No puede decirse que de modo subrepticio Pedro Sánchez, delincuente oficial en España desde hoy a pesar de las muchas certezas ilícitas que se ciernen sobre él oficiosamente en otros innúmeros asuntos, haya anunciado a bombo y platillo en un mitin frente a sus aborregados, incondicionales, amorales y agradecidos socialistas, una amnistía en Cataluña para el beneficio de España; encima, así de impertérrito lo anuncia el caradura mayor del reino: por el interés de España. El repulsivo cinismo no lo hace más miserable porque hace muchos años traspasó el umbral de la básica decencia personal y política. El chulesco estafador de la caverna monclovita sigue con su estrategia de fingir negociaciones cuando en sus despachos hay órdenes de ceder ante todo, con tal de que retorne a la poltrona de gobierno que tan opíparos dividendos sectarios ha rendido a costa de saquear los recursos estatales. La presa está bien mordida como para dejar escapar a España con vida.
Desoyendo las advertencias sobre la prevaricación de Conde-Pumpido al frente de un intervenido Tribunal Constitucional y la intención del golpe dictatorial que supondría para la asociación de la Guardia Civil, JUCIL, el empeño de negociar con la seguridad nacional sobre la mesa los caprichos independentistas para apoyar la investidura de Sánchez, el sátrapa sin freno ha manifestado ante el contingente sociata ser un delincuente dispuesto a proseguir con el golpe de estado dictatorial iniciado con los cantos de sirena de un Puigdemont dispuesto a ejecutar la desintegración de España. En paralelo, deja claro el prófugo la intención de proseguir la estrategia, de la que ahora es cómplice Sánchez, que desemboque en la independencia.
De esas oscuras negociaciones donde todo está pactado, el único obstáculo para llegar a este día en que aplauden como focas sus incondicionales parásitos con carné del PSOE, ha sido calcular los tiempos para colar de rondón la actitud golpista sin que la opinión pública se escandalice al conocer los resultados de tan siniestras reuniones. Reuniones con la amnistía como preámbulo del referéndum de autodeterminación que seguramente está contemplado en futuribles acuerdos.
Nos equivocaríamos al confiar que este brete con España misma en juego sigue siendo un pulso institucional cuando Pedro Sánchez se juega la convocatoria de nuevas elecciones; en cuyo caso siempre tendría el as en la manga del fraude electoral todavía admitido tras tibias protestas, con origen en la intervención de INDRA con sus funciones irregulares aceptadas. Sería un error creer que podría ir al traste la la ambición de repetir legislatura. Erraríamos en la percepción aparente de la normalidad democrática que desde hace tiempo es todo menos normal. La negociaciones no son las que muestran públicamente sino las que se esconden tras los discursos, el paripé público, ante los micrófonos. Esos pactos están acordados desde el mismo día en que Francina Armengol recibió órdenes presidenciales para dilatar el proceso y dar tiempo a preacuerdos antes de anunciar la fecha del debate de investidura. Porque está todo atado y bien atado, salvo la incertidumbre de si colará la amnistía como una decisión por el bien de España, cuando los Guardias Civiles han advertido del golpe sanchista y lo que supondría como perjuicio visceral, inadmisible para un Estado de Derecho. Ya dejaron claro en un comunicado lo que constituye un delito si accede a la amnistía, como así ha sido. El delincuente Pedro Sánchez anuncia la amnistía, pues.
Si nos atenemos a la denuncia de JUCIL y otras asociaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, Pedro Sánchez estaría traspasando las líneas rojas que impone la Ley , precisamente para que quienes pretenden burlarse de ella obtengan respuesta proporcional a la afrenta de traición que supone plegarse a las exigencias de una minoría que busca romper la nación española. A falta de que pueda colar la amnistía en el Congreso de los Diputados-Conde-Pumpido ya la canta desde el Tribunal Constitucional- para muchos y con certeza, la defensa de la amnistía es una advertencia de que está dispuesto a traspasar esas líneas de la Ley que le convertirían en un delincuente y responsable de todos los males que sucedan.
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Pues así están las cosas en España… en manos de un repelente dictador.
Está visto que el rechazo de los españoles a votarle no es impedimento para que el caradura siga una y otra vez ahí, mal gobernando a favor de unos cuantos de fuera. Sólo tiene que frotar la lámpara catalana o vasca, para que el «geniecillo» correspondiente le dé el voto del odio a nuestra Patria. Al fin y al cabo, tanto él como toda esa chusma tienen los mismos principios, es decir, ninguno …