17/05/2024 02:02
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Parte 1

Hoy hace 83 años de la entrevista de Franco con Hitler en Hendaya

ESPAÑA NO ENTRÓ EN LA GUERRA POR SERRANO SUÑER

como se demuestra en la última entrevista que mantiene con Franco en el Pardo y con Hitler en el Nido del Águila

Últimas palabras de Franco a Serrano:

  • —Ramón, en tus manos encomiendo la Patria… y yo aceptaré lo que tú decidas en el “Berghof”.

Últimas palabras de Hitler a Serrano:

  • —Señor Serrano ¿Y usted qué haría si mañana entran mis soldados en España?
  • — Führer yo me echaría al monte como un español más.

Reproduzco hoy las palabras que copié de las “Memorias no publicadas” de don Ramón y que pude confirmar una tarde de 1980 con el Catedrático, don Antonio Tovar y que con el Barón de las Torres, acompañaron a Serrano como interpretes en su viaje a Berlín y a Berghof en Berchtesgaden (Austria).

Don Antonio no solo me confirmó sino que ratificó, con estas palabras lo que había escrito don Ramón:

Pues sí, amigo Merino, si aquella tarde don Ramón no saca a relucir el fracaso de Napoleón y acepta que si los alemanes entran en España él no se opondría, Franco ya no hubiese podido rechazar más la participación de España en la Guerra. Sí, es indudable, don Ramón tuvo en sus manos en aquel trágico momento la paz o la guerra… y eligió la paz”

Pero, tampoco con la entrevista de Hendaya se dio por vencido Hitler y tan solo 20 días después el embajador alemán en España, Von Stohrer, se plantó ante Serrano Suñer (era viernes) con un telegrama de Von Ribbentrop en el que, por encargo del Führer, se le indicaba (casi se le ordenaba) que se trasladara con urgencia, a ser posible el lunes siguiente, al refugio de Hitler en los Alpes Bávaros, la famosa fortaleza de Berchtesgaden. Serrano, cosa lógica, se negó a dar su conformidad sin despachar antes con el Jefe del Estado

Así que sin pérdida de tiempo me trasladé a El Pardo para hablar con Franco y en el primer momento pensamos los dos si no sería mejor dar algún pretexto para no ir: aunque pronto rectificamos pensando que si Hitler y su Estado Mayor tenía decidido algún proyecto-con toda probabilidad el de la conquista de Gibraltar- no dejarían de realizarlo por razón de nuestra ausencia y que, en cambio, si acudíamos a su llamada podríamos, cuando menos intentar, que desistieran por el momento. Después de esta reflexión-en su consecuencia- Franco decidió que yo saliera inmediatamente para Berchtesgaden y tratara por el momento-una vez más- de conjurar el peligro. Pero yo, cansado de ir y venir y de que otros hablaran, opinaran o murmuraran, sin tomar su parte de responsabilidad en lo que se hiciere o se acordase en circunstancias tan graves y peligrosas, puse como condición para hacer el viaje la inmediata reunión con los ministros militares. Reunión que horas después tuvo lugar bajo la presidencia de Franco y a la que asistimos los generales don Juan Vigón, Varela, el almirante Moreno y yo. En esta reunión (que es distinta y nada tiene que ver con otra a la que se han referido aproximativos y “sabelotodo” distantes, que al no saber nada lo confunden todo, voluntariamente, intencionadamente unos, y otros arrastrados) opinamos que durante las pocas semanas transcurridas desde que tuvo lugar el encuentro de Hendaya las cosas no habían cambiado y seguíamos con los mismos problemas de todo orden que no permitían, todavía, participar a España en la guerra. Pero se consideró necesario que yo acudiera al “Berghof”, donde Hitler, con sus Estados Mayores, militar y político, me esperaba, ya que todos consideraron muy grave la situación y había que prevenir el peligro de una violenta reacción alemana; yo quedaba, pues, encargado-otra vez, sin el agradecimiento de quienes me lo debían- de capear como pudiera aquel temporal.

