21/11/2024 14:42
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Se nos intenta hacer creer, que Elon Musk, el de Twitter, es una especie de patriarca de la libertad de expresión y muchos, se creen esa panfletada.
Cierto es que en Twitter se puede uno sentir más libre que en cualquier otra de las redes sociales donde todo el mundo se enreda a todas horas.
A mí, la alubia despeinada y caracaballo Susan Wojcicki, ex CEO de YouTube, me borro 200 videos sin explicación alguna. No solo eso, sino que hizo desaparecer mi canal con 20,000 subscriptores (que ya eran muchos para lo que despachaba por aquella época), y me han vetado poder abrir ninguna cuenta más, ni cambiando los e-mails.
«Malo, malo. Dices cosas feas». Eso debió pensar el censor analcoiris progre que dio a la tecla de «te callas» cuando silencio mi supuesto derecho de expresión.
Algún inocente aún considerará que eso de libertad de expresión existe.
¿Es Twitter un oasis de permisividad?
Pues siento arruinar la fantasía, pero no. Hay cosas que no puedes decir en Twitter porque si no te castigan cara a la pared como si fueras un nene revoltoso y gamberrete. O mejor aún, te apagan y ya está que es más fácil.
¿De qué no se puede hablar?
Lo resumiremos en 3 puntos clave que por cierto son innombrables en cualquier medio relevante, oficialista o cercano. Estos:
1.-El cuentito victimista es completa y ridículamente falso. Vamos, más falso, que lo de la excursión a la luna en el 69.
2.-El alemán y su banda eran los buenos en realidad.
3.-Las indigestas y venenosas alubias son las causantes de la intoxicación de toda sociedad y de la humanidad en bloque.
Ni en Twitter, ni en ningún otro lado que no sea algún medio valiente, no pringado ni infectado por sus tóxicos e infectos tentáculos sionistas .
Es que esto no se puede ni nombrar. Lo mínimo es tarjeta roja y  expulsión. Si alguien te tomara en serio, pues  te envían al gulag, y como fueras alguien con cierta relevancia, te hacen una visitita para convencerte de que no es lo que tú piensas. Si insistes y te pones pesado, te enviarán un pésame cuando te suicides involuntariamente.
¿Quién es el tal Elon Musk?
Yo que soy un tanto aficionado a la etimología y a desgranar nombres, este me lo han puesto a huevo:
El – on  Musk (que suena como mask que es máscara).
El que lleva puesta la mascara, vamos.
Y es que tienen que reconducir a la resistencia para que no se descarrilen demasiado y lleguen a entender todo el engaño. Para ello necesitan a pastores disfrazados de «salvadores» que conduzcan a los descarriados nuevamente al corral.
Me vais a perdonar, pero yo no me creo nada de nadie y cada día menos. Ni me cuadraba el tal Trump en su día, ni su amiguito «Q», ni me fio del tal Musk, ni tampoco del críptico y supuestamente cristiano y salvador de los blancos, Putin.
¿Qué me puedo equivocar?
Claro que puedo equivocarme como se puede equivocar cualquier hijo de vecino. Pero prefiero equivocarme por no fiarme, que me la metan doblada y por detrás, por haberme fiado de algún espejismo bien ingenierizado.
Y es que ahí le doy la razón a Descartes, a San Agustín y a Cicerón:
«Dubium sapientiae initium.» (Latín) – «La duda es el principio de la sabiduría.» – Descartes
«Dubium rectius quam caecum sequere.» – «Es mejor seguir la duda que la ceguera.» – San Agustín
«Dubitando ad veritatem pervenimus.» – «Dudando llegamos a la verdad.» – Cicerón

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REDACCIÓN
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