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A fin de conseguir esas armas y municiones, para sus fines golpistas, y que ya corrían como hemos visto por numerosos lugares de España, Indalecio Prieto contactó con un gran amigo, el industrial vasco Horacio Echevarrieta, que se había distinguido de forma harto dudosa, como mediador, para el rescate de soldados prisioneros españoles tras el desastre de Annual en 1921, de la guerra de España contra las kábilas de Tensamán y Beni Urriaguel, al ser amigo del líder traidor a España, Abd-el-Krim. Echevarrieta era un negociante sin escrúpulos, un perfecto contrabandista, que mantenía muy buenas relaciones con la oposición portuguesa, que preparaba un golpe de estado contra Antonio de Oliveira Salazar.

Horacio Echevarrieta. Empresario y comprador del alijo de armas del buque Turquesa.

Por medio de su amigo Echevarrieta, Don Inda, conoció que una gran cantidad de armas, que el propio empresario bilbaíno había encargado al Consorcio Nacional de Industrias Militares, destinado aquel envío a ser vendido en Etiopía, algo que no sucedería. De hecho esas armas iban destinadas a propiciar un golpe de Estado contra Antonio Oliveira Salazar en Portugal. Pero como los golpistas lusos no tenían dinero efectivo, solicitaron un crédito del propio Echevarrieta de 500-000 pesetas, dando el industrial vasco su conformidad, siempre y cuando el estado español saldase con el propio Echevarrieta unos pagos que tenía pendientes. Los golpistas lusitanos presionaron al presidente del gobierno español y ministro de la guerra, Manuel Azaña, para que hiciese efectivo a Echevarrieta el importe de la deuda. Azaña soñaba con lograr un proyecto masónico, salido de la inspiración del miembro de la masonería, el portugués Magalhaes Lima, la unión ibérica, por lo que dio orden de proporcionar a los golpistas portugueses que eran entre otros, Bernardino Machado, que había sido presidente de la república de Portugal y Alfonso Castro Moraes Dos Santos, uno de los principales revolucionarios, artífice de la caída de la monarquía portuguesa, la cantidad de 329 cajas con un peso de 18.216 kilos de fusiles, pistolas, ametralladoras, granadas fumigeras, lacrimógenas, de fusil, Lafitte y munición. Las cajas llevaban la inscripción “En tránsito para Djibouti. Fabricadas en la fábrica de Armas de Toledo. 1932”

Un componente del gobierno Azaña, el ministro de Marina José Giral, al ver que Echevarrieta no hacia efectivo el pago, ordenó que el Consorcio de Industrias Militares, almacenase aquel cargamento en el Castillo de San Sebastián de Cádiz.

Es en ese instante cuando Prieto inicia las gestiones para su compra, junto a sus compañeros del PSOE, Juan Negrín, Ramón González Peña y Amador Fernández “Amadorín. Contacta con los portugueses para los cuales iba destinado el cargamento de armas, representados por el portugués Alfonso de Castro y un individuo de origen francés apellidado Souvie. Tras abonar 500.000 pesetas, algo que realizaría el propio Echevarrieta, habría que buscar ahora un medio de transporte.

Buque Turquesa que transportó armas para los socialistas, que provocaron la revolución de Asturias de 1934.

Un conocido izquierdista experto en huelgas y algaradas, Eladio Echegoyechea, empleado de las Minas de Riotinto, en compañía del capitán de la marina mercante Manuel Atejada y el maquinista naval, Jenaro Álvarez, que han llegado a Cádiz el día 10 de junio, se aprestan a buscar un barco, fijándose en uno de 180 toneladas, de nombre “Turquesa” antes “Mameleda II” con matricula de San Sebastián, propiedad del contraalmirante de la Armada, armador y diputado por Cádiz de Renovación Española, alcalde de la tacita de Plata en la monarquía del Rey Alfonso XIII, Ramón de Carranza y de su hijo José León. Sería Amador Fernández “Amadorín“, tesorero del sindicato minero de Asturias y diputado del PSOE, quien hiciese efectivo el pago de la compra por un valor de 70.000 pesetas.

