21/11/2024 15:43

Desde hace cincuenta años, es decir, desde la legalización del PSOE, éste se ha dedicado a la infiltración sistemática de las instituciones, de forma que hoy la Educación, la Sanidad, la Justicia y la Administración pública están tomadas por sus activistas.

El PSOE ha legalizado a ETA y ha destruido la división de poderes, volando el Estado de Derecho en España. Ha fomentado el feudalismo autonómico y ha socavado los pilares de la convivencia auspiciando la discriminación por razones ideológicas. Propicia la disolución de la nación mediante la sustitución demográfica y la pérdida de soberanía. Ha robado sin descanso y ha arruinado al país, y sigue intimidando, arrinconando y expulsando a los no afines en todas las áreas y campos.

Ahora, con la inminente amnistía a los golpistas del 1 de octubre de 2017, algunos empiezan a ver, ya muy tarde, las consecuencias de un largo proceso iniciado hace décadas. Aunque la mayoría, narcotizada por unos medios corruptos y uniformados, sigue sin comprender a dónde conduce dicho camino. Limitados por los noticiarios a una visión parcial e inconexa de pequeños conflictos y grandes sucesos, muchos ciudadanos no alcanzan a ver la escena completa, y no entienden el fin y destino de un proceso iniciado, como decimos, hace ya muchos años.

El final de este camino no es otro que el cambio de régimen. La revolución de toda la vida, con el mismo objetivo de siempre: la perpetuación en el poder de la tiranía socialista. Este largo descenso hacia la dictadura se hizo más que evidente con las sucesivas leyes de mentira histórica (2007 y 2022), pero la pulsión totalitaria del PSOE impregnaba igualmente las leyes educativas que, desde la LOE de 2006 hasta la actual LOMLOE (2020), sólo han perseguido una cosa: el adoctrinamiento de la población.

La educación de las generaciones más jóvenes siempre ha sido un objetivo estratégico para el PSOE y, por esta razón, la escuela y la universidad española son hoy lo que son: canteras de orcos analfabetos, infantilizados y fanáticos, envenenados por el odio y la envidia.

Ahora bien, este proceso de largo recorrido, mejor conocido como ingeniería social, sigue desarrollándose sin obstáculos en las Comunidades presuntamente opuestas a la tiranía socialista. Y es en esta llaga donde queremos poner el dedo, porque resulta inexplicable que los mismos que denuncian los efectos nocivos de las políticas socialistas no sean capaces de ver cómo las causas de dichos efectos se siguen alimentando en las aulas bajo su responsabilidad y presunta supervisión.

He aquí algunos ejemplos de cómo se sigue inoculando el marco mental de la izquierda en los institutos y universidades públicas de Madrid.

En primer lugar, en la Universidad Complutense, donde un comisariado político denominado “Unidad de Igualdad”, perteneciente a la “Delegación del Rector para la igualdad en la UCM”, se dedica a redactar guías “orientativas” para que los profesores se conduzcan de forma políticamente correcta. Una iniciativa que se vende como inofensiva e inocua, pero que no es ni lo uno ni lo otro. Para empezar, la guía en cuestión se autodenomina “Guía básica para un uso del lenguaje no sexista”1, pero si se hace el esfuerzo de leerla, de básica no tiene nada y más bien se trata de un programa exhaustivo para censurar todo lo que se diga o escriba.

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Léanse las siguientes directrices incluidas en el texto:

– Suprimir el artículo neutro “los”. Por ejemplo: “el curso está dirigido a profesionales”, en lugar de “el curso está dirigido a los profesionales”.

– Usar la impersonalidad. Por ejemplo: “navegar con identificación”, en lugar de “navegar identificado” y “se puede cancelar la matrícula”, en lugar de “los alumnos pueden cancelar la matrícula”.

– Omitir el sujeto. Por ejemplo: “habrá un debate”, en lugar de “los participantes mantendrán un debate”.

Ahora bien, aquí no acaba la cosa, ya que este “escueto” guión incluye una relación pormenorizada de normas que debe contemplar el profesor universitario so pena, naturalmente, de ser etiquetado como retrógrado, machista o enemigo del pueblo. Y por si todavía hay quien que no quiere creerlo, reproducimos aquí íntegramente las “recomendaciones básicas” para el ámbito universitario:

– Utilizar: el “profesorado” o el “personal docente”, en lugar de “los profesores”; el “alumnado” o el “estudiantado”, en lugar de “los alumnos”; el “personal investigador”, en lugar de “los investigadores”; las “personas tituladas”, en lugar de “los titulados”; las “personas beneficiarias/usuarias”, en lugar de “los beneficiarios/usuarios”; “becas para alumnado extranjero”, en lugar de “becas para extranjeros”; la “persona responsable”, en lugar de “el responsable”; la “dirección del curso/proyecto/máster”, en lugar de “el director del curso/ proyecto/máster”.

