22/11/2024 04:44
Getting your Trinity Audio player ready...

Las lagrimas de la Gilipollez de querer tirarse los pedos más altos que el culo.

Esas deberían ser las lágrimas de la señora Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales: las lágrimas de la gilipollez y el sin sentido, ofendiendo al Tribunal Supremo señalándole públicamente como prevaricador.

Si esta señora fuera capaz de ordenar las tres o cuatro cositas pequeñas que estén en su cerebro, utilizando para eso sus profundos conocimientos psicológicos, reconocería la profundidad del agujero donde cualquier paisano podría pensar que, imbécilmente, ha llegado su metedura la pata: «la retirada del escaño al diputado de UP, Alberto Rodríguez.» Hace falta ser muy osada, si no imbecil o muy cerrada de entendimiento, para acusar, sin el necesario conocimiento de Derecho, al Tribunal Supremo de prevaricador.

¿De qué coño le ha servido a esta prójima su lustrosa carrera de Psicología y su master en una de sus ramas?

 Aprovechando el nivel psicológico que posee, según Wikipedia, esta señora, a la mayor brevedad, debería presentar su dimisión; recogerse en su casa y, tumbada en la cheslong color rojo, que seguramente tiene en su salón, estudiar detenidamente su caso; prescribirse  tratamiento  y, si no logra mejorarse a sí misma, ahí siempre están los psiquiatras.

Resulta inverosímil comprobar la cantidad de gente que sin la necesaria inteligencia, son capaces de cursar con éxito una carrera universitaria; claro que si buscamos en Internet personajes de nuestra política, uno se entera de cuantas y cuántos hay, en la mayoría de casos que así salen a la luz, suelen ser reses de las cuadras del PSOE, del PCE y de todos sus etc., que los han metido en las aulas aprovechando el rojerío que suele haber en los claustros de profesores de algunas de nuestras universidades.

LEER MÁS:  Telemadrid retransmitirá todos los domingos una Misa desde parroquias de las tres diócesis madrileñas

Señalar como prevaricador a cualquiera de nuestros tribunales de justicia, si no es problema de gilipollez, si no es problema de imbecilidad; es que es problema de chulesca altanería fruto de haber conseguido, por imposición de su valor en el «paquete filo chantajista» que presentó el Iglesias al ciudadano Sánchez -lo que le vale a este para seguir haciendo pis y caca en la ocupada Moncloa- en el trato político que tanto nos está afligiendo, un alto cargo en el actual Gobierno. Lo que engañosamente le lleva a ella, y al resto de sus coleguillas en la bancada azul del Congreso, a la equivocación de creer que todo aquello que apetece a sus bajos instintos dictatoriales -instinto que tienen todos los rojos- sin aceptar ningún tipo de oposición, venga de donde venga, han de seguirse como Ley única.

Ahora lo que nos queda a las personas sencillas, educadas, decentes, responsables, respetuosas y disciplinadas es ver si la Justicia demuestra a todo este atajo de chulos de tasca y por…razo, que con ella no se alardea.

¡Dos años al «trullo» Coño! Y ya puestos, piando, piando, siguiendo la curva ascendente… igual nos sorprenden gratamente.

 

 

 

 

 

Autor

Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.