                                                            Amador Fernández “Amadorín”. Tesorero del sindicato minero de Asturias y diputado del PSOE.

                                                                                                     Compró el buque “Turquesa” por 70.000 pesetas

Precisamente en esa operación, le salió a Indalecio Prieto la vena de ladrón, trilero y mentiroso que llevaba dentro. En agosto remitió una carta al presidente de la generalidad, Luis Companys, inmerso ya hasta el tuétano en aquella revolución, como se comprobaría el 6 de octubre, cuando declaró a traición contra España, en Barcelona el Estat Catalá. En ella, le solicitó un millón y medio de pesetas, a fin de facilitarle un barco lleno de fusiles, ametralladoras, munición y explosivos. Si comprueban el importe que le solicitó Prieto, verán que descontadas las 500.000 pesetas del importe del cargamento y las 70.000 pesetas de la compra del barco, quedaban 930.000 pesetas para el descarado afán de lucro de aquellos socialistas. La operación no se llevaría a cabo.

Tras el pago, el Consorcio Nacional de Industrias Militares, permitió la salida del cargamento, el día 5 de septiembre, en vehículos militares y con soldados, que trasportaron las 329 cajas al buque Turquesa, anclado en el puerto de Cádiz. El Consorcio emitió un documento de embarque donde especificaba todo el material, Los compradores declararon y firmaron, de forma mentirosa, que el cargamento de armas se dirigiría a bordo del “Turquesa”, hacia el puerto francés de Burdeos con destino a Abisinia, Sin embargo el destino era otro: la costa asturiana para armar a los mineros socialistas.

Ramón González Peña. Diputado socialista y Presidente de la Diputación de Oviedo. Junto con Indalecio Prieto, el principal cabecilla de la Revolución en Asturias en Octubre de 1934.

Una vez finalizada la estiba del cargamento, el barco, iniciaba su travesía hacia el Cantábrico. A la altura del cabo de Estaca De Bares, el capitán, Manuel Atejada, recibía una comunicación por parte de Amadorín Fernández, para que se dirigiese, con la intención de fondear, a una zona de la costa asturiana, entre San Esteban de Pravia y Muros del Nalón, llegando a ella el día 10 de septiembre: Allí el cargamento de armas seria descargado y traspasado a cinco embarcaciones compinchadas al efecto por el práctico del puerto Servando Sáenz de Miera, Solamente llegarían tres, las gijonesas “Edelmira”, “María Posada” y “Fermín Galán”, pues la que venía de Avilés, por avería, y la de Lastres, porque no acertó a llegar al sitio, no comparecieron. Tras descargar unas ochenta cajas, las embarcaciones pusieron rumbo hacia la playa de Aguilar, donde un centenar de militantes del SOMA-UGT-PSOE armados hasta los dientes esperaban para cargar los 500 fusiles máuser y las 50 ametralladoras con su correspondiente munición, en las camionetas de la mismísima Diputación de Oviedo, varios taxis de militantes del PSOE, y coches de los ayuntamientos de Langreo y Mieres, para su traslado a los escondrijos elegidos al efecto.

Cargados ya tres camiones y cuando aún quedaban varias cajas por cargar de repente, alguien gritó: ¡Alto! Se trataba de una pareja de carabineros de San Esteban de Pravia que se habían percibido de aquel desembarco nocturno y habían localizado, nada más y nada menos que a Indalecio Prieto, Ramón González Peña y Amador Fernández “Amadorin”, estableciéndose el siguiente diálogo, que contaría con posterioridad, el propio Indalecio Prieto, en un reportaje publicado en Buenos Aires, en el periódico España republicana:

¿Quiénes son ustedes?

-Soy el diputado Indalecio Prieto.

-¿Indalecio Prieto, el ex-ministro?

-Sí, señor, el mismo.

-¡Qué sorpresa encontrarlo aquí y que alegría saludarle!

-Pero, ¿qué hace usted por aquí a estas horas?

