21/11/2024 16:38
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Ante la parálisis de una nación entera y ante la complicidad y el silencio del conjunto de las instituciones, incluida la más alta, ¿ qué le puede faltar ya a Sánchez sino el ponerse la corona del rey Felipe VI en su frente? De tal manera actúa Pedro Sánchez en presencia del Rey, que éste parece el vasallo y aquél el monarca, porque lo reverencia lo mismo que a su caballo, si lo tuviera, y como nunca se quita del foco, es en la corte el más notado. Y todo ello lo debe a su soberbia, además de que, por no haber leído lo suficiente, ni siquiera lo imprescindible, en este caso a Lope de Vega, ignora que «es el respeto razón de toda razón de Estado».

Muchos de los que hace seis años, se entusiasmaron con el discurso del Rey contra el separatismo y que no dejan de recordárnoslo como homenaje a la Corona, son los que dicen que el Rey no puede hacer nada, porque la Constitución le ata. ¿En qué quedamos? ¿Puede o no puede el Rey oponerse a los traidores, como hizo en octubre del 2017? Quienes advierten que ante la extrema degradación de España el Rey no puede hacer nada son sospechosos de complicidad con la estructura despótica y criminal del Sistema. Quienes subrayan la inequívoca imagen de un Rey atado de pies y manos debido a la Constitución es porque o son pusilánimes de corazón, o son leguleyos que se la cogen con papel de fumar o interpretan el Derecho a condición, o porque les interesa que todo siga igual.

Y, aunque así fuera, aunque estuviera atado de pies y manos, que no es verdad, los españoles nos encontraríamos en una situación inexplicable, por esperpéntica. Y tendríamos que preguntarnos y preguntar a los instalados y a los garantistas: ¿sólo el Rey está obligado a respetar lo que nadie respeta? Todo el mundo ciscándose impunemente en la famosa -por equívoca y puteada- Constitución, dando diarios golpes de Estado de toda clase y naturaleza, promulgando leyes y firmando decretos abominables y liberticidas, aceptando la centrifugación nacional y la invasión sistemática de las fronteras, consintiendo la violación de sus mujeres y la perversión de su infancia, arrastrando la bandera y la patria por el fango, vendiendo el país a sus enemigos…, pero ¡cuidado! El jefe de Estado, el Rey, no puede hacer nada, ¡porque se lo impide la Constitución! Que es precisamente la Constitución más corrompida y degradada de la Historia de la Infamia. Es decir, ¡la Constitución, desflorada permanentemente por toda la cohorte de advenedizos y tramoyistas sólo ha de mantenerse pura y casta ante el Rey!

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¡Ya está bien! ¿Cómo es eso de que un jefe de Estado no puede hacer nada? Y más ante la violación constante de su Carta Magna. ¿Quién puede entender o creer semejante y dañina estupidez? El Rey de España, si quiere, puede hacer todo -moral y administrativamente, directa e indirectamente- para liberar a la patria del crimen. Como lo hizo hace seis años. Otra cosa es que lo consiga o no antes de inmolarse. Pero poder, puede. Y debe. Todo es cuestión de conciencia y patriotismo. Y si no lo hace es porque ha preferido interpretar voluntariamente el papel de un rey de palo. Ser un bochornoso juguete en manos de la canalla política y judicial. El sabrá por qué. Y la Historia se lo demandará.

El caso es que España es un cenagal, y nada mejor que el cieno para vivir los gusanos. Cuatro -o cuatro mil- mangantes de uno y otro color y de unos y otros estamentos oligárquicos se han apropiado del Estado, y su objetivo se limita a tratar de llevarse las mayores y mejores tajadas en el reparto del botín. Y por culpa de estos viles acabará corriendo la sangre como corren los arroyos en las tempestades.

Los instalados, incluidos los de las derechas, si leen esto, se llevarán las manos a la cabeza escandalizados, exclamando que no es sino la exageración de un conspiranoico. Son los mismos hipócritas que hace casi dos décadas, ante la deriva separatista de catalanes y vascos renegados, satirizaban a los que advertían del peligro, diciendo: «No se haga demasía de lo que son meras transacciones políticas. Por estas inofensivas operaciones los fachas quisieran ya sacar los tanques a la calle». Y así estamos y nos vemos, manejados por la doblez de los tartufos.

¡Ay de ti, España, si sigues cayendo en el enredo y vuelves a creer a quienes te llevan mintiendo democráticamente y enriqueciéndose a tu costa, y no lloras y peleas noche y día por tu gravísima situación, que no se resuelve con falsas investiduras y falsos discursos congresuales que dicen hoy lo contrario de lo que dijeron ayer y que prometen para mañana lo que no han cumplido hasta hoy! ¡Ay de ti, España, si aceptas habilidades y prosopopeyas estériles, verbosidades excesivas y vacías, todo ello inútil para el provecho de la patria, porque seguirán viendo tus ojos el triunfo del crimen, de la traición y de la soberbia! ¡El crimen que la antiespaña lleva décadas cometiendo contra ti!

