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Y la mayoría de la humanidad está ciega a lo que está aconteciendo ante nuestras estragadas retinas. Síntesis: la bomba de gas que contenía armas químicas y que fue activada por agentes genocidas del gobierno yanqui en Ohio (con cada vez más sustancias químicas letales en juego) fue tanto un acto deliberado de terrorismo gubernamental/militar como un crimen contra la humanidad y el medio ambiente. Pero esto solo es el inicio. Combustión del cloruro de polivinilo, por supuesto, liberando fosgeno, un arma química de la Primera Guerra Mundial que mutila o mata a los seres biológicos al menor contacto.
Las «autoridades» atentando contra su población
Lo dicho, aterrador principiar del plan globalitario de hambruna generalizada y paulatino exterminio. Lo postrero “casual”: un accidente de camión con productos químicos peligrosos en Arizona y nuevos descarrilamientos de trenes con carga tóxica en Houston (Texas) y Carolina del Sur. Y recordemos que hace apenas un mes, una gran planta química explotó en La Salle, Illinois (cerca de Chicago), liberando una enorme nube tóxica del muy tóxico permanganato potásico.
Y retornemos a la planificada hambruna planetaria: este patrón de «accidentes» químicos está empezando a asemejarse sospechosamente a los sabotajes de la infraestructura alimentaria, en la que más de una centena instalaciones alimentarias han ardido durante el último año y medio.
No fue un accidente, sino parte de un plan de exterminio
No fue un accidente. No hay accidentes cuando se trata de genocidio global. Incluso sabemos que fue programación predictiva: excelente novela de Don DeLillo, Ruido de fondo (su segunda parte, «Escape tóxico a la atmósfera»). Y, clave, reciente serie de Netflix, White Noise (con su ineludible apunte Blue Beam), rodada, vaya, en East Palestina, el lugar del descarrilamiento de la pasada semana…
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Autor

- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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