21/11/2024 15:25

La carrera criminal de Nicolás Maduro y su régimen de terror se acerca a su final. La OEA sopesa pedir a la Corte Penal una orden de detención contra el tirano. El mapa geopolítico de la zona está en ebullición y en juego la vida de millones de inocentes ciudadanos que llevan décadas inmersos en un averno bolivariano. Muchos han sido los miserables que han sostenido y avalado la narcodictadura. En la cara llevan la hipocresía de una maldad que caracteriza a la carroña podemita, verbigracia, beneficiada directa de la sangre derramada en Venezuela para sostener la villanía bolivariana con la complicidad del PSOE…

Pero la situación es límite y Maduro se encuentra al descubierto como un criminal al que hay que combatir internacionalmente después de robar la voluntad del pueblo en las últimas elecciones. Los comicios fueron ganados por el opositor Edmundo González Urrutia y EEUU constata abrumadoras pruebas de que es así, aunque Maduro maniobra con el Tribunal Supremo para ratificar la estafa. Nada extraño tratándose de la radicalidad criminal de la izquierda y su acostumbrado modus operandi mundial, incluido en España.

El comunismo generó, a través de sus múltiples y genocidas manifestaciones, un montante de cien millones de muertos que Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, olvidó en el 2018 al celebrar el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx. No hacía falta tan burda celebración en Europa, regenerando al causante de tantos perjuicios universales

En realidad el mejor homenaje marxista se padecía desde hace tiempo en el mundo, con repetitivas incursiones radicales en el orden social y político que los venezolanos particularmente han padecido en extremo. Venezuela ha sido un bastión consentido de una lacra renacida de sus cenizas desde la caída del Muro de Berlín. Con una futurible derrota de Nicolás Maduro el mundo se libraría paulatinamente de una infección provocada en el siglo XXI para intentar extender las consecuencias involutivas del siglo XX.

El nuevo marxismo se disfrazó de pugna democrática con trampas, disimulando el antaño empleo de la violencia. Aunque las formas son distintas, el mismo fondo putrefacto ha hecho estragos en las sociedades que soportan una generación radical de conflictos. Ese marxismo exponencial de república bananera tiene su réplica en Occidente.

No existe casualidad en la reversión de valores que ha practicado la Unión Europea, cuyos políticos fueron comprados para subvertir el valor de Europa y diluirlo en una estrategia de involución identitaria con una resta de derechos para toda la ciudadanía. La celebración del 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx fue una declaración de intenciones que pretendía estigmatizar el otrora orden europeo que aborrecía una imposición política; la  provocadora de cien millones de muertos y hambruna brutal como la que se padece actualmente  en Venezuela con el bolivarismo en el punto de mira internacional, ¿incluso contemplándose la posibilidad de ser anulado mediante una intervención militar? No cabe duda de que se analiza la posibilidad y las consecuencias geoestratégicas de un paso decisivo hacia la conflictividad mundial. El último fraude electoral con advertencia de provocar un derramamiento de sangre guerracivilista en caso de no ganar en las urnas, da la imagen perfecta de un Maduro que pide a gritos el exterminio como tirano universalizado de cuya carrera criminal el mundo es testigo hasta las últimas consecuencias. 

Hispanoamérica está infestada del neomarxismo auspiciado multimillonariamente desde las sombras de la manipulación. Europa tampoco se libra de esta revolución nada casual.  La imposición de un feminismo radical, del aborto sin límites, de la masiva inmigración sin control; la discriminación positiva, el proceso de radicalización de la sociedad contra la familia, la caída del índice de natalidad europeo multiplicándose el inmigratorio; la anatematización y negación de la cultura de los pueblos, el blanqueamiento de actitudes delictivas para que cuenten con el beneplácito social, convirtiendo al criminal en víctima circunstancial, no son casuales vicisitudes pertenecientes a la natural evolución o involución de las sociedades, sino propósitos subvencionados de desintegración sociopolítica que muestran un mundo muy vulnerable. Una vez derruidas las bases, construir sobre las ruinas la nueva intención de orden. Este es el marxismo del siglo XXI que tras el olvido de las nuevas generaciones resurgió con nuevos modos para conseguir los mismos aberrantes fondos de parasitismo y confrontación. Paradójicamente, subvencionado por el capitalismo atroz ejercido sin escrúpulos por radicales de izquierda como George Soros.

Este siglo XXI es convulso por el nuevo asalto que se practica contra las sociedades pacificadas, en la pretensión de acalambrar la paz social y estandarizar los derechos al mínimo: conveniencias para la dominación marxista. Paso previo a la supremacía que busca una destrucción generalizada de la cultura y la identidad, tal y como practicó la política marxista y sus degenerados abusos de aniquilación. Pero ante todo intento de dominación cabe la voluntad del rechazo: Venezuela pugna por librarse de esa influencia universalmente delictiva que deberían juzgar tribunales internacionales.

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Las avispas negras cubanas han aterrizado para exterminar cualquier  protesta por el robo de las elecciones que ha practicado el régimen criminal chavista. Venezuela se escuda en las alianzas con China y Rusia bajo el paraguas de los negocios que entrambas potencias han firmado tomando parte de las riquezas del país. Por otro lado, militares y policías se niegan a represaliar a la ciudadanía y hasta las bandas criminales amenazan a Maduro si continúa en la tónica de represión contra el pueblo.

Bien puede decirse que el mundo está nuevamente en alerta de guerra, en defensa de la elemental libertad, aunque todavía no lo haya advertido. No se debe dejar la oportunidad de liberar una Venezuela cuyos destrozos, con cinismo criminal, quieren imponerse presentándolos como avance social. Así sirviera de ejemplo una intervención que sería netamente humanitaria y que pusiera en evidencia a quienes defienden tiranías como la de Nicolás Maduro, a quien se le ve el miedo en los ojos atisbando su posible final con la amenaza de Guantánamo, como mínimo, sobre su necia cabeza. Si así renace la libertad de los pueblos como ejemplo de resistencia frente al mal evidente del marxismo en todas sus formas aniquiladoras, no se escatimen medios inteligentes para librar del yugo a millones de ciudadanos inocentes que claman por el final de un auténtico infierno. 

 

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Editor ÑTV ESPAÑA
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Fulgencio Ramírez

Venga esa intervención ya, y muera el tirano ahorita.

Gladys Marín

Muera pues el narcotraficante asesino

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