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Salí inmediatamente para París y el día 18 de noviembre-martes-, al atardecer, llegué a la estación de Berchtesgaden, donde Ribbentrop, con su séquito y dos generales me esperaban con los intérpretes.

Reunido luego con Hitler manifestó que me había convocado para que, de acuerdo con lo convenido en Hendaya, fijáramos la fecha más próxima de nuestra participación en la guerra porque ya “era absolutamente necesario atacar Gibraltar; lo tengo decidido”.

Al final de su vida Serrano me mostró un nuevo testimonio de sus entrevistas, que compartí con el historiador Luis Eugenio Togores Sánchez:

Antes de salir para España Serra- no fue llamado de nuevo por Hitler. Don Ramón subió casi a escondidas desde Berchtesgaden a Berghof con todas las señales de alerta en rojo, pues tanto él como sus dos acompañantes oficiales (el Barón de las Torres y el Profesor Tovar) o habían dormido apenas pensando que allí podía pasar cualquier cosa, dado que los nazis no se paraban en barras cuando se jugaban una baza importante. Es más, debatieron si debía subir o no y si debía hacerlo acompañado, dado los antecedentes y lo que les había ocurrido a otros mandatarios extranjeros.

Hitler recibió al Ministro Serrano Suñer en una salita de estar muy diferente al gran salón de la tarde anterior y con el semblante muy amistoso. Sólo había, sólo hubo, un testigo: el intérprete alemán (no he podido concretar nunca si fue en esta ocasión Paul Schmidt o el famoso Gross). Aquella imprevista conversación transcurrió así:

– Querido Ministro, le aseguro que esta noche no he podido dormir pensando en España. Sabe usted muy bien, por lo que hablamos ayer, que la toma de Gibraltar y el cierre del Mediterráneo para Inglaterra es fundamental para la marcha de la guerra -dijo Hitler en un tono que a mí me dejó de piedra y me hizo temer lo peor-. Y sabe usted que mis generales y las 186 divisiones que esperan me están presionando para pasar los Pirineos y llegar al Estrecho (aquí volvió a otro de sus silencios famosos). Señor Ministro, yo el Führer de Alemania, tengo que tomar hoy mismo una decisión trascendental: dar la orden a mis ejércitos de que entren en España y tomen Gibraltar y eso es algo muy serio. Por eso he querido verle antes de su regreso. (Y otra vez guardó silencio). Sé -y aquí sacó su tono de voz más convincente- que usted es amigo sincero de Alemania, pero también sé que usted es por encima de todo un buen español, lo que le aplaudo, por lo tanto le ruego que me responda a la pregunta que le voy a hacer con la máxima sinceridad

Führer –me atreví a decir con la mejor voz que pude ante esta situación- le agradezco sus palabras porque son la verdad: soy amigo de Alemania pero soy por encima de todo español. Tenga la seguridad que yo le diré la verdad, aún en contra de los intereses políticos.

  • Señor Serrano, lo y por eso le he convocado a esta reunión. Dígame señor Ministro, ¿ qué haría de verdad el pueblo si mañana entran en España mis ejércitos?

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Yo -dice Serranome quedé anonadado, porque comprendí en el acto que estábamos al límite de la invasión militar que tanto temíamos. Y por tanto instintivamente medité mis palabras de respuesta.

    • Führer –dije con gran seguridad- el pueblo español en este supuesto se echaría al monte sin pensarlo. Igual que ocurrió con Napoleón.

¿Y los amigos de Alemania? Preguntó él cortando mis palabras.

¡También! dije yo mirando fijamente al intérprete.

Y no olvide lo que fue la guerra de España para el «emperador de los franceses”.

Recuerda Serrano: Hitler se quedó callado unos segundos que a mi me parecieron siglos y luego dijo:

-Señor Ministro, ya que la guerra de guerrillas la inventaron los españoles”.

