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A estas alturas, todo aquel que haya leído mis libros, y el que cierra la trilogía referida a educación y nacionalismo con el actualmente editado por SND editores, titulado La larga sombra de Sabino Arana. Adoctrinamiento, lengua y separatismo en la escuela; ha podido extraer la conclusión de que una de las columnas vertebrales del nacionalismo secesionista, y de quienes quieren balcanizar nuestra nación desde inteligencias enemigas a España, es la inapropiada llamada “educación”.
En esta ocasión me voy a centrar en un reptil que ha ido serpenteando, venciendo dificultades, y logrando de forma pertinaz y con empeño digno de una causa diabólica, romper la Nación. Una nación constituida en su unidad territorial por Recaredo, y que ahora unos irresponsables quieren destruir, aún siendo conscientes –pues no sufren ninguna lobotomía ni padecimiento mental aparente- del daño que producen a sus ciudadanos. Muchos de éstos tienen la razón obnubilada por la emoción, y no llegan a vislumbrar los padecimientos que seguirán a la destrucción de España y su unidad constitucional. Desconocen lo que es la falta de libertad bien porque no han vivido bajo una dictadura explícita, aunque sí latente, o porque han sido parte activa de un régimen en el que unos tienen la sartén por el mango y otros son súbditos bajo el silencio de los corderos, o de las sepulturas, como en el País Vasco hasta hace no mucho. Cuando ellos mismos sean víctimas de regímenes tiránicos por poderes no sometidos al dictamen soberano del pueblo serán conscientes del daño que han hecho, y sufrirán sobre sus carnes sus propios errores.
Se ha escrito mucho sobre el “arrepentimiento” de Sabino Arana en los últimos años de su existencia. Cuando, incluso, sufrió prisión. Dando por hecho que su enfoque españolista último fue un reconocimiento de errores. Nada cierto en ello.
Tengo un documento de un tal “Joala”, apodo de José Antonio de Arriandiaga, a Engracio de Aranzadi, que es una carta publicada en el diario Euskadi el 23 de julio de 1922, que revela las verdaderas intenciones de Sabino Arana, que, sin duda, han dado resultado casi cien años después:
La transcribo:
“Muy Señor mío:
Allá por el mes de agosto, escribía V. una carta proponiéndome un proyecto de venta o de publicación de ‘Patria’ por las calles de San Sebastián. Dignóse V. contestarme, y me decía al fin lo siguiente: ‘Digame con absoluta franqueza cuanto sobre este delicado asunto se le ocurra’, refiriéndose a la proyectada evolución al españolismo.
Sin detenerme un momento traté de contestarle a V. y escribí lo que a continuación verá V.; pero deseando quedarme con la copia, se me han ido días y días sin determinarme a ello. He ahí la razón de mi tardanza.
Y a buen seguro que tampoco hoy me hubiera puesto a ello, si no acabase de decirme Fabián de Izpizua que Luis Arana les dijo ayer en Guernica a Angel Zabala y a él, que cuando leyó que el Partido nacionalista iba a convertirse en españolista escribió a Grijalba diciéndole que se fijase bien en si Sabino se hallaba loco o no.
Esto me ha dolido, porque se ve que Luis cree, y así lo dijo ayer, que en donde nació la idea fue en la cárcel cediendo a tales o cuales circunstancias.
He tenido, pues, la ocurrencia de escribirle a Luis que no es así, y, en prueba, le remito lo que para V. tengo escrito desde el 22 de agosto.
[…]
¿A qué obedece, en D. Sabino, la determinación de matar un partido y fundar otro? ¿Al deseo de salir bien de la causa de que se hallaba pendiente? No; puesto que en diciembre, o sea cuatro o seis meses antes de su encarcelación, me dijo que, dentro de poco tiempo, íbamos a convertirnos en españolistas, y que, para ello, iba a dar a luz un Programa, el cual según él creía, haría mucho ruido entre gallegos, asturianos, etc; y sería por ellos aceptado con mil amores; esto aparte de que en el País vasco haría el efecto de convertir en nacionalistas a todos, que era lo principal. Mucha fue la viveza con que me hizo esa revelación.
Le pregunté, entonces, si ese Programa sería como el catalanista de Manresa y se me rió, porque, sin duda, supuso que yo me formaba una idea muy desventajosa de su futura obra.
Procuré, a fuerza de preguntas, enterarme de algo, pero no obtuve más que estas dos respuestas: una, que sean jueces en cada país sus hijos y no los extraños; y otra, que el servicio militar sea cumplido sin salir del país de cada uno; y súbitamente se calló como pesaroso de haber soltado prenda.
¿Qué se deduce de ahí? Que la evolución al españolismo fue concebida por él en el más completo goce de su libertad individual y en libérrima posesión de todas sus facultades cerebrales.
