05/05/2024 06:56
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Aunque yo sea de Pamplona, los «San Fermines» son unas fiestas a las que no acudo ni harto de vino. Entre otras cosas porque aborrezco en gentío y el griterío me resulta insoportable.
Creo recordar que mi último encierro lo corrí a los 18 años antes de mudarme a Londres, y desde entonces, en pocas ocasiones he vuelto.
Solía ser una fiesta en honor al patrón de Pamplona, San Fermín, cuyo verdadero simbolismo se ha perdido y desvirtuado de una forma abismal. Lo han convertido en una especie de verbena de alcohólicos anónimos disidentes y circo donde acuden los gamberros internacionales y patrios para poder emular a los perros y mear en cada esquina.
El alegre frotarse con otros canidos pulgosos, beberciar como si no hubiera un mañana, mientras ves como se degrada todo a tu alrededor, ya te digo que no me gusta. Observar manadas de cabestros sueltos y vacas potolas despendoladas, mientras un sólido aroma a calimotxo con meado se apodera de la agradable capital del antes orgulloso reino de Navarra, no es para nada de mi apetencia. Feo y feas de paseo. Mejor ni acercarse.
Pero no siempre fue así.
No me extenderé demasiado, pero daré algunos datos que algunos podrán entender. Empieza el día seis (de julio, que anteriormente era el mes 5) y se sueltan seis toros bravos a los cuales se les acompaña durante casi 900 metros. Obviamente, nadie aguanta toda la carrera, sino que tan solo se incita al toro durante algunos metros. Es una burla al simbolismo ancestral del toro y en honor al santo patrón cristiano.
Sí, has escuchado bien, una mofa, una provocación, un desafío, como lo eran y son, las corridas de toros.
En algunas culturas ancestrales del Oriente Medio , como la Cananea, la Cartaginesa o la Fenicia, se adoraba a una deidad denominada Baal, representada como un toro.
Baal o MOLOCH (מַלְכָּם‎), exigía sacrificios humanos, especialmente la inmolación de inocentes niños como parte de sus sangrientos y atroces rituales sádico-mágicos.
Estos sacrificios se realizaban en altares dedicados a este demonio astado, que eran hornos o estructuras metálicas calentados a temperaturas infernales, donde se introducía a los niños recién nacidos o un poco más mayores como parte de un horrendo intercambio esotérico.
Se entregaba lo más querido y preciado al espíritu infernal, con la intención de conseguir ciertos beneficios o recompensas por su parte.
Y es que Jehová tiene una muy particular y sensible pituitaria:
Levítico 1:9, donde se describe el ritual de los holocaustos y se dice: «Y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote quemará todo en el altar, como holocausto; ofrenda encendida de olor grato a Jehová.»
Aquí Mauro Biglino – al cual yo conozco personalmente – explicando algunos detalles de los sacrificios de los cuales se habla en la Biblia (minuto 3:40): https://www.youtube.com/watch?v=pjnrbKa1Usc
Se puede observar esta brutalidad por parte de los antiguos israelitas en el libro del Levítico (levítico 18:21) o en el libro de Jeremías (jeremías 32:35) por ejemplo.
Jeremías 32:35 (Reina-Valera, 1960):
35 Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom*, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.
*El Valle del Hijo de Hinom, también conocido como Gehena,  se encuentra al sur de Jerusalén, en la región de Judea. Históricamente, se utilizaba como un paraje donde se practicaban sacrificios humanos en el antiguo Israel.
En la actualidad, podríamos situarlo al suroeste de la Ciudad Vieja. Es un valle geográfico que ha sido identificado con la zona conocida como Wadi er-Rababi, aunque existen diferentes interpretaciones y debates sobre su ubicación exacta. Este valle se extiende desde el Monte Sion hasta el Valle de Cedrón.
¡Viva San Fermín! (el santo y su simbolismo, que no la repulsiva mamarrachada de la actualidad, donde  los kilikis /cabezudos y los cornudos, son demasiados)

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REDACCIÓN
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Surreal

Todos los líderes políticos, bancarios, mediáticos, judiciales, religiosos, sindicales,… vendieron su alma al diablo para jodernos mejor

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