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El Partido Popular no tiene suerte. Al igual que los circos o los espectáculos itinerantes, está recorriendo distintas capitales de provincias, en eso que han denominado Convención Nacional, para apuntalar el liderazgo de gran timonel que les debe conducir a la victoria, para apuntalar a Pablo Casado al frente de la organización, después de las dudas iníciales que surgieron con su elección como presidente del partido, y sobre todo, para preparar el asalto final al Palacio de la Moncloa. No se trata de un debate de ideas o de confrontación de principios, cosa que en el Partido Popular no ocurre jamás, se trataría más bien de charlatanes de feria vendiendo su producto a un público plenamente entregado y convencido. Da igual que muchos de los asistentes no crean en esa fórmula mágica que les hará crecer el pelo, allí donde solo lucen una prominente calva, lo importante es aplaudir como focas amaestradas, con indiferencia de lo que se exponga, que para serles sincero, es más bien pobre y carente de imaginación y contundencia. Ningún cargo público del partido quiere perder su puesto de trabajo o quedarse fuera de las listas en las próximas elecciones generales, y sobre todo ahora que es muy posible que alcancen el poder, aunque para ello tengan que contar con otras organizaciones a las que insultan y mangonean, pero ese pequeño escoyo ya se resolverá más adelante. Ahora lo importante es que cuenten con uno, y lo primero es partirse las manos aplaudiendo y tomando canapés. En este tipo de actos concebidos para mayor gloria del líder, se habla mucho y se dice más bien poco. La Convención Nacional termina este próximo domingo en Valencia, en la ciudad del Turia que tantos y tantos éxitos trajo al Partido Popular en un pasado no tan lejano.

Les comentaba yo a ustedes que el Partido Popular no tiene suerte. Si bien los horarios se están cumpliendo sin mayores sobresaltos y los palmeros que acompañan a la comitiva están ganándose el sueldo de manera holgada, publicando las notas de prensa y las noticias que el partido les entrega, la estrategia es errática y los invitados estrellas no parecen los más adecuados. El ex presidente polaco lo intento, y eso es digno de halago. Su español nos produjo cierto sonrojo y apuro, consiguiendo seguramente el efecto contrario al deseado, por mucho que alagara al “presidente Casado”, la ovación que se llevo fue fruto del bochorno, más que de sus palabras. Otro de los grandes que incomprensiblemente fue invitado al evento, fue el ex presidente francés Nicolás Sarkozy, Desconozco el nombre del lumbreras al que se le ocurrió la idea de traer a Sarkozy a la convención, sobre todo cuando todo el mundo conoce de las dificultades judiciales por las que atraviesa. Casado puso como ejemplo de buen gobierno y gestión a Sarkozy, tan solo 24 horas antes de que este fuera condenado a un año de prisión por financiación ilegal. El que invitó a Sarkozy debió ser el mismo que por enésima vez dentro del Partido, nos habla de “reame ideológico y de recuperar valores”, y para eso no tiene mejor ocurrencia que rehabilitar al “espantajo” de Mariano Rajoy y sacarlo bajo palio. El mismo Mariano Rajoy cuya negligencia favoreció la llegada al poder de Pedro Sánchez, convirtiendo su mandato en la tercera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. El culpable de que por fin millones de votantes entendieran que eso del voto útil es solo útil para el que lo recibe, pero nunca para el que lo emite. Sacar a Rajoy a pasear, además de poco creíble, solo viene a dar la razón a todos aquellos que dejaron de votar a los populares por considerarse insultados. Casado con este gesto, les vuelve a”escupir” en la cara. Lo cierto es que el Partido Popular lleva toda su existencia con eso del rearme ideológico, y si no lo encuentran es sencillamente porque no quieren, de esta manera no se posicionan jamás, es una forma cómoda de seguir engañando a su electorado. Creo muy sinceramente que el tiempo de los populares ya pasó, y que necesitaran mucho más que un espectáculo ambulante para recuperar la confianza de gran parte de los españoles. Imitan a los socialistas en eso de sentirse orgullosos de toda su historia y de todo su pasado, pero incluso para eso hay que valer. Los socialistas reivindican a criminales y asesinos con toda normalidad, y ahora el PP reivindica a Aznar y Rajoy, cuando hace dos días nadie reconocía que había pertenecido a sus respectivos equipos.

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El Partido Popular, de tanto buscarse acabara encontrándose, y posiblemente no le guste ni lo que vea, ni lo que encuentre.

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REDACCIÓN