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Manifiesto VIII CONGRESO DE CATALANITAT HISPÀNICA

1 y 2 de julio de 2022 Barcelona

Tiempos recios se acercan. Los tambores de guerra vuelven a sonar en la vieja Europa mientras nos abocamos hacia nuevos paradigmas de poder y dominación. El siempre falso “optimismo”, creado para subyugar a las masas, está dejando de cumplir con su misión. En épocas anteriores, los grandes poderes utilizaron el sueño imposible del “Estado de Bienestar” para esclavizar a los hombres, reduciéndoles a individuos cuyo único sentido vital era producir para consumir y consumir para producir. Ahora, las formas de dominación se alcanzan creando un miedo ambiental que penetra hasta lo más profundo de las psiqués. Esta incertidumbre vital -provocada a través de pandemias, guerras y crisis económicas- porta a las masas a arrojarse a los brazos de quien presienten omnipotente. Así, el Estado Moderno puede presentarse nuevamente como el redentor y salvador de cuerpos y almas. Las gentes no quieren ver que este Estado es un mero servidor e instrumentos de poderes globales mucho más altos, perniciosos y cínicos.

Es, por tanto, urgente la toma de conciencia de esta nueva realidad socio-política. El ciudadano y la polis (la res pública, el espacio público), en el sentido más griego y aristotélico del término, ha dejado de existir o espira sus últimos alientos. Hoy, la vida pública, léase el espacio de sociabilidad que nos permite perfeccionarnos como hombres y alcanzar la virtud, ha sido sustituida por redes de intercomunicación facilitadas por las tecnologías, esto es, las redes sociales y los medios de comunicación, que fácilmente desplazan la realidad para sumergirnos en deseos inalcanzables y realidades virtuales creados por la ingeniería social. ¡Despertemos! Bajo apariencia de democracia se esconden una forma de control social como nunca se habían conocido. Hoy más que nunca el capitalismo -en cuanto que reductor del hombre y su dignidad a un mero individuo, al que se licitan sus placeres con tal de que pague sus impuestos- y el comunismo -en cuanto que aniquilador de la individualidad puesta al servicio de la colectividad-, convergen en un mismo modo de operar. Nunca hasta ahora comunismo y capitalismo se han mostrado tan semejantes.

Las dos falacias surgidas de la Revolución Francesa, el liberalismo y el socialismo, se nos empiezan a mostrar con un mismo rostro: la Globalización. En ella se sintetizan todos los males de ambos sistemas: sobre-explotación como nueva forma de esclavitud deseada; ingeniería y control social, que llevan a abrazar tiernamente al tirano que nos domina; la reducción de lo espiritual en el hombre a meras estimulaciones materiales o el control del deseo como mecanismo de desnaturalización del ser humano. Todo ello promovido por unas elites mundiales que carecen de todo sentimiento de arraigo para con sus patrias y familias, que carecen de sentimiento de deber histórico y moral, que han hecho de su pura voluntad de poder la única vara de medir sus actos. Lo que para las elites es impedimento para imponer sus proyectos (familia, patria, moral, sentido del deber y trascendencia), para los que somos hombres normales y corrientes, estas realidades (familia, patria, moral, sentido del deber y trascendencia), son la salvaguarda ante la opresión inmanentista de aquellas elites.

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El Globalismo, por ello, sustituye la connatural sociabilidad del hombre por un individualismo descarnado y egoísta que nos transforma en esclavos de nuestras pasiones; sus seguidores niegan la naturaleza humana -ellos, los ecologistas- y la convierten en mera construcción de nuestra voluntad; de ahí la contundente imposición de la ideología de género sin respetar lo más sagrado que representa la infancia, la identidad y la familia. El Globalismo una vez que ha convertido a la voluntad individual en diosa, le niega después esa condición para convertirla e interpretarla bajo un determinismo materialista-genetista. La familia es sustituida, bajo hábil estrategia, en multiplicidad de constructos -llamados “nuevos tipos de familia”- según los deseos individuales irrefrenables, hasta el absurdo que uno pueda casarse consigo mismo, consagrando así la atomización social.