Estamos entre hombres cabales y no procede hablar con remilgos. Estos dos amigos y yo vamos de excursión con tres muchachas y como, por mi significación política, estimé escandaloso llegar los seis en pandilla al hotel de Avilés donde debemos pernoctar, acordamos que el automóvil con las mujeres fuese por delante y que luego de dejarlas en aquella villa retrocediese a fin de recogernos a nosotros que mientras tanto esperaríamos estirando por aquí las piernas

Pues nosotros estábamos durmiendo tranquilamente cuando un vecino nos avisó de que en la ría se estaba haciendo un alijo, nos pusimos el uniforme y nos dirigimos hacia aquí a ver qué había de cierto en ello.

Siguió contando Prieto: “Yo procuraba mantener el dialogo en alta voz, para que percibieran su tono cordial los numerosos compañeros armados, que por no haber podido alejarse, estaban escondidos en los setos próximos. El cabo nos estrechó la mano y siguió con su compañero camino”.

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Indalecio Prieto Tuero.

Prieto tenía una magnífica relación con el Cuerpo de Carabineros, pues siendo director del instituto de Carabineros, en 1932, el general José Sanjurjo, le regaló una magnifica placa y un álbum con las firmas de los once mil miembros del cuerpo, con la dedicatoria y las cantoneras del álbum en oro, debido a los beneficios que Prieto, como ministro de Hacienda, había conseguido para el cuerpo. Curiosamente y contado por el propio Indalecio Prieto, arrancó aquellas cantoneras y la dedicatoria y las fundió en Méjico para hacer un regalo. ¡Menudo sujeto!

Pero aquello que contó Don Inda, y que pudo quedar en el absoluto silencio de los Carabineros, lo echarían abajo los propios Carabineros al darse de bruces con uno de los tres camiones cargados de armas, que había quedado averiado nada más partir. Los Carabineros comprobaron sorprendidos el cargamento, dando validez a la denuncia que habían recibido del vecino. A mayores, un guardia municipal de Muros de Nalón, de filiación socialista, advirtió la llegada de varios automóviles con gente desconocida.

Noticias sobre el alijo de armas, descubierto en el Turquesa, aparecidas en prensa. 11 de septiembre de 1934,

Todo ufano, para hacer méritos, en la creencia de que los individuos que llenaban los vehículos sospechosos, eran falangistas, corrió al puesto de la Guardia Civil de San Esteban de Pravia, para denunciar el hecho. El sargento que manda el puesto, Jesús Ferreiro, avisa a sus compañeros del puesto de El Pito, y con toda celeridad salen a las carreteras e interceptan a los dos camiones restantes llenos de armas. Son capturados 24 miembros de SOMA-UGT-PSOE, entre ellos Manuel González Peña, hermano del diputado Ramón y el alcalde socialista de Pola de Siero, Inocencio Burgos. Guardias Civiles detienen también en Soto del Barco a otro grupo de individuos comandado por el conocido minero, miembro del PSOE asturiano, César Antuña,

Ya alertadas la Guardia Civil y las Fuerzas de Seguridad y Asalto del Principado, entre Trubia y Oviedo, Guardias de Asalto detenían en un vehículo a los diputados socialistas Ramón González Peña y Amador Fernández, junto a otras cinco personas. A pesar de hacer valer su condición de diputados, los de Asalto intervienen siete pistolas, También en Oviedo seria detenidos varios de los choferes complicados en el asunto “Turquesa”. Por declaraciones de la pareja de carabineros, refrendada por los detenidos se conoce que quienes dirigían la operación eran Indalecio Prieto Tuero, Ramón González Peña y Amador Fernández “Amadorín”, estos últimos como hemos apuntado fueron detenidos.

La presencia de Prieto es filtrada a la prensa asturiana, que en sus portadas publican el gran escándalo, la sensacional noticia “¡CONTRABANDO DE ARMAS DESCUBIERTO EN SAN ESTEBAN DE PRAVIA! “. “¡INDALECIO PRIETO ENTRE LOS IMPLICADOS!”

