es el país culturalmente homogéneo, monolingüe y sin conflictos internos con el que sueñan los nacionalistas étnicos, sino un país donde se respete el derecho de cada ciudadano a expresarse en una u otra lengua  y se garantice su igualdad ante la ley y las instituciones” [Juaristi, 1999: 280].

[10] «Así lo consideraba J. R. Parada: “Las políticas  normalizadoras sirven para dar acomodo laboral a un hueste de servidores públicos (traductores, investigadores, escritores, profesores…) que se convierten en segura clientela política. Todavía más, cuando se impone una política “normalizadora”, se sitúa para siempre en el poder un mismo grupo político, basado en una definición étnica”. La consolidación de estos núcleos sucede  en ocasiones de forma grosera, así las leyes vasca y catalana de universidades consideran la posibilidad de que los profesores que den las clases en eusquera o catalán tengan remuneraciones superiores a los que las dan en español»   [Lodares, 2002: 76-77].

[11] «La mayoría de niños que estudia eusquera (y también en eusquera) es de lengua materna española; de hecho, cuando se inició la “normalización” lingüística vasca el porcentaje de vascohablantes de Álava no superaba el 1 por ciento en los cálculos del vasquista Pedro de Irízar (lo que nada tenía de anormal considerando que el español ha sido, desde varias generaciones atrás, lengua muy mayoritaria en Álava)»  [Lodares, 2005: 74].

[12] «Existen, y todavía pueden fortalecerse, en la Unión Europea corrientes de opinión inclinadas a formar sociedades homogéneas hechas por segregación de comunidades lingüísticas mayores. O viceversa: dispuestas a la reclamación de territorios limítrofes en la consideración de que constituyen la “nación lingüística-externa”. […] Así, un primer paso sería redimir lenguas de pueblos-sin-Estado cuyos habitantes, en ocasiones mayoritariamente, o no las hablan o no muestran interés por ellas, pero contribuirán a diferenciarse y a disgregar comunidades lingüísticas tras una actuación política dirigida a ello» [Lodares, 2002: 201].

[13] De hecho, en el proceso de la actual normalización del vascuence, y en opinión de Koldo Mitxelena:

‘El problema del verbo, elegido entre el guipuzcoano y el labortano, parecía irresoluble. Pero se impuso un pseudo-guipuzcoano, solución que se encontró fácilmente’ [Ballesteros-Zabala, 2019: 37]. Y se impuso a pesar a la resistencia de sectores más tradicionalistas que veían , por ejemplo en la incorporación de la H de los dialectos vascofranceses ,con mayor tradición literaria que los vascoespañoles, una instrumentación política  radical:

  —‘Es un símbolo político, tan político como la hoz y el martillo, la esvástica o los dos a la vez.

  —La motivación  profunda de quienes están a favor de la “h” es el odio al Cristianismo

  —La verdadera impulsora de la letra “H” es E.T.A.

  —La Academia de la Lengua Vasca va por muy mal camino. Debemos crear otra Academia.’ [2019: 38]

Finalmente, “Fracasados los intentos en su contra mientras vivió Francisco Franco, en 1976, el rey Juan Carlos I de España reconoció a Euskaltzaindia como institución oficial, mediante un decreto real. Desde entonces es Real Academia’ [Ballesteros-Zabala, 2019: 42]  [La traducción es de este sesquilingüista.]

 

[14] “En las últimas décadas se juega con esa perversión política que envenena y hace tóxica la percepción de los nombres. En Valdegovía, que es la cuna del romance alavés o castellano, porque todo es anterior a la existencia misma de Álava, usan Gaubea en euskera, pero es una errata de un notario que escribió Val de Gaubea en lugar de Valdegovía” [Abaitua, 2021: 11].  “Cuando regreso a Valdegovía, […] me encuentro como un extraño viendo su entorno cultural al que se le ha sometido. Letreros, primero en vasco, escuela comarcal (ikastola)  a dos kilómetros de Valpuesta, “cuna del castellano” y donde se enseña una cultura en gran parte ajena a la idiosincrasia del Valle…” [Ruiz de Loizaga, 2019: 68].

   Y “Vitoria es una evolución de Nueva Victoria, pero su nombre en euskera no es Gasteiz. Gasteiz era una aldea medieval […], pero el fuero otorgado por Sancho el Sabio le da un valor histórico y da lugar a la ciudad que conocemos hoy” [Abaitua, 2021: 11].

 

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