21/11/2024 15:15
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El Doctor Luis M. Benito batallador significado por su honra profesional  en estos tiempos de confusión y sumisión de tantos a las manipulaciones de los más oscuros poderes, hace también un llamamiento para que acudan a la manifestación de hoy, a las 17 horas en Madrid, todas las personas comprometidas con una sociedad libre, dejando al margen las diferencias entre ideas y actitudes para marchar con una única voz.

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Hakenkreuz

Doctor L. M. De Benito:

En referencia al covid chino y las inoculaciones.

Como miente China y sus genocidas dirigentes comunistas propagadores de la peste actual, como miente la abortista genocida OMS, como mienten los líderes políticos genocidas y abortistas de la Unión (soviética) Europea, como mienten los gobiernos nacionales de multitud de naciones y sus políticos sean del signo que sean (ora morirán tres o cuatro, ora las funerarias y tanatorios abarrotadas de cadáveres y féretros con familiares sin poder despedir como Dios manda a sus muertos), todos cómplices de genocidio, como mienten medios de comunicación de masas de cualquier signo (coronavirus oé, coronavirus oé, y hacer la «vida imposible» a los que no nos inoculamos ni encadenados), cómplices de genocidio, como mienten «científicos» (o hechiceros) de las farmacéuticas (y sus millones de accionistas enriquecidos) o de su chiringuito sanitario oportunista (con su «medicina» «alternativa»), como mienten burócratas (a mí plím, yo duermo en picolin pagado con mi nómina que no me la toquen), funcionarios, empresarios (hasta el las pandemias se puede hacer «negocio» mientras el Señor no expulse a éstos de su templo), sindicatos y patronales, incluso hasta obispos (Dios mío, líbranos de estos falsos siervos tuyos), como la mentira es emperadora de este mundo, por lo que ve hasta un ciego, solo nos queda una cosa, confiar plenamente en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, santísima Trinidad con pleno abandono en la Divina Providencia (Hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo. «No se haga mi voluntad Padre, sino la tuya»), y en nadie más con plena certeza. Y, por ello:

Ante cualquier pandemia o tiranía embustera inoculadora de miedos, ante cualquier virus o solución final inyectada, ante los partidarios de la eutanasia mercantil o roja, ante todos ellos, rechazo total. Ni «vacunas», ni inoculaciones, ni confianza ninguna en quien asesina con eutanasia y con afirmaciones de que «sobra gente en el mundo» (que empiecen a eliminarse ellos dando ejemplo).

¿Nos pueden aniquilar a toda la población? Sí, seguro que pueden hacerlo. Medios les sobra, escrúpulos ningunos (si se asesina al no nacido, como dijo la santa M. Teresa de Calcuta, ¿qué no harán con otros?). Pueden envenenar el aire que respiramos, el agua que bebemos (ni una sola fuente escapa a su control salvo que Dios lo impida), la tierra de la que obtenemos el alimento de cada día, las plantas, los animales, pueden hacer el mal extremo que quieran con nosotros si tienen el poder terrenal, salvo que Dios lo impida. Siempre habrá vendidos al poder que por un plato de lentejas contribuyan al genocidio, pues no hay libertad sin conocimiento de la verdad (que es Dios y nadie más). Y hoy, el rechazo a Dios es aterrador.

Como nos pueden asesinar a todos sin excepción, porque el príncipe de este mundo y sus vástagos tienen el poder (quizá por habérselo otorgado ingenuamente los que no lo son, como Eva y Adán concedieron en creer en quien miente), lo que toda persona sensata ha de hacer es rechazar la mentira y a quien la propaga, pero sin contemplaciones y sin miramientos, con absoluta intransigencia. Fuera todos esos que mienten, y, por tanto, sirven al padre de la mentira, satanás. No hacer caso en absoluto de ellos. Confiar solo en Dios. Jesús, en Tí confío.

¿Por qué? Pues porque hay una cosa que sí que es clara e inequívoca: aunque la gente ya no cree en satanás (el demonio) y en el infierno, a pesar de toda la evidencia (fruto del árbol), el demonio hay un poder que no tiene sobre nosotros. Y ese poder es el de llevarnos al infierno salvo que demos consentimiento para ello. Del mismo modo Eva no fue asesinada directamente por el demonio en el Paraíso, no. Eva dio consentimiento al padre de la mentira para aceptar la mentira desconfiando de Dios, lo cual la llevó a la muerte a ella y, luego, a Adán. Por tanto, si nos fiamos del mentiroso, corremos el riesgo de sufrir la segunda muerte o infierno eterno. Por ello, lo más sensato que una persona puede hacer, hoy más que nunca, no es recurrir a médicos por la «verdad» ni a políticos «honestos», ni a medios «veraces» o «expertos» que nada solucionan, salvo su situación económica, sino recurrir a Dios, porque el demonio puede llevarte a la muerte en cuerpo y alma, puede llevarte a la gehenna de fuego (infierno) solo si uno da su consentimiento por aceptar la mentira. Por ello, considero que no va a exterminar el demonio al mundo entero, porque el demonio no quiere llenar el Cielo de mártires y el Purgatorio de los que ya tiene bien atados por su insensatez y soberbia de no acogerse a la Infinita Misericordia de Dios, que no desprecia jamás al que se arrepiente humilde y sinceramente (como al ladrón arrepentido en la cruz). Dios jamás desecha un corazón arrepentido. Más bien intentará el demonio que demos consentimiento a su plan para arrastrarnos en cuerpo y alma al infierno por nuestra propia falta de fidelidad a la verdad y por dejarnos seducir por la mentira. Por ello, considero que no inocularse es la forma más prudente de proceder en cualquier caso. Si nos matan, no seremos culpables ante Dios de habernos dejado seducir por la «medicina moderna». Al fin y al cabo, el veneno viene de China, cuyo gobierno rojo es culpable aunque el mundo sea indulgente con ellos por puro interés económico (no se puede servir a Dios y al dinero), vástagos de satanás ateos cerriles y perseguidores de cristianos. Si no nos matan, seguiremos como siempre. Los católicos no podemos olvidar nunca que no podemos sustituir el ¿Quién como Dios? por el ¿Quién como la Bestia?. Sea o no la marca de la bestia la tal inoculación (y Dios quiera que no), mejor no tentar a Dios (la marca de la bestia en la cabeza es la política, muy difícil de erradicar de la mente, y la marca de la bestia en la mano es el voto, consentimiento dado a incontables maldades. Ojo a esto). La vida ha de preservarse mientras Dios no nos la exija para la salvación de nuestras almas y las de otros. El martirio no es una desdicha, sino una de las mayores glorias rendidas a Nuestro Amadísimo e Infinitamente Bueno y Misericordioso Dios, Nuestro Señor.

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