Después de atravesar con inusitada maestría el Estrecho de la Caradura, Pedro Sánchez navega con pulso firme por el Mar de la Corrupción y la Incompetencia. No resulta por tanto extraño que, surcando aguas tan procelosas, España avance a velocidad de crucero hacia el naufragio en los oscuros fondos abisales donde reina la desesperanza bajo el reinado de ese monstruo marino que responde al nombre de Leviatán.
Un claro ejemplo del aciago camino emprendido por España desde la llegada de P. Sánchez al poder lo encontramos en al apagón eléctrico sufrido a lo largo y ancho del territorio español el pasado 28 de abril, como consecuencia de la nefasta política energética llevada a cabo por el Gobierno socialista-comunista. Así, empeñado en agradar a las élites globalistas con el objetivo de encontrar un futuro acomodo, P. Sánchez ha condenado a España a disponer de un mix energético donde priman las energías renovables en detrimento de las energías tradicionales. El problema de tal situación es que, a diferencia de las energías tradicionales, como son la nuclear, la térmica, la gasista y la hidroeléctrica, las energías eólica y fotovoltaica son intermitentes por depender de las condiciones climatológicas y, además, no son inerciales por no poder mantener un movimiento periódico regular, todo lo cual confiere al flujo eléctrico un alto grado de inestabilidad. Esta situación provoca que la red eléctrica española, al depender en gran medida de las energías renovables, sea incapaz de mantener un estado de equilibrio constante entre la oferta y la demanda, lo cual puede provocar caídas en la generación de electricidad que desemboquen en un apagón eléctrico, como efectivamente ha sucedido. De hecho, Red Eléctrica registró 20 fallos graves en un solo minuto seis días antes del apagón, demostrándose así, como ya habían avisado los técnicos de Red Eléctrica, que el escudo antiapagones podía fallar en cualquier momento, debido a la vulnerabilidad del sistema eléctrico español. Por lo tanto, parece lícito señalar que los modelos energéticos basados fundamentalmente en energías renovables muestran deficiencias que, al menos hasta el momento presente, no tienen solución.
Sin embargo, a pesar de la evidencia científica y mostrando con toda crudeza que su farisaico fanatismo climático solo es comparable a su supina ignorancia en cuestiones energéticas, P. Sánchez, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados, se ha reafirmado en su intención de avanzar hacia un mix eléctrico compuesto exclusivamente por las energías renovables. Pero es que, a su vez, viajando desde la estupidez a la infamia, P. Sánchez ha echado la culpa del apagón eléctrico a las empresas energéticas privadas y, como no, a una ultraderecha inexistente que obviamente nada tiene que ver en el asunto, si bien todo ello no puede sorprender a nadie, ya que tales acusaciones no dejan de ser el habitual pienso utilizado por el socialismo para alimentar a su entusiasta rebaño de tarados mentales.
De esta forma, entre la fatuidad propia del ignorante y la impostura característica del farsante, P. Sánchez deambula con grotesca desenvoltura, llevando por bandera una falta de escrúpulos que difícilmente admite parangón. Por ello, una vez más, se hace necesario desmontar las falacias del psicópata monclovita y poner de manifiesto la suprema vileza que su espíritu alberga.
Así, el organismo encargado de controlar el suministro eléctrico es Red Eléctrica Española, la cual es una empresa cotizada semipública, ya que su Consejo de Administración está totalmente controlado por el Gobierno a través de la SEPI. De hecho el propio P. Sánchez nombró presidenta de la misma a Beatriz Corredor, cuyos principales méritos para acceder al cargo, con el nada desdeñable sueldo de 546.000 euros al año, fueron estar afiliada al PSOE, haber sido ministra de vivienda con Zapatero y ser jurista, es decir, que más que ser experta en el sector energético su principal mérito consistió en ser socialista.
A su vez, ya no es solo que las principales potencias económicas mundiales, como Estados Unidos, China, Rusia o la India, utilicen provechosamente la energía nuclear, es que incluso la Unión Europea, enmendándose a sí misma la plana, declaró que la energía nuclear, además de ser sumamente eficiente, era una energía verde, ya que su proceso de producción no conllevaba la emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, la Comisión Europea reconoció que la energía nuclear contribuía enormemente a la neutralidad climática, razón por la cual recomendó el uso estratégico de las centrales nucleares para facilitar la transición ecológica. Pues bien, a pesar de las recomendaciones de los principales expertos en la materia, P. Sánchez ha optado por proseguir de manera cerril con el cierre de las cinco centrales nucleares que todavía permanecen en funcionamiento en España, obviando, dado que a él personalmente no le afecta, que ello redundará en una mayor ineficiencia del sistema eléctrico español, en una enorme dependencia energética de terceros países y en la eliminación de miles de puestos de trabajo.
Si al injustificado rechazo a la energía nuclear unimos el hecho de que P. Sánchez a lo largo de su mandato presidencial, además de negarse a explotar las bolsas de gas y los yacimientos de uranio existentes en el subsuelo español ha impulsado, sin razón alguna de peso, la destrucción de más de 100 presas generadoras de energía hidráulica, podemos fácilmente llegar a la conclusión de que si este perturbado individuo sigue en el poder más pronto que tarde España se convertirá en un país subdesarrollado, condenando de esta forma a los españoles a la pobreza, mientras él y su séquito familiar y político disfrutarán de las prebendas y los placeres que sus turbios negocios les han de procurar, sin tener que dar cuentas ni tan siquiera a la Justicia, ya que ésta, bajo su alargada sombra, habrá languidecido.
Todo lo expuesto nos lleva a la conclusión de que los españoles nos hallamos ante un presidente con una mente enfermiza, cuya diabólica indecencia amenaza con provocar en España un apagón democrático total, por lo que, como acertadamente ha señalado Isabel Díaz Ayuso, “Esto no es la clásica pugna entre el Partido Popular y el Partido Socialista. (…) Lo que se ha instalado en las instituciones es un Frente Popular, que está arruinando España (…) y un día se va a desmoronar entera y entonces tendremos que preguntarnos que hicimos cada uno de nosotros”. Es probable que muchos españoles se muestren insensibles ante tan profunda reflexión, pero también creo que muchos más, parafraseando a San Mateo, ven con los ojos, oyen con los oídos y entienden con el corazón que en España se está librando en este momento una crucial batalla contra la maldad. Del resultado de dicha cruzada dependerá que los españoles salgamos airosos del trance o que definitivamente la tiranía socialista-comunista extienda sobre todos nosotros su tupido manto de perversión.
Autor
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Rafael García Alonso.
Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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