21/11/2024 14:52
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Si algo ha parido la Constitución del 78 ha sido la nueva generación que ya ha llegado a la “etapa de gestación” de Ortega. Para el “filósofo” la vida del hombre transcurre en 5 etapas de 15 años:

De los 0-15. Aparece a la vida y va aprehendiendo el mundo que le rodea

De los 15-30. Etapa de aprendizaje o absorción de conocimientos

De los 30-45. Etapa de gestación y lucha o la entrada en el mundo del trabajo, las artes, los oficios, los negocios o la política

De los 45-60. Etapa de predominio y mando. El hombre ya ha llegado al momento álgido de su vida y ya está disfrutando de sus éxitos.

Y de los 60 hasta la muerte es la etapa de supervisión. El hombre supervive a su propia vida y es y va siendo arrinconado por los que llegan.

Sin embargo, ni siquiera Ortega había previsto lo que iba a pasar en la España de hoy, ya que era difícil prever que toda una generación iba a vivir a costa de los padres y sin trabajar (naturalmente en esta generación, como en todas, siempre hay y habrá excepciones). El joven de hoy  vive de los padres o del Estado, que son los que les proporcionan la comida, la vivienda, la cama y las diversiones. “Eso de trabajar y estar a las órdenes de un jefe es un pecado” , “levantarse a las 6 de la mañana es un pecado”, “ponerse una ropa o unos zapatos que no sean de marca es un pecado”… y parafraseando a Unamuno cuando dijo: “¡Que inventen ellos!” hoy los “pijos” (y cuanto más pijo más progresista y más de izquierdas) dicen: ¡que trabajen ellos!… y los pobres padres teniendo que matarse para poder sostener el ritmo de vida del retoño. Aunque lo más curioso es que la mayoría de los padres (torpes y tontos) así lo entienden y no tratan de encarrilar por la vía del esfuerzo y del trabajo a los hijos. Exactamente lo que hace también el Estado. El Estado se limita a subvencionar a esos jóvenes para tenerlos siempre a su disposición para altercados, manifestaciones, concentraciones o quema de contenedores. “¡No a la guerra!” “¡No a los ricos!” “¡No a los fachas!”, “’¡No a los curas!”, “¡No a VOX!”, “¡No al Rey!”, “¡No a la Monarquía!”, “¡Viva la República!”…

Pero, ese ambiente y esa realidad es la que hoy refleja en su artículo de ”Voz Populi” mi admirado Miguel Giménez  y que reproduzco para que se diviertan:

Cuando yo era un zangolotino allá en la década de los sesenta del siglo pasado vivía en mi barrio, el Poble Sec, un mendigo al que todos conocían como l’Avi Savi, el abuelo sabio. El hombre se jactaba con toda honestidad y coherencia de no haber trabajado en su vida, llegando en su fobia a ganarse el pan bendiciendo de todo corazón a los que veía ir a sus respectivas ocupaciones a primera hora. «Pobrecitos, lo corta que es la vida y como la desperdician con ese invento de Satanás que es el trabajo» murmuraba como una oración. Aseguraba que si el trabajo era salud el prefería la tuberculosis.

Mi padre, que hablaba con todo el mundo cuando no era todo el mundo el que le hablaba, solía detenerse con él para darle unos cigarrillos marca “Emboquillados al cuadrado” – nefasta labor producida por la Tabacalera de entonces con boquilla de cartón y filtro consistente en un cachito de algodón – y algunas monedillas, que el señor Miguel no iba sobrado de monises. Años después supe que la pitanza diaria del Avi se la suministraba una bodega del barrio, oportunamente financiada también por mi padre. Fue aquel clochard filósofo y más bueno que el pan el que me dijo “Miguelín, si quieres ser feliz no trabajes nunca” a lo que yo respondía que mi papa trabajaba mucho y me aconsejaba que había que ganarse el pan honestamente. Aquel veterano de la vida con muchas cicatrices en el alma, me miraba con ojos bondadosos y sonriendo decía “Bueno, el señor Miguel es otra cosa. Trabaja por imperativo moral”.

El hombre se jactaba con toda honestidad y coherencia de no haber trabajado en su vida, llegando en su fobia a ganarse el pan bendiciendo de todo corazón a los que veía ir a sus respectivas ocupaciones a primera hora

Ese imperativo moral que predicaban los hombres de la generación de mi padre, fundamentado en la propia dignidad, en la responsabilidad, en el amor al trabajo bien hecho, en sentirse útil a la sociedad pero, sobre todo, a uno mismo, ha desaparecido casi por completo de este mundo que se va a quedar bizco de tanto mirarse el ombligo. Todo el mundo espera que otro le pague la fiesta y de esta manera hemos convertido a Occidente en un campo de batalla en el que se lucha por ver quien consigue una subvención, una paguita o cualquier cosa que permita ir tirando sin mover un pie del sofá.

