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La batalla del Ebro, entre julio y noviembre de 1938, que decidió la guerra civil fue una macro batalla en la que participaron casi una decena de divisiones por cada ejército y muchas decenas de miles de hombres por cada bando. Aunque se desarrolló en un escenario limitado, en su mayor parte en la zona sur de Cataluña lindante con Aragón, tuvo diferentes sectores. Uno de ellos, en tierras aragonesas, fue el conocido como bolsa de Mequinenza- Fayón. Esta zona fue una de las atacadas por el ejército republicano en su ofensiva de finales de julio que dio origen a la batalla.
La unidad republicana que atravesó el Ebro en este punto fue la 42 división, que había sido organizada sobre todo con reclutas catalanes en la primavera de 1938, como la mayor parte del ejército republicano del Ebro.
En esa zona de Mequinenza se encontraban en el verano de 1938 una serie de batallones pertenecientes a diversas divisiones nacionales y entre el 26 de julio y el 7 de agosto tendrían lugar durísimos combates. En los primeros días, la 42 división republicana trató de abrirse paso desesperadamente hacia el sur y arrollar a las fuerzas nacionales. Una de las divisiones nacionales que acudió con urgencia a este sector para taponar la ofensiva roja fue la 102 división, mandada por el coronel Antonio Castejón. Durante los días 29 y 30 la batalla en esta zona alcanzó una gran dureza “llegando a haber momentos críticos para las fuerzas nacionales” según sus propios documentos, aunque finalmente consiguieron mantener sus posiciones. El núcleo de las fuerzas nacionales en el sector estaba formado por soldados y voluntarios falangistas originarios de Burgos, León y Valladolid.
El 1 de agosto las tropas nacionales organizaron una primera contraofensiva en este sector, incluyendo fuerzas de la Legión, tanques y tropas de la 102, para obligar a las republicanas a volver a traspasar el Ebro o rendirse, pero esta ofensiva solo logró un ligero avance y tuvo que suspenderse, debido , entre otras cosas al terrible calor. Y es que en las primeras semanas de la batalla del Ebro, en pleno verano, el calor fue infernal, superando los 50 grados algunos días e incluso durante la noche no bajaba de 35.
El día 2 Franco llegó a la zona y asumió personalmente el mando en el sector Mequinenza Fayón. Inmediatamente entregó a los comandantes de la zona una “Instrucción” (un documento de 2 páginas, lleno de pormenores tácticos). El día 3 tuvo lugar un último gran ataque de la 42 contra las fuerzas nacionales que resistieron el ataque causando enormes bajas a los “rojos” (entre 300 y 700 muertos). Este día las tropas nacionales tuvieron que ser avitualladas con grandes cantidades de hielo, después de estos combates, debido al fuerte calor.
Finalmente debido al gran quebranto sufrido por la 42 división republicana que se vio obligada a pasar a la defensiva, el Mando nacional organizó para el 7 de agosto una definitiva contraofensiva para liquidar la bolsa republicana de Mequinenza Fayón. Se organizó una fuerza de tres Agrupaciones con batallones de las distintas unidades nacionales del sector, entre ellas de la división 102, del coronel Castejón, junto con artillería, una compañía de tanques y ataques de aviación. Atacando simutáneamente lograron tomar tras duros combates , las cotas o colinas que ocupaba la 42 división cuyos hombres finalmente empezaron a rendirse en masa o huyeron en desbandada intentando atravesar el Ebro a nado (muchos se ahogaron).
El balance de estos combates a partir de la contraofensiva nacional fue de 817 muertos y 1500 prisioneros de la 42 división republicana, que quedó casi deshecha ya que en las batallas de finales de julio ya había sufrido cientos de muertos. Las fuerzas nacionales tuvieron 135 muertos y 1300 heridos.
Fue uno de los golpes más duros sufridos por los republicanos en la batalla del Ebro.
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Sí. Fue la primera contraofensiva de las siete que hubo en la Batalla del Ebro hasta 16/11/1938. Esta primera, en los primeros días de agosto, fue en las alturas de Les Auts, previamente tomadas por los rojos que no avanzaron al no caer Fayón en sus manos. La ofensiva se dio entre Mequinenza y Fayón.
Una bandera de Falange de León expulsó sin contemplaciones a los rojos, obligándoles a lanzarse al Ebro por el precipicio de su rivera sur, muriendo muchos ahogados, pues los nacionales habían abierto las exclusas de varios embalses, haciendo bajar troncos con explosivos atados, para volar los puentes sobre el Ebro. El Ebro bajaba rojo de sangre (un testigo de la Falange de León en aquella batalla así me lo contó) porque por aquellos días los rojos lanzaron también una ofensiva diversiva suicida por Corbera de Ebro que resultó en matanza de rojos bajando corriente abajo.
Muchos militares demócratas y rojos afirman que Franco era un «incompetente» porque pudo haber logrado un cerco de los rojos si hubiese atacado desde Lérida hacia Tarragona, pero lo que no consideran es que la situación de los rojos al sur del Ebro era muy precaria, teniendo que recibir suministros por pontones continuamente ametrallados y bombardeados por la Legión Cóndor, que barrió de los cielos a la aviación soviética. Cada día que pasaba, al conteo continuo de bajas rojas, se sumaba una merma irreparable en su moral. La Batalla del Ebro supuso un considerable ahorro de fuerzas a los nacionales, que lograron cercar a los rojos impidiéndoles huir teniendo el Ebro a la espalda y logrando desgastarles en ofensivas pequeñas que acabaron totalmente con su moral de combate, como bien claro quedó luego en la batalla por Cataluña. Si hubiesen retrocedido a su posición de partida una vez fracasados sus intentos por ocupar Gandesa y Villalba de los Arcos, los rojos hubiesen sido luego mucho más difíciles de batir. A los nacionales les hubiese costado muchísima más sangre derrotarles.
Esos militares a los que alude en su segundo párrafo son irrelevantes, incompetentes e ignorantes. Sobre el mapa ganan todas las batallas, en el campo, ninguna.