– Evitar las barras en los formularios: En lugar de: “Sr./Sra.:”, se pondrá “Nombre y Apellido”; en vez de “Domiciliado/a en”, se indicará “Domicilio”; en lugar de “Nacido/a en”, se pondrá “Lugar de nacimiento”; en lugar de “Graduado/a en”, se dirá “Grado en”; y en vez de “Firma del interesado/a:”, se indicará “Firmado:”.

– Cuando sea necesario utilizar el desdoblamiento de los artículos, por ejemplo: “los y las becarias”, “las y los becarios” (la concordancia se establece con el determinante o el sustantivo más próximo); el desdoblamiento parcial, por ejemplo: “estimadas / estimados colegas” o “las alumnas y alumnos” y el desdoblamiento total, por ejemplo: “la Vicedecana / el Vicedecano” o “estimadas compañeras / estimados compañeros”.

– Utilizar los recursos y mecanismos anteriores en documentos internos, externos y en línea (avisos, comunicaciones, contratos), publicaciones en papel y en línea (manuales, libros, boletines, trabajos de investigación) e intervenciones orales.

Todo un catálogo de indicaciones en absoluto inocentes, destinadas a censurar, condicionar, constreñir y señalar todo pensamiento o discurso que se salga de los parámetros marcados por el Partido. Como se explicita en la introducción de la citada guía: “Desde la Unidad de Igualdad de la Universidad Complutense de Madrid consideramos el lenguaje como una herramienta de transformación social”. Porque el fin primero del lenguaje no es comunicar o transmitir conocimientos, sino “transformar la sociedad”. Y para que no quede duda, la idea se repite en varias ocasiones a lo largo del texto. Véase cuando subraya la necesidad de “ser consciente del valor y la capacidad transformadora del lenguaje” o cuando se afirma: “Cambiar el lenguaje cambia nuestra forma de ser y estar en el mundo”.

La consecuencia inmediata, no hace falta decirlo, es que todos los profesores universitarios y no universitarios que alumbre en adelante nuestra querida Universidad habrán tenido que pasar por el filtro del lenguaje inclusivo; como ya se ha señalado en alguna ocasión, un lenguaje destinado, precisamente, a excluir a quien no se ajuste a él. Y es que eso es la “corrección política” y la llamada “cultura de la cancelación”: la censura y purga del que se salga del carril.

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Por otra parte, existen también otras “fórmulas educativas” que no por “normalizadas” dejan de ejercer un pernicioso influjo. Y prueba de dicha “utilidad” es su vigencia en el ámbito docente. Fijémonos, por ejemplo, en el siguiente curso destinado a la formación del profesorado de Educación Secundaria en Madrid, titulado: “Artistas, galerías y colecciones: el arte contemporáneo por dentro”2. Una actividad que supone 24 horas de “formación” y que incluye entre sus objetivos: Comprender el arte contemporáneo como modelo de integración cognitiva, y utilizar el arte contemporáneo como recurso interdisciplinar y transversal”. 

La cuestión es que, más allá de la estúpida jerigonza que, como vemos, envuelve siempre al pseudoarte moderno, ¿qué se imaginan que significa “utilizar el arte contemporáneo como recurso interdisciplinar y transversal”? Pues la excusa y coartada para hablar de “otras cosas” bajo el pretexto de hacerlo sobre “arte”. Asista el desconfiado lector, el día de la semana que guste, a una cualquiera de las visitas guiadas en el museo Reina Sofía y entenderá perfectamente de qué estamos hablando.

Y es que, más allá de que en el mencionado curso “formativo” se incluya la visita a ARCO 2023, lo realmente grave y penoso es que desde una institución educativa se dé a esta feria el rango de “cultura” y, por lo tanto, se considere susceptible de ser divulgada en el ámbito docente. Porque el problema es que, aparte del error que supone llamar “arte” a lo que no lo es o resulta cuestionable que lo sea, el hecho de situar bajo el mismo término las obras de los maestros con la basura de papanatas y aprendices significa sancionar el relativismo desde las instituciones, otorgándole el salvoconducto de lo respetable. ¿Y qué puede haber más dañino y menos educativo que enseñar a un menor en proceso de formación que la pericia es igual que la torpeza?; ¿que lo mejor vale tanto como lo peor?; ¿que el conocimiento de un oficio merece el mismo respeto que la ignorancia?; ¿que lo abyecto, lo absurdo y lo feo pueden intercambiarse con lo bello, lo bueno y lo sano?; ¿o que la insidia y la mentira, la falsedad y el engaño son lícitos y loables?

Todo lo aquí expuesto se produce, a día de hoy, en la Comunidad de Madrid, y sin duda es el germen del mal que todavía está por venir. La mala educación, tolerada negligentemente por quienes ahora se rasgan las vestiduras, está en el origen de los terribles efectos que ahora vemos y sufrimos. La destrucción de la ley y la convivencia son la consecuencia del olvido, del autodesprecio y del relativismo moral inoculados durante décadas en las escuelas, institutos y universidades de España.

1 Redactada por María López Vázquez y revisada por Isabel Tajahuerce Ángel. Texto completo en el siguiente enlace: https://www.ucm.es/unidaddeigualdad/file/guia-lenguaje-lisa-1

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