23/11/2024 10:54
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Continuamos con el libro Queipo de Llano: gloria e infortunio de un general, de Ana Quevedo & Queipo de Llano, nieta suya. Los episodios anteriores están aquí.

Llegada a Marruecos:

El vapor Puerto Rico lo desembarcó en el puerto de Melilla el día 5. A partir de este día estuvo continuamente en campaña, familiarizándose desde el primer momento con la guerra africana y la manera de luchar del enemigo, que estudiada y comentada con los compañeros, no le resulta extraña sobre el terreno, acostumbrado como estaba a la de guerrillas de Cuba. Nada es distinto; sólo el entorno varía: lo que allí era una vegetación exuberante, es aquí calor, piedras, polvo.

La sed será para él el gran adversario: acostumbrado a saciarla en cualquier humilde arroyuelo, por sucio que sea, en África el agua se ha convertido en el gran terrible problema.

Mi padre, Juliano Quevedo de la Rasilla, que después formará parte de este relato, se incorporó a esta contienda falsificando su partida de nacimiento a la edad de dieciséis años; contaba la desesperación con que, al amanecer, acudían todos con las lenguas hinchadas por la sed a lamer las rocas, para recoger de ellas la humedad y el frío que dejaba el relente de la noche del desierto.

… al baño diario de su teniente, que se hacía traer agua en barriles a lomos de borricos, mientras sus hombres se deshidrataban, pues carecían de la ración mínima precisa; agua que tras sus abluciones se vertía en la tierra ante los ojos de aquellos desdichados, que, utilizada o no, habrían deseado bebería.

 

Difícil de creer… Viaje de un año a Argentina y vuelta a Marruecos:

 

… se le propondrá marchar a Argentina, a fin de estudiar, a los fines militares pertinentes, el desarrollo de la riqueza pecuaria de esta región. La idea le entusiasma y colma su espíritu aventurero. Puesto que en África, en la guerra, no hay destino para su mando, considera que puede prestar mejor servicio a su patria adquiriendo nuevos conocimientos que, en España y para la Caballería, son tan necesarios, mientras que, además, la misión en sí misma le atrae extraordinariamente: en ella se combinan su pasión por los viajes y el descubrimiento de nuevas culturas con su pasión por los caballos y su afán de aprender siempre algo nuevo. Partirá en junio de 1910 para regresar en marzo de 1911.

Al volver a Madrid es ascendido a comandante, lo que cree que le posibilitará volver a lograr un mando en África, cuya situación conoce bien por seguirla atentamente; lo desea intensamente, llevado de su ansia de servicio a la patria. No se cumplirán por el momento sus anhelos, pero entretanto nacerá el hijo tan deseado.

Sus ansias de servir al país donde considera que puede ser más útil van a verse cumplidas al ser destinado al Regimiento de Cazadores de Victoria número 28 de Caballería, y dentro de él al grupo de tres escuadrones que este cuerpo tenía destacados en Alcazalquivir. Vuelve a Marruecos el 22 de septiembre de 1912, donde éstos tienen su sede en Larache. Tomará el mando de los mismos y, con ellos, dada la inseguridad que reina en el territorio, saldrá a pasar revista y estudiar la situación en que se encuentran los destacamentos formados por los valientes jinetes de las mías montadas de Alcázar y de Arcila Adiz, que han sido puestos también bajo su mando; una vez tranquilo en cuanto a la situación de éstos, continuará viaje hasta Alcazarquivir, donde queda provisionalmente al mando del grupo, hasta la llegada del teniente coronel, ausente, que lo ostenta, momento en el que se encargará de las tareas y misiones propias de su empleo.

 

Carga de Alquazarquivir y ascenso a Tte Col:

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Se hablaba de «la carga a lo Queipo de Llano», en la que tanta experiencia había alcanzado en Cuba.

la carga de Alcazarquivir, última de las cargas de caballería de la historia; aquélla en la que por última vez los enemigos lucharán frente a frente, hombre contra hombre, sable contra sable y caballo contra caballo. Será la última vez en la historia en la que el aire se llene con el grito «a la carga» y tiemble el suelo y se estremezca con el retumbar de los cascos.

… el comandante Queipo de Llano, ducho ya en el arte de la estrategia y en la forma de luchar de los moros, solicitó del jefe de la columna, coronel Fernández Silvestre, autorización para salir al llano, a fin de atacar al enemigo por la espalda, táctica que los desmoralizaba al verse cortada la retirada.

El propio Díaz Bellini felicita a Queipo expresándole su gratitud por su arrojo al enfrentarse al enemigo con tan escasas fuerzas, pero asegurándole que ha salvado la plaza, ya que las harkas se han retirado de ella tan pronto como han visto a la caballería amenazando su retaguardia, para ir en su defensa, y que él mismo ha exclamado un «Gracias a Dios», cuando ha avistado a las tropas del comandante Queipo de Llano atacando. El heroico hecho de armas que supuso la salvación de esta ciudad costó a Queipo diecisiete hombres muertos y dieciséis heridos; pero el enemigo había quedado completamente derrotado y en fuga.

Ha sido la de Alcazarquivir considerada como la última carga de caballería de la historia, y quizá fue el último episodio de esta índole, con antiguas armas y a la antigua usanza. Hoy es tan sólo un recuerdo de una manera de combatir.

El 30 de abril cesará en este empleo al ser ascendido a teniente coronel. Es nombrado juez especial para instruir la causa contra la Compañía de Mar de Larache y reorganizará las fuerzas de Caballería del territorio.

… dirección técnica de la Yeguada Militar de Smir-el-Ma, que fue propiedad del sultán pero que, abandonada por éste, se reproducía en estado salvaje. Amó siempre estos animales, a los que entendía y a cuyos lomos parecía formar un solo cuerpo con ellos, sabiendo obtener la mayor obediencia y mansedumbre desde la primera ocasión en que montaba aun el menos desbravado. De hecho, la doma de caballos era uno de sus pasatiempos favoritos.

 

Insuficiencia cardíaca:

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La causa de esta enfermedad será una insuficiencia cardíaca, no manifestada hasta entonces, pero que se descubrirá de la manera más inesperada.

 

  Se presentó en el regimiento por conocer su nuevo destino, aunque sin tomar posesión de él. En las cercanías de aquél se alzaba un altozano cuya subida era objeto de continuas apuestas. Los oficiales más jóvenes tenían establecido su récord en un tiempo cercano a los tres cuartos de hora. Sentado cómodamente entre sus compañeros y comentando este entretenimiento, contempló la altura, miró a los que le rodeaban y riendo dijo:

 

  —Yo apuesto a que soy capaz de alcanzar la cima en veinticinco minutos.

Esta fue la dolencia que, agravada con el paso de los años, le llevaría a la tumba.

 

Coronel y General, vuelta a África:

 

… Depósito de Reserva de Caballería en Lugo

… coronel y se le destina como disponible a la VII Región.

… Regimiento de Lanceros de la Reina 2.° de Caballería

… I Brigada de la I División de Caballería.

Cuando era coronel de este regimiento se produjo la visita del rey de Bélgica, ante el que desfiló Queipo de Llano al mando de su regimiento. Al pasar frente a la tribuna en que se encontraban los dos monarcas, dio el coronel la voz de «vista a la derecha». Posteriormente, don Alfonso le comentaría que el visitante quedó asombrado de su porte y vozarrón, y se interesó por su identidad.

general de brigada por elección, por lo que pasa a la situación de disponible con residencia en Madrid

… África, como tanto deseaba. Se le nombró segundo jefe de la zona de Ceuta

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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