El haberla anunciado desde la cárcel hizo sospechar malamente de él, siendo así, como acabo de decirlo, que cuatro o seis meses antes de su encierro ya lo sabía yo, aunque ello nada me dió que pensar, puesto que no analicé debidamente sus palabras ‘vamos a convertirnos en españolistas’ pues no se me ocurrió que el Nacionalismo padeciera nada violento y mucho menos que se tratase de su muerte, sino que, al fin y al cabo, se trataba de un ardid que, como brotaba de tan privilegiado cerebro, había de ser ingenioso.
[…]
Hénos, pues, frente a un jeroglífico. Voy a intentar descifrarlo.
No es posible que tan perfecto caballero, tan gran patriota y hombre de tan suprema inteligencia, Padre del Partido nacionalista, por cuya vida ha estropeado, hasta no poder más la suya, nos proponga la muere de esta idea y nos induzca a que profesemos su contraria por arrepentimiento y porque haya adquirido la nueva convicción de que la verdad la representa el españolismo y no el Nacionalismo.
Nada de eso.
[…]
¿Cuáles son los futuros propósitos del Partido Nacionalista?
Lanzarse a la guerra, como único medio, en demanda del triunfo; pero, para ello, necesitaba dos cosas:
1º.- Propagación de doctrina y 2º.- en consecuencia, formación de ejército.
Propagación de doctrina.- Más de diez años que se la cultiva, ¿y qué prosélitos ha adquirido? Ocho mil, quince mil; total, una miseria.
Es evidente que al paso que vamos se habría menester treinta, cuarenta, cien o más años para lograr que, así como la mayoría del País llegó en un tiempo a ser carlista, llegase a ser nacionalista. Y dada la invasión que de día en día se acentúa. ¿Habría ya vascos dentro de cien años?
[…]
2º.- Formación de ejército.- Solo parte de Bizcaya conoce el nacionalismo; en cambio, ni Guipuzkoa ni Nabarra, ni Alaba la conocen. ¿Cuánto tiempo se necesitará para que lo conocieran los cuatro y llegasen a formar cuatro respectivos ejércitos nacionalistas, a la manera que conocieron el carlismo y formaron cuatro respectivos ejércitos carlistas?
Además: ¿Qué ejército sería indispensable para conseguir la independencia? Cuando menos, de treinta y cuarenta mil hombres; y, aun con ello, ¿se conseguiría lo deseado?
[…]
Y ahí está el quid de la cuestión; en esa desproporción entre ellos y nosotros. Y la solución solo está en que desaparezca esa desproporción. ¿Cómo?
Dándole un plan político a España que lo divida en trozos mil haciéndole perder la cohesión que entre sus regiones existe.
Y ESA ES LA EVOLUCIÓN AL ESPAÑOLISMO
¿Qué cómo? Pues deseando que el regionalismo prospere en nuestro País y cunda por España, estableciéndose pleitos y contiendas entre las diversas regiones o aislándose unas de otras de modo tal que no les importe la totalidad de España. [El subrayado es mío]
¿Y quiénes son los más interesados en que así suceda sino nosotros mismos? Por consiguiente, a la manera que aquí hemos propagado el Nacionalismo vasco sin conseguir la suficiente unión, propaguemos ahora el regionalismo vasco-españolista para que sea engendrador de diez, veinte o más regionalismos españoles y para que forme entre nosotros la deseada unión vasca que, fácilmente, por miras egoístas, habría de ser convertida en separatismo vasco.
¡Hagámonos, pues, españolistas con toda nuestra alma si hemos de ver triunfante al Nacionalismo vasco!
Empecemos, nosotros a ser regionalistas, y al ver nuestro hermoso Programa (porque, de hermoso no hay duda) ha de cundir, también entre ellos, el mismo espíritu, y de ese modo ha de conseguirse la debilitación del conjunto hispano y se nos ofrecerán coyunturas para ir intensificando más y más nuestro regionalismo hasta llegar a renegar de toda unión con las DEMAS (no se ría V.) regiones españolas; y el poder que hoy nos opone y que hace imposible nuestra independencia, se vendría por los suelos.
[…]”
De lo que se deduce que el único partido político que está consiguiendo su programa de forma astuta, sagaz, con paciencia de amanuense, es el PNV. Ese es el efecto de la España de las Autonomías. Conseguirán la desconexión pactada mediante el ejercicio de la traición de los mandiles de Cataluña y País Vasco, y luego vendrán las demás. Y se logrará lo que fuerzas extranjeras han ido pergeñando: el despedazamiento de España y por ende de Europa. En ello se andan los que llevan la insignia esa redondeada en la solapa.
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