21/11/2024 19:14

Bendala

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En su día, los mafiosos, gansters, delincuentes y otras gentes del hampa y de mal vivir, tipo Al Capone, Lucky Luciano y otros por el estilo, formaban sus bandas y se dedicaban a lo que todos conocemos, bien que para ello sabían que debían contar con el silencio o mejor incluso la colaboración de no pocas autoridades, para lo cual no dudaron en comprar mediante pingües sobornos, furcias, bujarrones o drogas, según lo que más les fuera y pusiera, a funcionarios y políticos tales como administrativos, simples policías, jefes de la Policía, concejales, alcaldes, congresistas y senadores.

Pasado el tiempo, los mafiosos se dieron cuenta de que para qué tanto gasto y esfuerzo, así como para qué correr tantos riesgos, cuando la cosa podía ser más fácil, segura y lucrativa si en vez de sobornar a tales tipos, eran ellos los que se hacían con sus cargos y procedían por tanto a enriquecerse y disfrutar de las furcias, bujarrones y drogas, además a costa del siempre infinito erario que se nutre de los impuestos que pagamos todos… o casi todos.

Pues dicho y hecho.

En España, la Mafia de verdad, la real, la forman los políticos profesionales, como tantas veces llevamos visto. Son ellos los antiguos gansters, ahora reconvertidos en diputados –¿o será diputeros?–, concejales, alcaldes, senadores, secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales y demás gentes de mal vivir.

Los profesionales de la política, estos políticos que nos desgobiernan y se lucran a manos llenas no bastándole sus elevados e injustos honorarios y dietas, ni los coches oficiales ni demás prebendas, sino que además tienen que meter aún más la mano en la caja, bajo las faldas de la meretriz de turno o los calzoncillos del sarasa de moda o chutarse hasta alucinar con la droga del momento, constituyen la Mafia de nuestros días, siendo aún peores que los Al Capone y compañía porque como de su banda forman también parte guardias civiles y policías de altísimo y no tan altísimo rango, así como eminentes jueces, saben que no arriesgan nada porque están seguros de que nada, al fin y al cabo, les va a pasar; mucho menos tener que devolver en metálico o con su patrimonio al menos todo lo robado; y si les pasara sería leve y corto pues ya se encargarían sus jefes mafiosos de ello.

Y lo saben porque de su Mafia forman también parte nada más y nada menos que los líderes de sus partidos, sus cúpulas dirigentes y hasta sus afiliados, simpatizantes y votantes; éstos porque aspiran a que algún día les llegue el turno. Y aquí viene lo mejor: porque no sólo los de sus partidos, o sea de los que les han aupado a los cargos desde los que se afanan en cumplir con los objetivos de la Mafia, sino también de los partidos de la oposición del momento que, aunque amaga, nunca tira de la manta cuando accede al poder –lo que hacen sólo por el desgaste del otro, no por sus méritos, que conste–, ni tampoco ni menos aún cambia nada porque… como son de la misma Mafia lo que quieren es que todo siga igual, máxime cuando ahora les toca a ellos la mangancia, las furcias, los bujarrones y los chutes.

Poner como prueba del algodón lo destapado por casualidad en Canarias –incluida su cutrez, propia de mafiosos que no llegan ni a la altura de la suelas de los zapatos a aquellos del Chicago de los años 20–, hechos que seguro conocían de siempre todos, peperos de allí incluidos, y asombrarse de ello, resulta patético e incluso ridículo, porque en el último medio siglo de nuestra nación y Patria son tantos los sucesos idénticos, parecidos o incluso peores, que uno más poco importa a no ser por una cosa: que de nuevo se confirma lo dicho más arriba, es decir, que la Mafia gobierna España, y que como todos pertenecen a la Mafia –profesionales de la política, miembros de las fuerzas del orden, jueces, ¿y militares?, afiliados, simpatizantes y votantes y otras gentes de mal vivir, salvo excepciones que siempre las ahí pero que tampoco nada hacen–, pues la cosa no tiene solución a la vista; tal vez sólo una revolución nacional podría poner a cada cual en su sitio, pero para eso tampoco ahí porque quienes a estas alturas debieran conforme al Art. 8º de la Constitución ni están ni se les espera y… no pocos de ellos de una u otra forma también son de la Mafia.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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