07/04/2025 19:24

Ya no lo niegan, sino todo lo contrario, y en el colmo de su soberbia han dejado muy claro que todos los obispos españoles, por unanimidad –también los “eméritos” y jubilados, que conste–, apoyan el acuerdo firmado tras arduas negociaciones entre la Iglesia representada por el Vaticano, la Conferencia Episcopal Española y el arzobispado de Madrid-Alcalá, con el Diablo, es decir, con el actual Gobierno que cuenta con el respaldo unánime también de los partidos ateos y por ello tradicionalmente anticatólicos protagonistas de la que fue, en proporción, la mayor persecución que ha sufrido la Iglesia a lo largo de toda su historia; la cual, si llega a triunfar, la hubiera borrado de la faz de nuestra Patria por décadas. Que conste que la próxima profanación de la Basílica del Valle de los Caídos, porque eso de “resignificación” es un eufemismo diabólico, se va a hacer ante todo por culpa de la jerarquía, de toda ella y por unanimidad según han confesado, y por la colaboración del clero que con su silencio otorga.

El “acuerdo de los 30 euros de plata”, como ya se le conoce, que la jerarquía quiso e intentó en su estupidez y desvarío que permaneciera oculto, ha sido desvelado en todo su alcance por la otra parte, cómo no, encantada además de hacerlo para dejar en evidencia a esa Iglesia que llegada al fondo del pozo se afana en escarbar.

El pacto, realmente infernal, ha quedado por fin al descubierto. Los antiCristo se comprometen a retrasar, que no a cancelar, el pago por la Iglesia de las indemnizaciones por los casos de pederastia –en un noventa por ciento sodomítica– de sacerdotes y religiosos; a retrasar, que no a cancelar definitivamente, la imposición del pago del IBI a los inmuebles de la Iglesia; a mantener las cuantiosas subvenciones que recibe por varias causas, entre ellas la todopoderosa Cáritas; y, no lo olvidemos, a contar con el respaldo explícito de la Iglesia a la sistemática regularización, o sea, legalización y posterior nacionalización, de todos los inmigrantes ilegales que están en España, que lleguen o que puedan llegar sin límite ni de número ni de tiempo. Por su parte, la Iglesia se ha comprometido no sólo a permitir, sino también a figurar activamente en la comisión que va a profanar la monumental, icónica y maravilla del mundo que es la basílica del Valle de los Caídos que, como se barruntaba, los antiCristo y la antiEspaña quería no sólo desacralizar, sino más aún derribar su emblemática cruz que es, no se engañen, lo que odian con la misma saña como lo hace Belcebú.

Estamos ante un pacto de naturaleza mefistofélico sin parangón, sin precedente, pero que lo sienta para otros venideros, pues a no tardar mucho se ampliará, porque Satanás no se conforma con algo, sino que siempre lo quiere todo. Y es que el hilo conductor está también claro. Conseguida la profanación de los restos de Francisco Franco, que no olvidemos reposaban en la misma basílica, o sea, y esto es lo importante, en sagrado, y conseguido profanar los de los allí enterrados de uno y otro bando, entre ellos no pocos mártires –sobre cuyas reliquias, prueba de su heroísmo martirial, han escupido como los fariseos contra el rostro de Nuestro Señor–, los esbirros de Mefistófeles han ido a por el templo en sí, su cruz incluida, sabiendo que enfrente tenían una jerarquía entregada por dócil, adocenada, decadente, mundanizada, que no quiere problemas y menos es capaz de dar la cara, para qué hablar de la vida, por Cristo, porque en realidad no creen, de ahí su deriva desde hace décadas entregados a todo tipo de modas, ideologías, usos y costumbres, y aggiornamientos, que no sólo no iban a defender el Valle de los Caídos, su basílica y los allí enterrados, sino que incluso lo que querían era quitarse de una vez por todas tal problema, tal causa de incomodo recurrente que les impedía vivir en la indolencia a la que son adictos. Así es que, en realidad, el Gobierno sabía que la cosa pintaba fácil, que bastaba con apuntar a la cruz, que es lo que más se ve, para que cedieran en todo lo demás, como así ha sido. Lo que ocurre es que también saben que en unos años conseguirán la cruz porque el que cede un poco, cede poco a poco, como viene haciendo la Iglesia, y al final lo cede todo. Porque saben que, como dice precisamente el Evangelio, quien no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho.

El problema, la cuestión, es aún más grave si tenemos en cuenta que para llegar a firmar el pacto diabólico las dos partes han tenido muy en cuenta que podían contar con los “fieles”, o sea, con los que se dicen católicos, los cuales llevan décadas siendo trabajados por ambos, y más si cabe aún por la propia Iglesia, por su jerarquía y clero, habiendo sido reducidos hoy en día a una masa informe, aborregada, deficiente, estulta, discapacitada intelectual y doctrinalmente, manipulable hasta lo indecible, dispersa y sesteante que traga con todo con tal de que la dejen en paz, que no aspira nada más que a pasar los días convencida de que ni Satanás ni el infierno existen, de que la misericordia de Dios es infinita hasta el punto de que todos sin excepción y hagamos lo que hagamos nos salvamos e incluso también de que tras la muerte no hay nada, ni Dios, ni Cielo, ni Infierno, sino que nos desvanecemos en esa misma nada de la que un día vinimos. Y es que la labor de zapa de unos, y la de dispersión de los otros, cumple ya medio siglo, e incluso más, y ha sido muy eficaz, porque el Maligno tiene inteligencia, capacidad de aprender de sus errores y es un gran profesional de los suyo que, además, nunca se toma vacaciones, por lo que no ha cesado de trabajar en perder a los pastores consciente de ser la mejor forma de hacerlo con las ovejas.

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Ante lo que vemos, lo que tenemos que hacer los que conservamos, gracias a Dios, la Fe, es no dejarnos llevar por tan malos pastores, aprovechar de ellos sólo los sacramentos, que nos son vitales, aún a pesar de que el Señor los sigue depositando en sus manos por muy sucias que las tengan, y mantenernos firmes, aprovechando la gran oportunidad que se nos ofrece de ganarnos el Cielo, o al menos el Purgatorio, precisamente porque en tiempos de desolación, de persecución, como son estos, ambos se ponen, en realidad, más baratos con tal de que no tengamos miedo, estemos incluso alegres y perseveremos; que cada cual tendremos que responder, cuando nos sentemos en el banquillo de los acusados, sólo de lo nuestro, no de lo de ellos.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Maruja Montenegro

CLARO, YA LO DIJO LA SANTISIMA VIRGEN EN LA SALETTE (FRANCIA). «ROMA PERDERA LA FE Y SE CONVERTIRA EN LA SEDE DEL ANTICRISTO»

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