Hecha la ley, hecha la trampa, el tramposo Pedro Sánchez-por denominar con suavidad el instinto criminal en lo político que caracteriza su marchamo personal como estafador al descubierto ocupando fraudulentamente el gobierno de España-ha encargado un encaje de bolillos legal al perejil de todas las salsas, el inefable Bolaños, para evitar que las investigaciones judiciales dañen la penosa reputación de su esposa y por ende acabe pringando de inmundicia corrupta el propio sillón de La Moncloa.
Una España miserablemente ingenua que no sabe distinguir entre la libertad y el libertinaje
La democracia ha sido muy mal entendida desde tiempos de la Transición en que la peor clase política ávida de ambición, codicia y de hacerse con las llaves de las arcas del estado porfió para llevarse el mejor bocado del oportunismo y la prebenda aprovechando que los españoles estaban embelesados con la libertad sin ira, el destape y los cantos de sirena de la desaparición de la censura dando confianza electoral a quienes irían a representar sus intereses en el Congreso de los Diputados. Y así fue que con cierto escrúpulo y disimulo en tanto en cuanto existiera la separación de poderes y un tribunal de garantías para enmendar la plana constitucional, se fueron emponzoñando las instituciones hasta que sólo prevaleciera la intención de enriquecimiento sectario, abriéndose paso una etapa de manipulación que protagonizó el PSOE exclusivamente. Hoy con Pedro Sánchez a la cabeza de la intención político-criminal, con la Justicia intervenida y la más apestosa corrupción atufando cada despacho del gobierno comandado por el socialismo en apogeo delictivo contra España, cualquier triquiñuela, estrategia legal, bazofia inescrupulosa para encubrir los delitos del tahúr monclovita pasa por engañar a la propia Justicia, sacar ases de una manga eternamente permitida y salvar los escollos de la Justicia con aderezos, artificios y sucedáneos que vienen a suplir la verdadera acción legal que la Justicia debería tomar sin miramientos contra delincuentes del calado sanchista; incluida Begoña Gómez, reina de las administraciones de las saunas gay donde su marido hizo pinitos para auparse en lo político, administrativos serían también, y ampliar el negocio de la podredumbre, implicando a los estamentos e instituciones del Estado, accediendo con libre albedrío, ausente de moral, a los fondos que han saqueado impunemente, con la mayor y más descarada corrupción, y que Bolaños pretende dejar impune.
La estrategia es fingir inocencia, echar balones fuera y responsabilizar a la oposición de propagar bulos para dar tiempo a la maquinaria mediática a recomponerse enlodazada en la acumulación de la más densa inmundicia. ¿Qué pretende Sánchez para seguir apoltronado en La Moncloa con la corrupción efervescente que le cubre hasta la náusea ajena? Una trampa legal que Carlos Cuesta ha explicado en Libertad Digital. ¿Hasta cuándo se va a soportar que alguien así ocupe la presidencia del gobierno contra España?
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