Entonces se levantó y al tenderme la mano en señal de despedida todavía dijo:

Señor Ministro, gracias por su sinceridad. Usted es un buen amigo y sobre todo un buen español. Le aseguro que tendré en cuenta sus palabras antes de tomar la última decisión. Que tenga buen viaje de regreso.

Y todavía cuando salía de aquella coqueta habitación me detuvo con otra pregunta:

  • Perdone, señor Serrano (y el uso de mi apellido lo recalcó con intención y picardía). ¿Y usted qué haría si entran mis soldados en España?

  • Führer –repliqué con humildad- yo me echaría al monte como un español más”.

Cuando terminó de leerme don Ramón los dos folios escritos de su puño y letra que había sacado de una carpetilla azul sobre esta última entrevista con Hitler, le pregunté:

  • —¿Y qué le contestó Franco cuando le contó todo con detalle a tu vuelta a Madrid?
  • — Pues, solo dijo: “Ramón, España y yo no te agradeceremos nunca lo que has hecho para evitar la guerra”.

Julio MERINO

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Geppetto

Serrano Suñer era inteligente y a pesar de eso contaba unos cuentos que ni los de Calleja.
El rencor que le salio contra su cuñado Francisco Franco cuando este lo puso de patitas en la calle le duro toda su vida y fruto de el, busco ponerlo verde delante de todo el que quisiera escucharlo.
Serrano como ministro de AAEE busco el que España se alienara con Alemania y fue Franco el que le tiro del freno de boca para que no se tirara una caña.
Naturalmente que Franco departía con su Estado Mayor y sus ministros, para eso estaban, pero la decisión ultima era suya, olvidar esto es desconocer quien era Franco y como era su forma de pensar y actuar, estudiaba el tema y cuando tomaba una decisión, que ya digo estaba muy estudiada, nadie lo movía, ni en la guerra ni en la paz.
Cuando fue a entrevistarse con Hitler no las tenia todas consigo, tenia presente que podía no regresar por lo cual dejo formado un gabinete de crisis con un el general de su entera confianza al mando.
Serrano iba a Alemania con directrices muy precisas de como debia actuar para no implicar a España en la guerra, sabiendo que su cuñado era firme partidario de la no alianza militar .
Después y con Franco muerto Serrano se invento una historia de buenos y malos n el que el era el bueno y el inteligente mientras Franco era el militar tarugo al que había que dirigir con inteligente suavidad.
La cantidad de chorradas que contó Serrano cuando ya peinaba canas fueron apoteosicas y todo para hacerse una nueva biografia

Última edición: 6 meses hace por Geppetto
Aliena

En efecto. Y es curioso cómo los infinitos detractores de Franco le acusan de dictador totalitario, que hacía – personalmente – todas las maldades, yo creo que hasta practicar fusilamientos por su propia mano, pero si hay un mérito incontestable entonces se debe a que Franco hacía lo que le aconsejaban los que eran más sabios que él ( que, parece ser, eran todos ).

carlos

Serrano…peinaba canas mucho antes.
Como gran parte dsellos españoles,simpatizaba con los alemanes ( entonces no se sabía nada del genocidio judio…), pero sabía la situación de España y la imposibilidad de entrar en guerra…

Aliena

Ya veo que es usted uno más en la larguísima lista de los que, como bien denunciaba Pío Moa hace dos días, sienten tal aversión a Franco, que son capaces de atribuir todos los méritos de sus decisiones en general, y de la neutralidad de España en particular, a cualquier persona o incluso a cualquier cosa. Luego se preguntará usted que por qué España va mal, y aullará, se rasgará las vestiduras y acusará y maldecirá, sin molestarse en ponerse delante de un espejo. Ya hablaron de esto Cicerón y Santayana.

Última edición: 6 meses hace por Aliena
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