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En el siglo XVI concretamente en el año 1.553 quemaron en la hoguera a Miguel Servet por ir en contra de lo políticamente correcto en aquella sociedad calvinista de la Ginebra Suiza.
¿Y cuál fue su culpa? Pues, entre otras cosas, el hecho de ser un médico que defendía la verdad científica de la circulación de la sangre.
Por esta y otras razones fue denunciado por hereje. El Calvinismo que ostentaba en aquella época el poder político, así lo determinó. Bueno, en realidad, no fue tanto por lo científico, esa no fue la verdadera razón, el verdadero motivo fue que el médico Miguel Servet se enfrentó al poder político de la época, que estaba sustentado en la visión que desde la perspectiva teológica se tenía del ser humano y de la estructura social que de ella se derivaba.
Porque estimado lector, la visión antropológica es muy importante. El concepto que una sociedad tenga de lo que es un ser humano es tan importante que afecta a leyes fundamentales que vertebran toda la sociedad. Leyes tales como: La pena de muerte, el aborto, la eutanasia, el derecho de familia, la esclavitud, la igualdad racial, la igualdad de derechos entre sexos, la manipulación genética y un largo etcétera. Esto no es cosa menor, no, no, no. Es algo esencial, importantísimo.
Y es por esto que llevaron a la hoguera al médico Miguel Servet, porque se atrevió a contradecir la visión que en la Ginebra de Calvino se tenía del ser humano. Y esta visión era la que sustentaba las leyes que se derivaban de esta y por ende, sustentaba el PODER. Era una cuestión de poder. No de si era o no hereje, esta fue la excusa, lo importante y lo peligroso fue que cuestionó el poder.
En un Estado moderno del Siglo XXI la obligación del mismo es la neutralidad, respetando la libertad de opinión, la publicación de libros, de investigación, de divulgación de ideas, tal y como dice nuestra Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero con la ideología de género los políticos se toman atribuciones que no les corresponden. Ellos deciden lo que es verdad científica y lo que no lo es. Deciden lo que es enfermedad o anomalía y lo que no lo es. Lo votan y asunto concluido. De modo que se habilitan leyes que coaccionan a científicos, a profesores, a funcionarios, a médicos y profesionales de la sanidad.
Pero resulta que, LA JERANQUÍA CIENTÍFICA no está ni puede estar sujeta a la democracia, ni a los votos. La mayoría no puede imponer a la minoría, por ejemplo, que no existe la ley de la gravedad. Lo que es verdad científica no lo decide la mayoría, lo dice la ciencia, lo demostrado, el positivismo científico, el empirismo filtrado por la razón.
Jesús Barrón nació en Bilbao en 1970. Es licenciado en Ciencias Geológicas por la Universidad del País Vasco.
Jesús Barrón ha ejercido como docente durante más de treinta años en los niveles de BUP, COU, ESO y Bachillerato. En FP y en Centros Universitarios. Y actualmente ejerce su profesión en la Comunidad Autónoma de Madrid.
Jesús Barrón es también escritor de guías deportivas y practicante de deportes al aire libre y de aventuras.
Pero sobre todo Jesús Barrón es un hombre honrado, un hombre que no se ha plegado a la farsa de lo políticamente correcto y no se ha dejado doblegar por el pensamiento obligatorio y totalitario de las ideologías del momento. Jesús Barrón es por tanto un hombre de ciencia, pero sobre todo es un hombre de conciencia.
Porque resulta estimado lector, que ahora en pleno siglo XXI volvemos a otras épocas, volvemos a las ideologías, que siempre han destruido la verdad y han sido grilletes y hoguera para aquellos que la han defendido.
Resulta que a este horado profesor de secundaria, le han expedientado en la Comunidad de Madrid, y le han suspendido de empleo y sueldo por seis meses, simplemente por tener el atrevimiento de decir nada más y nada menos que la VERDAD, por explicar lo que dice la ciencia en clase de biología. Por tener el arrojo de decir que en la especie humana existen dos sexos, HOMBRE y MUJER, y que no hay una tercera ni cuarta ni quinta opción. Otra cosa muy distinta es la manera que cada cual tiene de expresar su sexualidad, eso es otro cantar, pero sexos, lo que se dice sexos, hay DOS, y nada más que dos y como es de lógica en clase de biología se habla de biología, no de ideologías, o de teorías diversas, de interpretaciones políticas o sociológicas o de cualquier otra cosa que no sea la biología. Pues bien, el profesor Barrón como un “Miguel Servet” del siglo XXI ha sido condenado a la hoguera por ir contra el poder establecido. Una vez más, y como tantas y tantas veces en la historia, se amordaza la verdad, se quema la verdad, como en una nueva noche de los cristales rotos.
Hoy en pleno siglo XXI, mediante la condena al ostracismo, al arrinconamiento profesional, las multas, la coacción y la mordaza. Una vez más y como tantas veces se quema en la hoguera a la verdad, para imponer la ideología que sustenta al poder. Y la verdad sea lo que diga el poder.
Vaya desde esta humilde columna de opinión, mi más sincero agradecimiento a D. Jesús Barrón López, su sacrificio es un ejemplo para todos, especialmente para sus alumnos, su compromiso con la verdad, una bandera, su valentía, un baluarte. Gracias Don Jesús.
Francisco Martínez Peñaranda escribe para usted de vez en cuando. Gracias por atenderme.
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