Diversas noticias aparecidas en prensa, tras la detención en Asturias de Militantes del PSOE-UGT, que pretendían introducir de contrabando un enorme cargamento de armas. 11 de Septiembre de 1934.

Sin embargo el gran muñidor, el cerebro de aquella canallesca y sangrienta revolución que estaba en marcha, Indalecio Prieto, ya había desaparecido y puesto a salvo de cualquier especulación sobre su participación en el desembarco del “TURQUESA”, hasta el punto de que, en un alarde de cinismo para guardar las apariencias, se dejó ver, los días siguientes, asombrosamente sin ser detenido, por las calles y cafés bilbaínos. Al estallar la revolución en la madrugada del 5 de octubre, Prieto huira a París

Al descubrir el alijo del Turquesa, la Guardia Civil comenzó a hacer batidas en distintos puntos de España e incluso se llegó a declarar, por parte del gobierno, el estado de alarma, temiendo que se produjera una insurrección.

Era inevitable que se entendiese que esta operación no era sino preparativo para un inmediato alzamiento socialista: un escándalo que alcanzaba al PSOE cuyos jefes, inquietos, comenzaron a pelear entre sí sacudiéndose responsabilidades. Esta significativa captura de armas también permitió la revelación de otros depósitos.

Tras descubrir el cargamento del “Turquesa” la Guardia Civil y el Cuerpo de Seguridad y Asalto, comenzaron a practicar detenciones en distintos puntos de España.

En la madrugada del 19 de septiembre, una pareja de la Guardia Civil compuesta por el Cabo Joaquín Fatás y el Guardia Andrés López, localizaba en las proximidades de la Ciudad Universitaria de Madrid una camioneta cargada de armas y explosivos que iba a ser descargada a otro vehículo. El conductor del camión era un tal Isidro Sanz, encargado de un garaje de la calle Galileo, que confesó que había alquilado la camioneta para el transporte de las armas. La Guardia Civil detendría también a Francisco Ordóñez Peña, -que se hallaba en el otro vehículo y que respondió, antes de su detención, con nutrido tiroteo contra la pareja de la Guardia Civil-, un estudiante de Derecho y director del departamento de propaganda de la F.U.E (Federación Universitaria Escolar) de marcada tendencia ideológica socialista y al que se encontraron documentos de interés. Entre ellos el plan a seguir en el golpe de Estado que debería producirse en fechas próximas. Este documento decía entre otras consignas “a las doce del día o las seis de la tarde se procedería a incendiar y destruir la Dirección general de Seguridad y los Ministerios de la Gobernación. Guerra y Comunicaciones; dando la orden a los revolucionarios de que le Lucha fuese sin tregua ni cuartel y que se diera muerte en el acto a todas las personas que vistiesen uniforme, aun cuando estas quisieran sumarse al movimiento revolucionario”.

Depósito de armas encontrado por la Guardia Civil en la Ciudad Universitaria de Madrid el 19 de Septiembre de 1934.

En el alijo se incautaron 4 cajas de dos cargadores de 10 proyectiles para pistola ametralladora, de marca alemana, de 7,63 milímetros; 60 cajas de 15 cartuchos para fusil, de 7 milímetros de calibre: 300 cargadores de cinco disparos, para fusil Máuser, calibre 7 milímetros; 34 peines para ametralladora; cinco lanzallamas y tres fusiles calibre 14, contra blindaje.

Varios agentes afectos al Gabinete de información y Enlace del Cuerpo de Investigación Y Vigilancia, junto a miembros del Seguridad y Asalto, se personaban en el hotel “Floresta», situado en la Ciudad Lineal y domicilio del diputado socialista de las Cortes señor Morón, que sería detenido. Practicado un registro, se descubrió un laboratorio para la fabricación de bombas, con líquidos y aparatos necesarios a ese efecto. En dicho laboratorio se hallaron también treinta y ocho kilos de dinamita.

