21/11/2024 14:50
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No todos los papas anteriores al Concilio Vaticano II fueron santos ni actuaron de manera irreprochable como lo pregona siempre el Sedevacantismo. Es lo que pretende demostrar este artículo.

Giovanni Ferretti: Pío IX, convocó el primer concilio vaticano en 1869, con el propósito de definir como dogma de fe la doctrina de la infalibilidad papal. Esta última se basó en falsificaciones de documentos llamados “decretos de Isidoro», escritos en 845 en Reims (Francia). Decretales apócrifas, falsamente atribuidas a un tal Isidorus Mercator (confundido con Isidoro de Sevilla) que constituyeron una de las más importantes fuentes del derecho canónico medieval. El objetivo era permitir a la Iglesia ser independiente del poder secular. Los cristianos ortodoxos griegos se referían entonces a Roma como “La casa de las falsificaciones”. El rechazo de estos documentos culminó con la separación de la Iglesia ortodoxa durante el cisma de 1054. Este tema puede vincularse con él de las reliquias falsas toleradas por la Santa Sede durante siglos, llegando a contar más de 40 sudarios y 35 clavos de la pasión.

En cuanto al papa Sergio III (860-911), debido a que había ordenado el asesinato de sus dos predecesores inmediatos y por ser el único papa en tener un hijo ilegitimo que más tarde se convertiría en papa (Juan XI), su pontificado ha sido descrito como “triste y lamentable”.

En lo referente al “Concilio cadavérico” o “Sínodo del Terror”, se trató del juicio eclesiástico póstumo del papa Formoso, en Roma (897), promovido por el papa Esteban VI que le reprochaba haber accedido al papado ilegalmente. Esperpéntico episodio ya que su cadáver fue exhumado en estado putrefacto (había muerto 8 meses antes) y fue situado en un trono, con una corona sobre su calavera y un cetro en sus dedos esqueléticos. Al final fue declarado culpable y su papado retroactivamente nulo. Entonces, le mutilaron los tres dedos que había utilizado para impartir la bendición papal. El Papa Sergio III en 911, inició un segundo juicio, declarandolo nuevamente culpable. Los restos de Formoso fueron arrojados al Tíber “para que desaparecieran de la faz de la tierra”. A este episodio siguió una revuelta contra el mismo Esteban VI, que fue llevado a la cárcel, donde encontró la muerte por estrangulamiento.

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En 1861, Italia se unificó bajo la Casa de Saboya que ocupó el Vaticano en 1870. Desde entonces, el Vaticano atravesó un prolongado periodo de decadencia de 59 años en el que los papas se consideraban a sí mismos (según las palabras de Pío IX) «Prisioneros en el Vaticano». La salvación vino de la mano de Pío XI que no dudó a la hora de pactar con el mismo diablo.

En efecto, Ambrogio Damiano Achule Ratti en 1922 sucedió a Benedicto XV. La terrible situación financiera a la que se había visto abocada la Santa Sede desencadenó una plaga de ratas en el Vaticano. Sin ánimo de ofender a su Santidad, a algunos les pareció irónico que el apellido del papa fuera precisamente Ratti. La situación alcanzó un punto tan alarmante que ya no se guardaban hostias consagradas en los sagrarios. Pío XI, nada más ser elegido, hizo algo que no se había hecho desde 1870: apareció en el gran ventanal de la fachada de San Pedro para impartir la bendición urbi et orbe.

El 20 de enero de 1923, el cardenal Gasparri, secretario de Estado del Vaticano  mantuvo la primera de una larga lista de entrevistas secretas con un Mussolini ateo y anticlerical. En 1924, después del asesinato del líder del partido socialista: Giacomo Matteotti, Pío XI prohibio la alianza de los cristianos con los socialistas. El Dulce correspondió al favor subvencionando a instituciones eclesiásticas y eximiéndolas de obligaciones fiscales. El propio Pío XI declaró en alguna ocasión públicamente que Mussolini fue enviado por la Providencia divina, aunque paradójicamente decía en privado que era “un hijo del diablo”. En 1926, se estableció un concordato secreto entre la Santa Sede y Mussolini, cuando su emisario se entrevistó con Francesco Pacelli, hermano del futuro papa Pío XII. Este acuerdo consistió en la donación por parte del gobierno italiano de 90 millones de dólares. El 11 de febrero de 1929, se firmó oficialmente el contrato que literalmente llevó a la Santa Sede de la pobreza a la riqueza. El texto había sido impreso en el Vaticano por operarios a los que se mantuvo prisioneros hasta días después del 11 de febrero. El hecho de que la curia había hecho las paces con el fascismo fue del agrado de Adolf Hitler y del banquero Thomas William Lamont, agente de la banca Morgan, viejo amigo de Pío XI. Siendo Monseñor Ratti prefecto de la biblioteca vaticana, había gestionado la restauración de una valiosa colección de manuscritos coptos, propiedad de J.Pierpont Morgan.

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El dinero de Mussolini fue solo el comienzo de un Imperio económico que creció en poco tiempo. Pío XI creó la “ Amministrazione Speciale” poniendo al frente a Bernardino Nogara que no vaciló al implicar a la Santa Sede en toda clase de negocios: hasta en el uso de la usura (en el tratado de Letrán, la definición de usura fue modificada). Su nombre, escrito como “Bernardino Logara” figura entre las dedicatorias de la Biblia Satánica de Anton Lavey. Invirtió el dinero en acciones, industrias, inmuebles, divisas y oro. Se convirtió en el único funcionario vaticano que tenía total libertad para acceder al Pontífice a cualquier hora del día. Mantuvo su puesto hasta 1954. El dinero ganado terminaba en los depósitos secretos de bancos suizos.

En 1935, Italia invadió Etiopía: las empresas controladas por Nogara y financiadas por el Vaticano se convirtieron en los principales proveedores de armas y municiones del Ejército italiano. Si el Papa es infalible ex cátedra, puede que a veces la atracción del poder y del dinero sea tan fuerte que no se logra frenar.

 

Continuará…

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Claire Gruie
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Dum Spiro Spero

Falsedades enormes en el artículo, verdaderas barbaridades.
Los papas anteriores al CVII podían tener pecados, gravísimos, pero por los pecados personales no se deja de ser el papa. Pero falsa doctrina sí es incompatible con el papado.

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