Basta con esgrimir algunos tópicos: tienes una maleta cargada de sueños, el estado tiene la obligación de darte casa, ayudas, mantenencias, ¡hasta wifi! y ya está. Muchos derechos y ninguna obligación. ¡Ah, triste mundo repleto de señoritos bien de casa mal! Por eso a quienes defendemos al trabajo como herramienta imprescindible en la construcción del carácter del individuo se nos tacha de fascistas peligrosísimos. Que Meloni haya tenido el coraje político de señalar la opción de trabajar antes que recibir una paga por que sí o de robar tiene el mérito de lo políticamente incorrecto. La pijo progresía es ferozmente partidaria de que le subvencionen lo que no vale ni el agua que se pierde. Películas, teatro, libros, en fin, un humo que nos cuesta un riñón. Y en lo social sería el nunca acabar. Se ayuda a todo el mundo menos a quien trabaja, al autónomo, al pequeño empresario, al emprendedor, al campesino, al ganadero o al artesano.

La pijo progresía es ferozmente partidaria de que le subvencionen lo que no vale ni el agua que se pierde. Películas, teatro, libros, en fin, un humo que nos cuesta un riñón

No me gusta nada esta generación de mutilados emocionales, de fofos de alma, de vagos enmascarados como artistas maudits. Son una panda de estafadores. A ver, nenes, nenas y nenis, como dijo en frase lapidaria el gran Emilio Aragón en un sketch célebre “¡Menos samba y más trabajar!”. Si mi padre levantase la cabeza se volvería a morir de vergüenza ajena. Así pues, bien por Meloni, que bate récords de popularidad en Italia hablando en plata y recogiendo el sentir de las clases populares. A ver si aquí cunde el ejemplo. Pero, claro, como esta señora es facha…

Y eso es lo que ha sabido manejar y hacerlo mejor que nadie el okupa de la Moncloa. Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón (el bisnieto del general franquista Antonio Castejón) sabe que también las urnas se pueden comprar con subvenciones (Romanones a su lado fue un aprendiz)… y eso es lo que ya está haciendo y no solo con los jóvenes, sino también con los mayores y las mayoras. “Preséntame un proyecto progre y yo te aseguro una subvención” ¿Y qué puede ser un “proyecto progre”? Pues, los proyectos que se inventan y tratan de meterlos con el calzador de las Cortes las “niñas” del Ministerio de Igualdad (doña Irene Montero, doña Ione Belarra, doña Ángela Rodríguez (PAM), doña Teresa Rodríguez  y otras subvencionadas)… “Proyecto para averiguar la influencia del medio ambiente en el pene de los caballos”, “Proyecto para apoyar la buena gestión de Prieto como Ministro de obras públicas”, “Proyecto para estudiar cuántas veces se puede cambiar la Ley del sí es sí”, “Proyecto para calcular lo que tienen que comer los cocodrilos antes de hacer el amor”, “Proyecto de cuántas veces hace falta que los buitres forniquen para que nazca un buitrito”…. ¡Dios, no digo más, porque como me lea doña Irene me ficha como asesor… y me ofrece un sueldo de 140.000 euros y una subvención para mis cuñadas!.

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En fin, esto es lo que hay.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Hakenkreuz

Pues hacen muy bien esos jóvenes no siendo asalariados de la Hacienda ni de la seguridad social y no pagando el robo satánico, que es pecado, por supuesto (No robarás), de las cotizaciones sociales ni impuestos por IRPF para que vayan a parar a la jugosa pensión de políticos delincuentes y asesinos progres y no progres jóvenes y viejos que en su puñetera vida de señoritos no han trabajado para nada de nada sudando el rostro y deslomándose como Dios manda, y sí robando a los demás tumbados en su despacho y encima dándoselas de dignos y honrados trabajadores de toda la vida cual fariseos a son de trompeta.

Mejor trabajar al margen del Estado ladrón, la chupasangre Seguridad Social y los innumerables vampiros públicos que no hacen otra cosa que generar indigentes como el amigo del padre de Merino aunque sin desearlo.

Mejor trabajar en la economía realmente no pecaminosa, la que no involucra robo y corrupción, como la de los alabañiles de obras a cambio de pago en metálico por ejemplo y sin más pacto que el verbal, la economía valiente que no consiente el robo y la corrupción ilimitada por mucha persecución de inspectores creciente y criminal que padezca, la que es como Dios manda, y no como mandan los delincuentes y sus adoradores y adoratrices. El que quiera impuestos y cotizaciones, que los pague voluntariamente sin exigirlos con tiranía a los demás, ya que hay tanto honrado que considera que es un trabajador «ejemplar» para la sociedad y demás milongas de sumos sacerdotes fariseos. Si la fe no se impone a nadie, si a ningún joven se le obliga a ir a rezar el Santo Rosario al centro de Madrid (que eso no solo no es pecado, sino un grandísimo trabajo), la hacienda y la ss tampoco, pecado mortal imponerlas.

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