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Usted sabe, amable y prudente lector, que el que denuncia a la maldad se acarrea represalias y oprobio. Que el que reprende y se enfrenta al criminal arriesga su vida. Por eso la muchedumbre inclina la cabeza, dobla las rodillas y, procurando coger lo más posible de lo que sobra en las bacanales donde se refocilan los pervertidos y los asesinos, sigue su camino, preocupado porque no le crucen la espalda con el látigo ni le arrojen a la hondura del Seol.
La heroicidad no se halla en las masas. Tampoco la dignidad. Sólo el sabio se hará más sabio y te amará si lo reprendes, y sólo el justo aumentará su ciencia si lo instruyes. Pero en la actualidad no sen ven sabios ni justos. Que se lo digan a VOX, que ha elegido al señor Tamames como el mejor modelo posible para la regeneración patria. Para la epifanía que ha de esclarecer nuestro futuro. Un negrísimo futuro, ciertamente, que ni el señor Tamames ni VOX dilucidarán.
La multitud tiene espíritu delincuente, y un alma retorcida. Por eso consiente a los tarados y admira a los ladrones. Para la multitud, la vida es un circo, y al gentío le gusta contemplar mujeres barbudas, machonas e invertidos, engendros y espantajos, embriones sanguinolentos y cualquier redivivo con dos cabezas. La plebe sabe que las aguas robadas son dulces, y el pan a escondidas es sabroso. La turba, en el fondo, teme, envidia y codicia. Ha de recorrer el camino que una fuerza misteriosa y desconocida le impuso, y procura hacerlo a base de egoísmo, con el menor daño posible.
Conviene recordar todo esto para evitar falsas ilusiones ante las múltiples citas con las urnas que habrá en este año electoral. Las referencias sociales hace tiempo que abandonaron la nobleza y la prudencia, deteniéndose en la mediocridad con rostro que participa en unos programas televisivos y en unas intoxicaciones informativas diseñadas para borrar las inquietudes intelectuales y las escasas exigencias críticas de la ciudadanía.
Los modelos ya no son los sabios, ni los santos, ni los genios, ni los héroes. Los ejemplos que hoy se siguen viven todos al nivel de las cloacas. Eso conlleva acabar con cualquier rango de ilustración y de nobleza, con cualquier modelo referencial aristocrático. La experiencia democrática de la Transición nos está llevando a la catástrofe, comicios tras comicios, escándalo tras escándalo. Porque el soporte cultural de la democracia que nos han vendido e impuesto, no es sino el antifranquismo sociológico y la lectura orwelliana de la historia.
Anillos de oro (robados) en hocicos de puercos, así son los actuales dirigentes, dirigentas y dirigentos. Todos ellos malvados, anormales y necios, pero ya se sabe que el placer del imbécil, y además maligno, es darse al crimen. Al contrario que el placer del sensato, que es entregarse a la sabiduría. Y para luchar contra los puercos, ante las próximas y sucesivas elecciones, nos encontramos con una sociedad podrida, unas urnas con trampa y unos electores lobotomizados.
¿Acaso desconoce VOX esta situación? No, la sabe, y como ni la ha expuesto ni la ha denunciado, al menos con el rigor preciso, me temo que la comparte o se ve impotente para erradicarla. ¿Por qué esto es así? ¿Por qué no se ataca de frente y por derecho el estrepitoso estado moral en que se hallan la ciudadanía y las instituciones -no sólo el frentepopulismo, sino el Sistema entero-, sabiendo que este fraude omnipresente que sufrimos, esta farsa descarada está hecha para primar a los enemigos de España, a lo que hipócritamente se viene llamando la gobernabilidad de los españoles?
VOX dice que el señor Tamames, aunque no participa del ideario del partido, viene muy bien para echar a Sánchez del poder. Ese es el problema de VOX, que se ha autolimitado conformándose con erradicar al Doctor. Pero, hoy, el problema de España no está solo ni primordialmente en la Moncloa, sino sobre todo en los hilos que mueven a su inquilino, esa malvada marioneta -como Zelenski en Ucrania- manejada por los amos del mundo. Un VOX, ni traidor ni cobarde, hablaría a los ciudadanos del peligro que en esta hora corren sus propiedades privadas y sus vidas.
Ahorros y salud y un nuevo orden dispuesto a arramplar con lo que hasta aquí hemos conocido. Un VOX, ni traidor ni cobarde, debería exigir a la Corona, a la Justicia y al Ejército el cumplimiento de sus juramentos y responsabilidades, además de vergüenza torera. Porque la patria, dañada hasta lo inverosímil, precisa a su vez una asombrosa ambición moral y política.
A estas alturas de la película ya se debería saber que Sánchez es un mero sicario del Imperio Profundo. Un títere, diabólico sí, pero nada más. Y hay que pasar por encima de ese enano, de ese pelele, y mirar mucho más lejos. A las cocinas multinacionales y financieras donde ahora mismo se está cociendo la gran catástrofe. Esa que te dejará en cueros, si es que te perdona la vida, amable lector.
Nadie podrá desentrañar las sombras que nos envuelven si se olvida de la gran rebelión cultural pendiente y urgentísima. Y como VOX se nos está quedando en un peso pluma para el combate contra el gigante, eso si no hay tongo en la lid, y como esa rebelión cultural ni se la ve ni se la espera, es conveniente dirigirse a los lectores prudentes y avisados para recordar al gran Dante: abandonad toda esperanza. Pues esperanza diferida amarga el alma y enferma el corazón.
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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