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¿Cómo puede el gobierno garantizar la seguridad en los colegios si ni siquiera conoce la forma en la que el coronavirus contagia?

“El futuro del mundo pende del aliento de los niños que van a la escuela” Talmud

Esta frase contenida en el Talmud parece haber sido escrita pensando en los tiempos que vivimos, en los que nuestros niños están viendo peligrar, o su salud o su educación, o ambas cosas. ¿Han pensado en algún momento, tanto el gobierno central como los autonómicos, solo en nuestros niños? ¿Priorizan su salud y su educación por encima de cualquier otra cosa? ¿O son esas otras cosas inconfesables las que se priorizaron a nuestros viejos y las que se están priorizando a nuestros niños? ¡Por Dios, se trata de nuestros niños!

Michael Ende publicó en 1973 MOMO, novela de narrativa infantil, pero con un mensaje claro y diáfano para los adultos. Se desarrolla en una ficticia ciudad italiana donde los niños son muy felices junto a Momo, una niña que ha escapado de un orfanato vive en un derruido anfiteatro romano y disfruta de la libertad. Todos los niños de la ciudad comparten la libertad que les transmite Momo. En el anfiteatro se reúnen para organizar juegos, cuentos y relatos dejando a la imaginación que vuele, a la improvisación que salga y a la libertad que impere. Los niños, liberados de sus ataduras son más felices que nunca. Pero cuando más felices son los niños, aparecen los hombres grises. Estos hombres son los dueños del Banco del Tiempo y lo gestionan robándole el tiempo a los niños y a sus padres y ahorrándolo en el banco. La alegría que imperaba desaparece y todo se vuelve gris, el color de los dictadores hombres grises. Estos, con mano de hierro, gestionan el tiempo robándolo sin importarles para nada ni los niños ni los adultos. Han creado una dictadura en la que las personas han de trabajar y trabajar para ahorrar tiempo, tiempo que gestionan los hombres grises; de modo que hombres, mujeres y niños no tienen tiempo para disfrutar de la vida, para ser felices. El juego ha terminado para los niños que son recluidos en centros durante todo el día, su libertad yugulada, así como la de sus padres. Y todo se ha vuelto gris, color de los dictadores. Grises son los rostros de los niños, grises los de los adultos, grises las calles, gris la vida, gris la ciudad; todo tiene color gris. Michael Ende no da nombres a los hombres de gris

Hoy y aquí en España los hombres de gris, los que han visto pasar ante ellos miles de muertos sin inmutarse, los que se tostaban al sol mientras rebrotaban los contagios, los que, sin saber cómo el virus contagia, afirman que todo va a mejor y aseguran en un ejercicio supremo de irresponsabilidad, que los niños “estarán seguros” con las medidas que se van a tomar en las escuelas, en las guarderías. Estos hombres de gris que nos han robado el tiempo, la libertad y la alegría, van a poner en peligro la salud y la educación a nuestros niños encerrándolos en espacios limitados, exponiéndolos al contagio del virus del que no tienen conocimientos para afirmar que la vuelta a la escuela será segura. Son hombres grises como los que describe Michael Ende, con la diferencia de que de los hombres grises del cuento no sabemos sus nombres, mientras que de los hombres grises que, en su prepotencia y cálculo, han gestionado esta pandemia pensando solo en sus intereses de poder, si conocemos sus nombres: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Carmen Calvo, Salvador Illa, Fernando Simón, Isabel Celaá…

Michael Ende nos presenta a los hombres grises, no como una amenaza literaria, sino como una menaza real. Los hombres grises son la amenaza real de “la pérdida de valores en la sociedad moderna”. ¡Los hombres grises han llegado! y los juegos, la libertad, la familia, la imaginación, la creatividad, la individualidad que nos distingue como seres humanos, los amigos están en peligro porque el hombre ha dejado de ser el dueño de su tiempo que le está siendo arrebatado por los hombres grises que tan solo ambicionan el poder.

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A España se le está poniendo el semblante de color gris  

NOTA. Mi mayor deseo es que la vuelta a colegios y guarderías sea todo un éxito. Se trata de nuestros niños.

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REDACCIÓN