Pero, por desgracia, muchos son los que se dejan engañar por los rostros barnizados por fuera. Por desgracia, la verdad no es la misma para todos, y las falsas apariencias aún seducen a tantos millones que toman la purpurina por plata. Muchos son los ciudadanos inconsistentes que premian a la inconsistencia, y aunque la mentira es bien mezquina y en cuanto la miras atentamente al trasluz se transparenta, la multitud aún sigue idolatrándola. Y con ella a sus dueños.

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El caso, como digo, es que esto no parece tener solución a corto plazo. Hemos llegado a un punto en el que la única solución la tiene el pueblo, la sociedad civil, pero el pueblo está dormido y corrompido, y la sociedad civil, la masa crítica, no encuentra líderes, ni fórmulas, ni verdadero deseo -o necesidad- de oponerse a los forajidos que la asaltan diariamente. Lejos, pues, está el remedio, si no lo envían los cielos. Si la Providencia no se mueve a piedad, ¡ay de ti, España!

La cuestión, en resumen, es que Sánchez ha decidido, por exigencia de sus amos y por gusto propio, pasar a cuchillo a los españoles libres y a la patria, y ello será el crujir de dientes de niños y hombres y mujeres de bien. Y como esto no puede ignorarlo el Rey, pero nada hace para impedirlo, pues ningún favor parece negar a Sánchez, ¿ qué quieres, amable lector?

Pero es cuando el malo, los malos, muestran su iniquidad en abusos y maldades de todo tipo, en cobardes intrigas, en abyectos engaños, ejercidos en el amplio círculo de impunidad que les protege, o cuando oprimen pueblos o precipitan a millones de ciudadanos en la desgracia y hacen correr la desesperanza y la sangre, es precisamente entonces cuando los espíritus libres no dejarán de pelear por la libertad y la verdad -esas palabras tan desgastadas-, porque en la lucha por el bien y contra el mal se acrisola la dignidad humana.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Geppetto

Cuanto mas se estudia lo que sucede en España menos se entiende lo que sucede porque vamos a ver ¿Que ha cambiado en Zarzuela para que el mismo personaje que con firmeza defendio la unidad nacional ahora trague mansamente que la rompan delante de sus narieces y lo que es peor la avale con sus firma?
El Psoe ha vuelto por donde solia y tras radicalizar a sus juventudes ha decidido romper España de la mano de sus seculares secuaces, los separatistas y los comunistas y como esta vez no tiene a nadie enfrente, es posible que lo consiga.
Al final de todo esto se atisba una sola cosa VIOLENCIA

JCrespo

El Rey si puede hacer. Y mucho.
Sánchez puede saltarse la Constitución, con trucos y sin trucos, para con sus acciones perjudicar a España, sin embargo el Rey, en contra de un ataque España y los españoles, se debe atener al milímetro a lo que, supuestamente, dice el Panfleto? En el caso terrible de que tuviera un «desliz constitucional», qué le pasaría? Habría cárcel para él? Un personaje con inviolabilidad y que actúa a favor de los que quieren y están destruyendo a España no tiene escusa posible, y menos siendo su Jefe del Estado.

Toni

De verdad. Acudir al Felipe VI porque «puede hacer algo» o «no puede hacer algo» (discusión bizantina del si son galgos o podencos) es como decirle al bombero pirómano que apague el fuego: que puede porque «es bombero», que no puede porque «no tiene agua». Felipe es parte del Régimen y está para salvar al Régimen sin importar la forma política federal, confederal. Todos semos, todos chupemos. Es la clave del Régimen. Olvídense de Felipe, que es garantía de que se producirán cualquier cosa que sea necesaria para la continuidad del Régimen y salvación de toda la panda de chupopteros y sinvergüenzas, aunque suponga la destrucción de los españoles y sus familias continúe. Fíjense, ahí están los salvadores, la resistencia, Vox siempre loando al Felipe de la chapa 2030 en la solapa, al de la masónica Jarratera. Eso sí, eh, que quede claro: vox está contra la Agenda, y contra la masonería (es ironía).

aliena

Que el Felpudo hace lo que le mandan y, en aquel momento, le mandaron encabezar las manifestaciones – que habían sido ESPONTÁNEAS – para reconducir a la plebe y que no se exaltase más de al cuenta. Así volvió la tranquilidad, y lo mismo Sánchez, que Borrell, que Álvarez de Toledo, que Vargas Llosa, pudieron seguir por su camino de destrucción de forma implacable.

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