1934. La Guardia Civil mostrando armas incautadas a los revolucionarios marxistas.

Ese mismo 19 de septiembre la policía practicó un registro en la casa de Fulgencio Ayala, chófer, miembro al PSOE, domiciliado en la calle Jaime Vera de Madrid. Allí aparecieron 24 granadas de fusil, 2 granadas de mortero, una ametralladora, una caja de caretas antigás, 2 fusiles máuser, dos cajas de cargadores, una caja de balas y numerosos paquetes con dinamita. Ayala fue conducido a la Dirección General de Seguridad. También fue detenido el súbdito portugués Félix da Silva, al que se le intervinieron una decena de fusiles y un diario donde aparecía apuntado detalladamente el armamento entregado a las fuerzas sindicales y políticas socialistas Otros diarios informaron de la detención del también súbdito portugués Alejandrino dos Santos,

Igualmente tuvo un amplio eco en la prensa el hallazgo de armas en la Casa del Pueblo de los socialistas madrileños de la calle Piamonte. Allí fueron hallados doce fusiles, “seis de ellos, de la Fábrica de Armas de Oviedo” y tres revólveres americanos 122 cartuchos de dinamita y varios millares de cartuchos de máuser. En el teatro de la misma casa del pueblo encontraron dos revólveres y ocho pistolas; en un transformador. Un paquete, en el que se guardaban cuatro cajas con cápsulas, siete peines de máuser y 29 cartuchos sueltos, de máuser; en la parte alta de los telares, una cajita, con indicación “Muy frágil” , que contenía cuatro ampollas de ácido sulfúrico y cuatro de alcohol coloreado. También se incautó la Policía de dos fusiles Remington, sin culata.

El juez especial señor Alarcón dictó orden de procesamiento contra Horacio Echevarrieta y el señor Moura Pinto.

El día 29 de septiembre el Turquesa, tras huir de la costa asturiana, apareció atracado en el puerto francés de Burdeos, donde los servicios portuarios comprobaron con sus propios ojos el arsenal de armas que llevaba en su interior, siendo incautado por la policía francesa y detenida su tripulación, según publicaba la prensa francesa del día siguiente: “el Turquesa, descubierto en Burdeos”.

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                                                                        1934. Titular de prensa informando de la aparición en Burdeos /Francia) del buque Turquesa.

Días después, la Armada Española enviaba una delegación para recoger el barco y el arsenal de armas. La otra parte del mismo permanecería escondida en la iglesia del pueblo asturiano de Valduno, realizándose el traslado por vía fluvial, a través del río Nalón, quedando como depositario el sacristán, un hermano del concejal del PSOE en el ayuntamiento de Las Regueras, Cornelio Fernández, hombre de plena confianza del líder socialista y diputado asturiano Ramón González Peña. Otra parte de las armas serian escondidas en otros pueblos de las cuencas mineras asturianas, para utilizarlas en la revolución  que se iniciaría en la madrugada del día 5 de octubre de 1934.

El barco “Turquesa” fue requisado y amarrado en el puerto de El Ferrol, pendiente del juicio. Artillado y militarizado en 1936, como muchos otros bous armados, sería utilizado por el bando Nacional durante la guerra de liberación 1936-1939. Desarmado en 1939 y subastado fue rebautizado como “Castillo de Farnés”, recuperando su nombre de “Turquesa” en 1941.

                                                                     Titular de “El Socialista” de una entrevista a Francisco Largo Caballero en septiembre de 1933

La revolución, que venía preparándose desde un año atrás, estaba servida. Se cumplían inexorablemente las palabras proferidas por Francisco Largo Caballero, publicadas en una entrevista por El Socialista el día 24 de septiembre de 1933, donde manifestó: “Entre la dictadura burguesa o el fascio nosotros preferimos la dictadura socialista”.

El Socialista” de marcada tendencia prietista, con fecha 25 de septiembre, anunciaba a través de sus páginas: “Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita la guerra”, Dos días después el mismo diario «El Socialista», remarcaba en su editorial lo siguiente: «Las nubes van cargadas camino de octubre. El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos aguardan días de pruebas, jornadas duras… Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado….»