No nos engañemos, el separatismo -y sus versiones en otros países hispanos bajo formas de indigenismo- son meros instrumentos y estrategias para disolver las patrias y naciones, y entregarlas al Globalismo, dicho de otro modo, a un mundo de apátridas desarraigados y carentes de identidad, regidos por los intereses de unas elites. Los que ostentan los resortes de poder lo saben. Sin Patria no hay paternidad y sin paternidad no hay Patria. Por eso, los poderes globales, los Estados a su servicio y las ideologías disolventes, como la de género, se confabulan para aniquilar la familia y la autoridad que reside en su seno y que protege a sus miembros. Una vez derrumbada la fortaleza de la familia, transformados en meros “sujetos” al servicio de un poder anónimo, que nos consuela prometiéndonos ser el garante de los mismos deseos a los que nos induce, fácilmente se pueden acometer retos de ingeniería social como la suplantación poblacional o la aniquilación de la cultura occidental. Esta es la única que supo descubrir la dignidad de la persona y garantizar su integridad vital y la verdadera libertad.

Las crisis económicas globales que se van, e irán, sucediendo, son las excusas perfectas para relegar a los hombres en “deudores perpetuos”, sin capacidad de generar el más mínimo ahorro de bienes materiales; o un patrimonio, que garanticen su independencia del Estado y eviten la perpetua sumisión a él. No hay paternidad sin Patria, hemos dicho, pero tampoco sin patrimonio. La economía global ya nos los ha desvelado en la agenda 2030 su objetivo, donde se nos anuncia sin rubor alguno que: “no tendrás nada y serás feliz”.

Ante esta situación sólo cabe someterse o reaccionar. No queremos que nuestra vida se reduzca y adultere en el “megaverso”, en las redes sociales o en los imaginarios colectivos creados por el Globalismo. Reivindicamos pues la Realidad con mayúscula. Somos seres sociales, necesitamos de familia y Patria para perfeccionarnos en el bien. Somos seres históricos, hemos nacido en un tiempo y en un lugar concreto y ahí es donde debemos librar nuestro combate. Por eso urge, que en esta nuestra querida y malherida Cataluña, convertida en un laboratorio de ingeniería social, desenmascaremos todas las falacias del separatismo, pero también de la ideología de género o los ensayos de desestructuración educativa. Basta ya de tratarnos como analfabetos labriegos o supersticiosas viejecitas que necesitan un nuevo Despotismo Ilustrado.

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Desde SOMATEMPS hacemos un llamado a todos los catalanes de buena fe. Una “Crida” como el arrebato que tocaban las campanas para que los somatenes acudieran a defender el pueblo de un peligro inminente. Si cae Cataluña, cae la España entera, y con ella los restos de Hispanidad que no quieren fenecer. Y si no resurge la Hispanidad, como realidad política, económica y cultural, irremediablemente se impondrá un Globalismo aniquilador de todo bien material y espiritual.

Nuestra responsabilidad es enorme. ¡Cataluña!, vuelve a tus raíces, no te dejes engañar por ilusiones y cantos de sirenas que te arrastran al abismo. ¡Cataluña!, torna a tu vocación hispana y no te encierres en ti misma que ello es muerte segura. ¡Cataluña! Sé generosa y entrégate al ideal de la Patria común y al ideal de la Hispanidad donde se concilia verdaderamente la unidad en la diversidad. ¡Cataluña! Trasciende a tus egoísmos, que en la generosidad en donde hallarás la felicidad. ¡Cataluña! Tú que, entre los pueblos hispanos, has sufrido más los reveses del independentismo y el globalismo, despierta del sueño embriagador con el que te han adormecido.

¡Catalans hispans! Como aquellos que nos precedieron en la Reconquista desde los altos de Montgruny, en las Navas de Tolosa o en Lepanto. Como los Almogávares que surcaron el Marenostrum para salvar el Imperio de Bizancio; como los somatenes en el Bruch o los voluntarios catalanes en África, Cuba y Filipinas; o como aquellos catalanes del Terç de la Mare de Déu de Montserrat que ofrendaron sus vidas por ver a la “Moreneta” restaurada en su trono, escuchad las voces de los antepasados que nos reclaman ser fieles a nuestra tradición hispana. No os equivoquéis, no hay otro camino. ¡Cataluña, sé tu misma!

¡HISPANITAT, HISPANITAT, HISPANITAT!

¡VISCA LA CATALUÑA HISPANA!

¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA!

 

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