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Mentiría si dijera que algo de lo que pasa en este país me sorprende. La pasada semana miles de personas se reunieron en las provincias vascas, en distintas concentraciones convocados por una asociación cercana a Bildu, el partido político amigo de los asesinos de ETA, amigo del gobierno español, amigo de Pedro Sánchez y del PSOE, para homenajear a un asesino, a un criminal condenado a más de 4.500 años de cárcel, por el asesinato probado, de al menos 39 personas. Ni gobierno, ni Audiencia Nacional, quisieron parar el homenaje a Henri Parot, en una clara demostración de “complicidad” con los organizadores de los distintos actos que también contaron con la inestimable ayuda de las instituciones locales y del gobierno autonómico en manos del PNV, en manos del Partido de los Negocios Vascos.
El delegado del gobierno en la zona estuvo desaparecido, todo lo contrario que la petarda que Sánchez tiene en Madrid. Muy preocupada por una pequeña manifestación en el barrio de Chueca, que fue utilizada muy convenientemente por la izquierda de este país, como cortina de humo del homenaje que se estaba realizando en Mondragón, y como distracción de las agresiones que estaban sufriendo los centenares de personas, de valientes que con su presencia, quisieron plantar cara a los amigos del asesino objeto del homenaje. La gran mayoría de los medios de comunicación, así como gran parte de las televisiones públicas, esas que pagamos entre todos, pero que solo disfrutan ellos, así como las privadas, hablaban de lo sucedido en Mondragón, como un episodio de rivalidad entre ultras o entre fascistas y anti fascistas. Sabían lo que estaba sucediendo, pero el dinero público con el que habían sido regados los medios a lo largo de estos últimos meses, tenía que surtir efecto y ser devuelto en forma de “favores debidos”, al gobierno de Pedro Sánchez. Nada de lo que sucede en España es casual. Desde el nombramiento de la Fiscal General del Estado, hasta las generosas ayudas que el gobierno entrega y regala de forma muy generosa, a medios de comunicación que no lo necesitan y que presumen de los millones de euros que obtienen en beneficios.
La lealtad tiene un precio, cosa que sabe bien Pedro Sánchez y su gobierno. Estamos en una batalla desigual. Cuentan con recursos, con el apoyo del poder judicial, de la fiscalía, del ejecutivo y hasta del legislativo, y por supuesto con unos medios de comunicación entregados a la causa, siempre y cuando se les mantenga contentos, cuestión que la izquierda maneja como nadie. La maquinaria está muy bien engrasada y será muy complicado echar al farsante de la Moncloa, a Pedro Sánchez y a sus secuaces del gobierno de España. La izquierda son los maestros de la manipulación y del engaño. Manejan fondos públicos, cantidades ingentes de dinero, que son utilizados para el sostenimiento de centenares de chiringuitos elevados a la categoría de instituciones, con los que desviar fondos para mantener contentos a los suyos, que son convenientemente movilizados, cuando el gran timonel da la orden. El problema, no fue lo que pasó en Chueca, el problema fue lo que pasó en Mondragón, donde miles de españoles, que creen pertenecer a una raza superior, rinden homenaje y pleitesía a un criminal como Henri Parot, con el silencio cómplice del gobierno socialista. Un gobierno que suelta terroristas y asesinos y que ahora pretende encarcelar a los que se acercan a las clínicas de la muerte a rezar. Personas que quieren evitar la muerte de inocentes serán encarceladas, mientras que los criminales son liberados o acercados a sus domicilios. Todo en orden dentro de la mentalidad de estos miserable, adoradores de la cultura de la muerte.
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