Cuatro días antes del inicio de aquella artera revolución, el día 1 de octubre Largo Caballero, en un discurso en el madrileño Cinema Europa, expresaba sin recato: «Nuestro partido es ideológicamente un partido revolucionario (…) Debe desaparecer este régimen». “Estamos a la puerta de una acción de tal naturaleza que conducirá al proletariado a la revolución social”.

                                                                            Largo Caballero en Madrid. Cinema Europa. 1 de octubre 1934. Portada de Renovación.

«El Socialista», con fecha 3 de octubre de 1934,  publicaba en sus páginas; «Camaradas en guardia. En guardia… Nuestra apelación a los trabajadores de España es concreta e imperiosa: en guardia». La Revolución de Octubre estaba a punto de estallar con toda virulencia.

El día 4 de octubre se hacía pública la composición del nuevo gobierno presidido por Alejandro Lerroux y con la entrada en el gabinete de tres ministros de la CEDA, Manuel Giménez Fernández en Agricultura; Rafael Aizpún en Justicia; y José Oriol Anguera de Sojo en Trabajo. Unas horas después, en la madrugada del 5 de octubre la revolución estallaba con toda violencia, muerte y destrucción.

Aquella revolución de octubre, que destruiría de forma devastadora la ciudad de Oviedo y otros muchos pueblos asturianos, junto al separatismo traidor, un crimen de lesa patria contra la Unidad de España, por parte de la generalidad de Cataluña, se convertiría en el primer golpe de estado en toda regla de socialistas, comunistas, separatistas y Azaña, contra la II república española. El segundo vendría como consecuencia del robo fraudulento, violento y descarado de las elecciones del 16 de febrero de 1936, que auparían al poder al frente popular, que se formaría tras aquella traidora revolución de octubre de 1934.

Alejandro Lerroux, presidente del Partido Radical, volvería a la presidencia del gobierno. Era su cuarta vez, formando el décimo gobierno de la II república Española. Él sería el encargado de vencer, a sangre y fuego, la revolución artera y traidora de socialistas y separatistas catalanes, iniciada el 5 de octubre de 1934. En la foto junto a José María Gil Robles, presidente de la CEDA, el partido que con su apoyo llevó a los Radicales al poder, desde las elecciones de noviembre de 1933.

Uno de los padres de la II república española, fundador, junto a José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala, de la Agrupación al Servicio de la República, el prestigioso y eminente doctor Gregorio Marañón, dedicó a aquel idílico “Frente Popular”, –ese que tanto adora, añora y admira el malvado tipejo traidor del pantalón pitillo; el masón Bolaños, la ferrolana a una nariz pegada, esas desahogadas, feminazis del ministerio de igual da, junto a sociatas, comunistas, terroristas, separatistas y demás indeseables-, estas palabras: “¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura, estupidez”; “Bestial infamia de esta gentuza inmunda”; “Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado?”; “Horroriza pensar que esta cuadrilla hubiera podido hacerse dueña de España. Sin quererlo siento que estoy lleno de resquicios por donde me entra el odio, que nunca conocí. Y aun es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos”.

1934. Diego Hidalgo Ministro de la guerra, junto a los generales Franco Bahamonde y López Ochoa, que dirigieron las operaciones del Ejército para acabar con la artera revolución socialista de octubre.

El octubre rojo recorrería toda España, siendo sofocado de forma decidida y valerosa por el Ejército, Guardia Civil, Cuerpo de Seguridad y Asalto y Cuerpo de Carabineros, bajo la dirección suprema, delegada por el ministro de la guerra del gabinete de Alejandro Lerroux, Diego Hidalgo, del general Francisco Franco Bahamonde, leal en todo momento al gobierno legal de la II república española, ante el ataque artero y traidor de socialistas, comunistas y separatistas, que costaría 1400 víctimas, entre ellas 111 miembros de la Guardia Civil; 129 del Ejército; 70 Cuerpo de Seguridad y Asalto, y 11 Carabineros. Pero de ello, de aquella revolución contra España, de lo que fue y significó, escribiremos en otra ocasión.

Carlos Fernández Barallobre

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Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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